My Fake Romeo

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Vodka. Juro por Dios que mi boca sabe a Vodka. ¿Dónde diablos había terminado Louisa Tamelet? Me levanto sobre mi torso con toda la fuerza que puedo y mis ojos se abren de par en par. ¿Qué hace Dan Tucco en mi habitación a estas horas? Sus ojos verdes me miran con sorpresa y antes de que pueda gritar se abalanza sobre mí tapando mi boca con su gran mano.

Dan, alias Dan el de la fiesta, el Dan del equipo de fútbol, el Dan que realmente no conocía para nada. Me removí con toda la fuerza que mi marrullado cuerpo me permitió.

Rabia, tenía rabia e impotencia.

—No vayas a gritar. No quería asustarte Ricoletti pero realmente necesitaba verte.

Pude sentir como mi ceja derecha se arqueo casi inmediatamente despues de escuchar aquello. Apenas lo conocía, y ya se escabullía por mi balcón como un falso Romeo.

—No voy a hacerte nada. Pero no vayas a gritar.

Lo miré aún más enojada. Jodido imbecil. Con parsimonia retiro su mano de mi boca y se distanció de mí a un lugar más prudente.

—Bien. Explícate porque no me hace nada de gracia esa mierda de mirar a la gente mientras duerme.

—No, no te estaba viendo mientras dormías, no estoy enfermo. Acabo de llegar.

—Claro y yo supongo que tengo que creerte. Porque no me haces un favor y no la jodes más de lo que ya lo hiciste y te largas.

Dan el rubio me miro ceñudo y algo divertido, pero aún así no se movió ni un centímetro.

—Ves por eso es que me gustas.

¿Qué mierda acabo de escuchar?

Una carcajada venenosa aflora en mi garganta y mis costillas crujen con resistencia.

—Realmente me has hecho el día. ¿Yo te gusto? ¿Acaso tienes idea de lo que acabas de decir?

—No me avergüenza decírtelo—. Se encogió de hombros y continuó.— Eres bonita, inteligente y tienes carácter, puedo decir que no abundan las chicas como tú por aquí, y se me ocurrió la idea de probar algo diferente.

¿Probar?

—¡No soy jodido conejillo de indias! ¡Y ni siquiera se te ocurra pensar que dejaría que me tocaras!

Fue el turno de Dan en reír. Este tipo estaba loco. ¿Quien hace algo así?

—No estés tan seguro bonita Leighton. Quizás hasta termines suplicándome.

¡Ja! Pero este tipo acaso se había caído de niño.

—¡Pues Aleluya! Si eso es todo lo que viniste a decirme puedes regresarte por donde viniste.

No podía mentir estaba realmente cabreada. Se escabulle a mi cuarto en medio de la noche, y empieza a soltar una cantidad de babosadas que me producen nauseas apenas habiendo entablado conversación conmigo por un minuto. Hay muchos grados de idioteces pero creo que Dan rompió todo los récords.

—En realidad no era solo eso. Estaba realmente preocupado por ti Ricoletti. No volviste a la escuela después de un tiempo, y puedes estar segura que te busque. Y ahora me encuentro con que posiblemente tu tutor te rompió todas las costillas ¿Que querías que hiciera?

La Jaula del Petirrojo [Con pecado concebido *01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora