Wet Dreams with You

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El resto del día pasó en frente mío sin ningún problema y el organizarme en mi nueva vida suponía la distracción perfecta del hecho de que mis padres estaban muertos y enterrados. Pero el hueco en mi pecho continuaba sin cerrarse.

Nunca he sido una persona demasiado extrovertida y carismática, siendo quien era y criada de la manera como fui criada, jamás hice amigos y tampoco me importaba mucho.

Mi personalidad pesimista terminaba por desacreditar lo que se suponía que se consideraba normal.

Nunca tuve amigos, novios o nada que se le parezca porque estoy demasiada confinada en mí misma como para ahora intentar salir de mi caparazón.
Mis padres me aceptaban como era, y a decir verdad guardaban un poco de culpa también en sus fríos corazones, lo cual resultaba suficiente.

Pero ahora que ellos no estaban ¿quién me aceptaría de ahora en adelante?La sola idea de la completa soledad me asustaba hasta las uñas. Solamente un bicho raro que fue criada por otro par de bichos raros ¿qué iba a ser de mí ahora?

Arrojé mi cuerpo a la cama y caí como una bolsa de papas, en definitivo el yoga no estaba funcionando.

Había oscurecido afuera y la calefacción no era lo suficientemente cálida para mi gusto. La frívola decoración tampoco colaboraba mucho al hecho de estar ardiendo en ansiedad pero que más daba si tenía que lidiar con Blackwood todo el día.

Hasta su ausencia me convertía en un manojo de nervios que destilaba veneno por todos sus poros. Baje las escaleras con rapidez y abrí el primer tarro de yogurt que encontré. A la mierda Blackwood con su estricto horario.

Estoy envuelta en una capa de sudor y a medida que devoro mi tazón de yogurt no doy cuenta del paso del tiempo ni de mucho menos la improvista interrupción de Daniel Blackwood en la cocina. De un momento a otro mi mirada se dirige a mi derecha y lo divisó parado junto con una mirada indescriptible en su rostro.
Su quijada esta apretada y sus ojos llamean a fuego ardiente. Como dos poros secos sus brillantes ojos ambarinos repasan mi plato de yogurt, ahora vacío, y luego estudian de abajo a arriba todo mi cuerpo.

Me pongo de pie y tomo conciencia de las fachas en las que me encuentro. Un short ajustado color lila y un crop top de ejercicio empapado en sudor. Mi cara no puede evitar arder en calor.

Se dirige hacia mí con sus pesados pasos hasta que está lo suficientemente cerca como para sentir mi olor a sudor.

—Ni siquiera esperaste a que se acabara la semana para romper las reglas. Esto es sin duda decepcionante.—.Sus ojos llamean en mi dirección y la expresión de furia de su rostro solo ayuda a que sus hermosas facciones lo hagan parecer más varonil. ¿Qué diablos pasa conmigo? Los tíos guapos jamás habían sido un problema para mí. Yo hasta pensaba que era asexual.

—No te da vergüenza pasearte en esas fachas mientras compartes la casa con un hombre.

Trago en seco y me atrevo a mirarlo.

—Tenia hambre y se me pasó el tiempo. No puedo controlar mi estómago. ¡No soy un maldito robot!

Inmediatamente me arrepiento.

Daniel toma el bol de porcelana con su mano derecha y lo destroza contra el suelo. Yo simplemente retrocedo despavorida. Es un jodido loco.

—¡Las reglas existen por una razón, mocosa! ¡No voy a permitirte hablarme en ese tono, más cuando la comida que engulles la pago yo!

—¡Entonces para qué demonios aceptaste mi custodia! !si querías que tu fragante estilo de vida no fuera alterado, nunca debiste meterte en esto desde un principio! ¡Jodido loco!

—Y crees que no lo sé mocosa malcriada! ¡Recoge el maldito desastre y desaparece de mi vista! ¡No entiendes que lo menos que me debes es no existir mientras estoy en MI casa!

Las lágrimas se aflojan en mi garganta de la furia que tengo. El idiota de mi tutor me ha dejado con la palabra en la boca nuevamente y también los vidrios rotos literalmente.

Esa porqueriza de las reglas, esa porqueriza del control, ese tono tan despota y autoritario ¿Quien demonios se cree que es? No iba a poder soportar una vida con ese monstruo porque personas que me odian hay muchas, que me tratan mal también, pero que compliquen mi vida y se salgan con la suya. Ni de coña.

Azota la puerta de su dormitorio al mismo tiempo que yo arribó mío. Inmediatamente me despojo de mi ropa y dejo que el agua fría remueva la frustración de mi piel. Me valen madres sus jodidas reglas y sus jodidas sanciones, me vale madres que no quiera verme a la cara.

Si tanto le irritaba mi presencia sería una estupida si no utilizará ese punto débil a mi favor. No pienso las cosas con el raciocinio adecuado y tal vez influenciada por la rabia y sed de venganza Desciendo escaleras abajo en toalla y toda empapada dejando conmigo un chorrero de agua desastroso.

El idiota hace su aparición en lo alto de la escalera y sin el menor cuidado resbala de estas como un saco gigante de papas. Aguanto una carcajada involuntaria mientras veo cómo el imponente y sexy hombre en camisa y pantalón de pijama se soba su trasero luego del estrellón que se ha pegado.

—¡Maldita mocosa! ¡Donde diablos estás!
Hago mi aparición justo luego de oírlo vociferar un poco más, lo miró desafiante, con mi barbilla arriba y mis brazos cruzados alrededor de mi cuerpo.

—¿Me buscabas?

Su expresión es cautelosa y me mira de pies a cabeza con sus labios curvados. Su mirada se oscurece y por más que lo intento no logro descifrar lo que está pensando.

No se ve enojado, solo pensativo. Se pone de pie frente a mi y su imponente altura se alza sobre mí pero yo sigo sin cambiar mi expresión. Da un paso hacia mí y a través de su camiseta todos sus fuertes músculos se tensan. Yo no retrocedo ni un instante aspirando lo más que puedo el olor varonil que emana. No estoy sonrojada aunque mi corazón parece querer salirse de mi pecho y mi respiración es irregular. ¿Que iba a hacer?

El silencio y la tensión seguían siendo haciendo ápice entre nosotros y un fuerte calor se apoderaba cada vez más de mi cuerpo. Solo nos estábamos mirando intensamente, y yo ya me sentía seducida por su divina mirada ambarina.

Apreté mi labio inferior y como la Ricolleti que era pase rebasándolo lentamente con mi cabello aún chorreando agua. Pude sentir como sus bíceps se apretaron a sus costados cuando "accidentalmente" roce uno de ellos en mi camino escaleras arriba. Una vez en mi cuarto sonreí en satisfacción.

Por primera vez que había llegado a esta casa había sido yo misma. Por primera vez había dejado a Daniel Blackwood sin palabras.

La Jaula del Petirrojo [Con pecado concebido *01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora