Capítulo 24: Sospechoso.

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Al día siguiente, Jihoon fue despertado por los médicos quienes le pidieron que se retirara para poder hacerle los chequeos diarios a Seungcheol. El castaño miró con recelo a ambos doctores durante unos segundos; la última vez que su novio había quedado a solas con un médico este había resultado ser falso. Y la vida de Seungcheol corrió riesgo por segunda vez en dos días.

Después de recordar que cualquier persona debía presentar una identificación médica o, en su caso, policial para entrar al lugar, bostezó y salió para tomar el desayuno. Su espalda dolía como si hubiese dormido en el suelo durante tres días y sólo había sido una noche en el incómodo sofá del lugar; extrañaba su cama, lo admitía, pero no iba a dejar sólo a Seungcheol por cumplir su simple deseo de dormir en su cómoda cama.

Mientras se acercaba a la cafetería, miró la hora: las diez y media de la mañana. Se suponía que Soon Young debía estar despierto a esa hora, así que mientras se sentaba en la mesa con su café y dos medialunas de manteca, tomó su teléfono y llamó al líder a cargo de la casa.

Soon Young se encontraba entrenando con su equipo cuando recibió la llamada del líder del equipo de armas.

—Chicos, es Jihoon, sigan entrenando en lo que hablo con él —ordenó y se alejó con el teléfono en su oreja.

Mientras que MingHao practicaba con sus nunchakus, Junhui permanecía enseñándole algunas técnicas de artes marciales chinas al menor del grupo.

—Una forma sencilla de derribar a una persona, es pegándole detrás de la rodilla mientras sujetas sus brazos —dijo tomando el brazo de Chan y simulando pegarle con su pierna detrás de la rodilla.

—Lo sé —asintió—. También hay otras maneras de derribar a las personas. Esta que tú me dices, es la más sencilla... ¿crees que soy un principiante, Junhui? —el menor alzó una ceja mientras lo miraba desafiante.

—Ah, lo siento, señor yo aprendo rápido lo que me enseñan —puso los ojos en blanco y se acercó más a él, bajando hasta estar a su altura—. Enséñame lo mejor que tienes, Chan —susurró, pegando su aliento a la boca contraria y provocando que el menor tuviera que controlar el rojo de sus mejillas.

—De acuerdo, pero... ¿estás seguro que quieres verlo? —sonrió— No quiero lastimarte, hyung.

—Por supuesto, pequeño, sin piedad —declaró y se enderezó.

Chan tomó de la mano al mayor de los chinos, bajo atenta mirada de MingHao, y lo llevó hasta una de las colchonetas del gimnasio. Después de ordenarle que se quedara quieto en un lugar, el azabache se colocó delante del mayor y de espaldas a él. Junhui, expectante, miró como el más joven le tomaba el brazo y lo pasaba por sobre su hombro, para segundos más tarde (cuando el chino menos se lo esperó) tirar de él y hacer que todo su cuerpo pasara por sobre el de Chan y cayera al suelo en un sonoro golpe.

MingHao hizo una mueca de dolor y luego rio al ver tal cosa, mientras que Junhui se mostraba atónito.

—¿Dónde guardas tanta fuerza, Chan? —preguntó adolorido, si el menor le hubiese avisado, al menos se hubiera preparado mentalmente para impactar contra el suelo.

—Bien escondida —sonrió victorioso—. Y esto no es todo, ¿quieres probar otra cosa, hyung? Tengo fuerza y energía para más...

—Prefiero recuperarme del golpe primero, gracias —rio—. ¿Por qué eres tan presumido, chico bonito? —preguntó levantándose del suelo y pegando en la mandíbula de Chan con un dedo, girando un poco su rostro hacia él.

—¿Y tú por qué coqueteas con un niño menor de edad en horarios de entrenamiento? —replicó.

MingHao contuvo una risilla y Junhui abrió la boca para responder a la sonrisa burlona de Chan, pero se limitó a volver a juntar sus labios con los del otro en un pequeño besito.

Los Reclutas (Seventeen) [1ra Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora