La Jaula del Petirrojo [Con pecado concebido *01]

No control

El plato de cereal se burlaba de mí mientras forzosamente trataba de embutir la cucharada del extraño material acartonado en mi boca. Asqueroso. Pero no podía quejarme y no era preciso comportarme como una niñita caprichosa en esta situación, así que solamente me conformé con tragarme las bolitas de colores.

Entre más le daba vueltas al asunto de Blackwood en mi cabeza la pequeña voz en mi mente a la que llamaba conciencia hacia estragos los pocos nervios que me quedaban. Pero es que era inaudito que semejante hombre pudiese ponerme tan nerviosa, y es que la ansiedad me carcomía viva sin yo quererlo.

Todo mi vida pensando con la cabeza para que llegue este tío a hacerme las piernas gelatina. El poco gusto que me quedaba desapareciendo completamente de mi paladar. No había señales de Maura por ninguna parte y pues yo seguía en plano algo desubicada en esta casona.

No había entablando  aún una conversación oficial con Blackwood acerca de mi futuro y la consecución de los hechos. ¿Qué diablos estaba esperando?

Los cabellos de mi nuca se erizaron obteniendo inmediatamente la respuesta.Esperaba algún comentario de su parte como un buenos días o un saludo mañanero pero simplemente pasó a mi lado como si nada pasara.

Tomó el café cuidadosamente posicionado al final de la barra y un periódico contiguo a este ¿Acaso Maura calculaba la hora a la que se tomaba su café? Mire la hora en mi reloj, 7:00 am.

Su cabello estaba mojado producto de probablemente un baño. Su caro traje impecablemente planchado y su aroma era un perfume varonil y amentalado que me secaba la garganta.

—Bueno días-. Logré murmurar.
Ni se inmutó. Simplemente se apoyó en el mesón frente al mío a observarme inescrutablemente mientras tomaba su café.

—¿No piensa responderme?
Silencio.
Lo miré con desdén y continúe saboreando el asqueroso cereal.

Sin yo darme cuenta con un movimiento rápido arrebató el bol de mis manos arrojándolo descuidadamente en la basura.
—No tienes que comerlo si no te gusta mocosa.

Y luego se retiró sin siquiera dejarme reaccionar. Presumido.

Maura volvió con lo que parecía un paquete y volvió a sonreír en mi dirección. Pero rápidamente se percató de la rápida desaparición del bol.

—Debe de tener mucha hambre, señorita. ¿Quiere que le sirva otro plato?

—No, tranquila, estoy bien.

—El señor dejo esto para ti antes de irse. Son sus instrucciones precisas que lo abra inmediatamente.

—¿Siempre se levanta tan temprano?—.Pregunté curiosa.

—Si, siempre, es bastante regular y estricto en cuanto a los horarios. Por favor abra el paquete.

Su tono nervioso me desconcertó así que simplemente desate la cuerda del paquete con cuidado. Quite el papel café que le envolvía y me percaté de la naturaleza de los papeles que contenía. Seguro médico, colegiatura, algunas fotografías e instrucciones precisas que se suponía debía acatar rigurosamente. Hasta La nota de encabezado era inflexible.

En el siguiente paquete se encuentra el papeleo necesario para proceder con la pronta inscripción de la custodiada, Leighton Mary Ricoletti Markov, en la institución educativa Ludwing London academy. Por favor seguir las siguientes instrucciones con precisión inmediata y no ignorar ningún detalle del papeleo aquí descrito. La infracción de algún punto del papeleo conllevaría a una sanción de igual gravedad penitenciaria al daño provocado, impuesta lógicamente por el custodiario predilecto. Por favor no restarle importancia a la anterior información que posee la mima severidad del papeleo principal. 
Atentamente,
Blackwood Daniel
Presidente General de Crawford entreprises inc.

El mensaje anterior gritaba por sus poros la palabra control. Esto era una pesadilla viviente ¿como demonios llegue a parar a las manos de un maniaco obsesivo? Ah cierto, mis padres estaban muertos.

Nunca me atreví a cuestionar ni el mínimo detalle orquestado por mis progenitores, confiaba en ellos y en sus decisiones. Se podía decir que eran las personas más sensatas y astutas en cuanto a planificación se trataba. Pero justamente ahora la sola mención del "horario regulativo para la transición comunitaria" me hacía cuestionar la decisión que mis padres habían tomado por mí y mi futuro. Este tío estaba loco. Y yo que pensaba que tenía un problema con la puntualidad.

De 7:00am a 7:20am- Desayuno del custodiario.
De 7:20am a 7:40am- Desayuno de la custodiada.
De 7:40am a 8:00am- Trasladó vehicular de la custodiada a la institución educativa.
De 8:00am a 15:00pm- jornada escolar: incluye traslado vehicular de regreso a la vivienda comunitaria.
De 15:00pm a 20:00pm- ocupación de cualquier zona común de la vivienda por parte de la custodiada.
De 20:00pm a 7:20am- reclusión de la custodiada en su habitación.

Nota: cualquier cambio o ajuste dentro del horario general requerirá de un aviso temporal previo(2 días) y cualquier incumplimiento del mismo por parte de lo convivientes será sancionado conforme lo explica el preámbulo introductorio.

Maldicion. Si realmente no quería encontrarse conmigo mientras viviésemos juntos solamente tenía que haber declinado el aceptar mi custodia. Pero de igual forma, no le necesito y yo tampoco tengo afán de encontrarme con su bella cara a medida que el tiempo avanzaba. Al menos él se había tomado el tiempo de establecer mi rutina con horarios específicos. Lo demás dependía de mí y mi objetivo final. Era el momento de actuar como una Ricolleti.

Empezaba la escuela mañana, las clases de mandarín el miércoles y el tenis no se había movido del sábado. Perfecto. Ahora ¿donde diablos había dejado mi organizador?
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Arrastre mis pies a la entrada de la casa y observe como otro fastuoso auto deportivo modelaba alrededor de todo el acomodado jardín.

Tenía mucho que reclamarle al idiota este, no era sincero a la hora de intentar controlar mi vida. Debo admitir que poco me importaba que se inventara todo un contrato de regulaciones y normas pero por favor. Habían cosas que sencillamente eran ridículas, tenía que negociar con él de alguna forma.
—¡Señor Blackwood¡ ¡Señor Blackwood!

Mi voz vacilaba a medida que avanzaba por el camino pedregoso del jardín. Este idiota parecía empeñado en ignorarme y llevarme la contraria. Su ancha espalda se alzaba a pocos metros de mí cuando sin siquiera pensarlo dos veces en un traspié no muy bien dado me precipité al suelo. Joder.

Como en las películas o en los libros mal escritos el caballero de la brillante armadura se arma de valor para rescatar a la damisela en peligro con el objetivo de obtener de ella alguna grata sonrisa o un flirteo empalagoso. Pero en este caso mi príncipe encantador parecía haber sido remplazado por el mismísimo dragón que custodia la torre encantada. El muy maldito acelera  en su fino Mercedes despistandose de mi vista.

Mi rodilla herida palpitaba sobre las vendas y otro rasguño se hacia hogar en mi piel.
De repente la carrocería del Mercedes y su dueño dan la vuelta alrededor de la pequeña glorieta a toda velocidad.

Los segundos que me toman darme cuenta que este loco estaba tratando de arrollarme son desaprovechados completamente una vez que un grito descontrolado quema en mi garganta.

La defensa de su carro está a unos pocos metros de mi nariz mientras yo sigo tendida en la mitad del camino. El pito descontrolado del Mercedes resuena en mis oídos y unas cuantas maldiciones son lanzadas al aire. Hijo de puta.

Con la poca dignidad que me queda y el ápice tremendo del claxon de ese auto, logró levantar mi cuerpo de la molesta gramilla. Cojeo desprevenida de cualquier sentimiento de elegancia y sobrepasó justo al lado de la ventana del conductor. La ventanilla se abre y un cabron con una seductora sonrisa pone en mis manos un juego de llaves. Lo voy a matar.

—Había olvidado entregarle las llaves de la casa Señorita Ricoletti. Espero que no esté molesta.

Su sonrisa se ensancha mientras advierte de lo que estoy a punto de blasfemar e inmediatamente acelera ahora sí su carísimo motor. Este maldito no sabe con quién se está metiendo.