No sabía quién era, jamás en mi vida había visto a esta chica, y ahora estaba parada frente a mi casa, lo cual me aterraba un poco porque mi padre no estaba cerca de mí. Pero Lucas estaba aqui, eso me tranquiliza.
─Hola. ─ Dijo sonriendo la chica.
Por alguna extraña razón, esta chica me inspiraba confianza, pero mi padre me habia enseñado a no siempre confiar en extraños. Mi padre siempre había sido muy sobre protector conmigo. No con los chicos ni nada de eso, sino con toda la gente en general, como si temiese a que alguien me hiciera daño.
—¿Quién eres? —Pregunté viendo sus ojos azules.
—Oh, lo siento. Buscaba a...
—¡Alicia! —Gritó mi padre desde el sótano y subiendo las escaleras rápidamente.
Volteé a ver y él se acercaba a mí corriendo y agitado.
—Estoy aquí papá. Hay una chica... —Volteé a ver hacia la puerta pero ya no había nadie. La chica había desaparecido.
—¿Con quién hablabas? —Preguntó él preocupado.
—Había una chica aquí. Era... Algo extraña.
—¿Cómo era? —Me cuestionó con desesperación. Mi padre estaba asustado. ¿De qué? O ¿De quién?
—Ella era joven y pelirroja.
—Alicia, cierra la puerta y no vuelvas a abrirla sin consultarme.
¿Qué? No tenía cinco años. Mi padre estaba comportándose demasiado extraño. Estuve a punto de cuestionarlo, de pedirle una explicación acerca de su comportamiento. Creo que la merecía. Pero Lucas apareció e interrumpió mis pensamientos.
—Señor Dyren, estábamos buscándolo. —Dijo Lucas.
—Lo siento, estaba en el sótano buscando unas cosas.
El timbre volvió a sonar y un escalofrío recorrió cada rincón de mi cuerpo. Sentí la tensión de mi padre y como su mirada se concentró en la puerta. Él abrió la puerta y era el repartidor de pizzas.
Estábamos sentados en el suelo de mi habitación con Lucas y comiendo pizza. Yo le había contado sobre la extraña escena de unos minutos atrás en la puerta de mi casa.
─Te digo Lucas, fue tan extraño. Ella solo se quedó parada ahí frente a mí.
Lucas sonrió como si no me creyera, ─¿Estás segura? ─Dijo haciendo esa media sonrisa que dejaba ver perfectamente el hoyuelo en su mejilla.
─Sí, te lo prometo.
─¿Y dices que de la nada desapareció?
Asentí. ─Cuando volteé a ver a papá que me llamaba, en cuestión de segundos la chica desapareció.
Él volvió a reír.
─Oye, no te rías. Sé que suena tonto, pero eso fue lo que pasó. ─Dije a la defensiva.
─Sí, te creo Alicia. ─Dijo él poniendo sus manos al aire. ─Pero es muy extraño lo que me cuentas.
Pero eso no era lo único extraño de esa noche. La manera en la que mi padre también era muy rara, como estaba tan preocupado por mí y su defensiva ante la situación. ¿Qué estaba pasando? De lo único que estaba segura es que todo esto tenía que ver con mi madre.
─¿En qué piensas? ─Dijo él.
─En como saber la verdad de todo.
El día siguiente me levanté muy temprano. Mi padre salía a correr todas las mañanas durante una hora, y yo me quedaba durmiendo mientras él regresaba y me despertaba para desayunar e ir a estudiar. Esa mañana dejé mi alarma a las cinco y media de la mañana y escuché cuando mi padre cerró la puerta de la casa al salir de la misma. Me levanté y me dirigí al despacho de mi padre. Primero, me fijé muy bien como estaba todo colocado para dejarlo todo tal y como estaba. Moví algunos papeles que él tenía en su escritorio, pero solamente eran facturas de pago, papeles del trabajo, apuntes y otras cosas que no me interesaban. Busqué en las gavetas de su escritorio y encontré más papeles y algunas cosas que papá guardaba desde años, pero haciendo eso, revisando y esculcando sus cosas, me sentí mal. Estaba mal lo que estaba haciendo, no debía estar aquí sin la autorización de papá. Me puse de pie y cerré las gavetas. Me puse a pensar que si yo fuese él, no guardaría cosas de la persona que amo en mi estudio, sino que las guardaría en un lugar más privado, más mío. Entonces me dirigí a la habitación de papá.
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El Fantasma de Alicia
Mystery / Thriller17 años tenía mi madre cuando murió, y lo único que sé es que ha muerto por mi culpa. Mi padre estaba muy enamorado de ella, y eso mismo le impide recordarla sin dolor. Después de tantas dudas rondando por mi cabeza, y tantos días tratando de encont...