Capítulo 12

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—Tú escuchas, yo hablo.

Me metí al auto antes de que alguno de los dos pudiera darme orden alguna, sabía que de todos modos lo pedirían. Bárbara se subió a la parte trasera del auto y el Señor Collins arrancó el motor y nos dirigimos a no sé donde, pero sabía que eso me llevaría a mi hija, entonces no dude ni segundo en seguirlos.

—No sabes lo mucho que ansié este momento, que estuvieras aquí desesperado por encontrar algo que yo tengo. Quieres algo de mí en estos momentos.

Permanecí en silencio mientras observaba al padre de Alicia conducir, siempre con el ceño fruncido, como la mayoría del tiempo su expresión solía ser, desde el primer día que lo vi, siempre logró intimidarme con su rostro siempre enojado. Sus manos temblaban un poco, no se si era por la edad o porque realmente estaba nervioso ante tal situación.

—¿Que quieres Bárbara ? -Pregunté viendo su rostro por el retrovisor del auto.

Su rostro estaba totalmente demacrado, tenía el maquillaje regado como si tuvera días sin lavar su rostro, su cuerpo siempre delgado, obviamente el tiempo había pasado sobre ella, así que lucia realmente diferente, incluso diferente a como la había visto algunos días atras.

—Sabes lo que quiero. -Dijo viéndome de igual manera por el retrovisor.

— No, no se lo que quieres. No se lo que tu mente enferma quiere de mí.

—¡Cuida tus palabras Alexander! Que la vida de tu hija esta en medio de esto. —Dijo frunciendo el ceño.

Ella tenia la mejor estrategia para chantajearme, efectivamente la vida de la persona que mas amaba estaba de por medio, y no me arriesgaria a que Barbara le hiciera da;o alguno por mi culpa, ya bastante daño le había hecho yo.

— ¿Qué quieres? —Pregunté de nuevo.

—Por el momento, quiero hablar contigo a solas.

Permanecí en silencio durante todo el recorrido, solamente viendo por la ventana o viendo mis manos, pero jamás volteé a ver a esas dos personas que tanto detestaba en esos momentos. Llegamos a una casa que parecía estar vacía, pero no lo estaba, era la casa de Barbara, no en la que solía vivir antes donde la encontré la ultima vez, era la casa en la que habitaba desde que escapo de la clínica de rehabilitación, era su escondite, porque definitivamente estaba siendo buscada. La casa estaba totalmente descuidada, por esa razón parecía estar abandonada, las paredes estaban enmohecidas y los muebles eran demasiado viejos y descuidados. El señor Collins nos dejó en aquel lugar y se retiró en su auto, no tenía la menor idea de la locura que Bárbara tenía en mente, pero debía obedecer si quería a mi hija de vuelta lo más pronto posible.

—Sientate. —Dijo cuando entramos a su hogar.

Obedecí esperando a que dijera algo, pero en lugar de eso, se dirigió a lo que parecía ser la cocina y trajo dos cervezas frías, las abrió, puso sobre la mesa una de ellas y tomó la otra mientras se sentaba cómodamente en el sofá que estaba frente a mí.

—Es para ti. —Dijo refiriéndose a la cerveza que había dejado frente a mí.

—No gracias.

—¿No bebes? —Dijo levantando sus cejas y abriendo sus ojos con ironía.

—No.

—¿Desde cuando? —Dio otro trago a su cerveza.

-Desde hace mucho. -Respondí.

No entendía como podía estar a solas con ella y no haberla matado ya, esa era una gran oportunidad, pero primero quería entrar en su juego, seguir su huella, estar seguro que mi hija estuviese bien, encontrarla y luego matar a Bárbara.

—¿De verdad ya no bebes? Como olvidar la vez que te embriagaste conmigo. —Dijo viéndome directamente a los ojos y borrando su sonrisa en un segundo. —La noche en la que cometiste el mayor error de tu vida. —Su voz reflejaba rencor hacia mi.

Al parecer el odio era mutuo, ella buscaba hacerme sufrir y yo buscaba exactamente lo mismo. Quería que pagara todo el daño causado.

—Definitivamente. —Dije.

—Alexander, déjame preguntarte esto. —Hizo una pausa mientras seguía viéndome a los ojos, como intentando intimidarme. —¿Cómo te sentirías si Lucas se embriaga con tu hija? Obviamente ella esta loca por él, entonces dudo que no quiera pasar una noche a su lado.

—¡Cállate! —Exigí.

—Tú escuchas, yo hablo. —Dijo levantando su tono de voz seguido de dar otro trago a su cerveza. —¿Qué pensarías si Lucas se acostara con tu hija, luego se fuera la mañana siguiente sin decir una sola palabra, después de eso, él no responda sus mensajes, no le hable más, la ignore, él tenga novia a la cual jure amar y respetar, pero en realidad Lucas solo uso a tu hija para tener sexo y luego se olvidó de ella? ¿Cómo te sentirías?

—Mi hija no es como tu Barbara. —Respondí.

Ella se puso de pie furiosa y lanzo la botella de cerveza con fuerza contra la pared. Los vidrios volaron alrededor de nosotros.

—Más allá del qué pensarías acerca de ese chico estúpido que solamente utilizó a tu hija para tener sexo, ¿Cómo crees que se sentiría tu hija al saber que la novia de Lucas este embarazada después de eso, y que ellos se casarían y formarían una hermosa familia?

Ella gritaba al punto de casi llorar, estaba desahogando toda esa furia que tenía contra mí, estaba parada frente a mí reclamando lo poco hombre que había sido con ella.

—Ella no habría matado a alguien que no tenía la culpa de nada. —Dije con un nudo en la garganta, conteniendo mis ganas de gritar de coraje.

—¿Sabes como me sentí esa tarde Alexander? Esa tarde te mandé muchos mensajes, te llamé, te busqué, yo estaba enamorada de ti, habíamos estado juntos la noche anterior, todo fue maravilloso, pero tu solo me ignoraste luego, fingiste que nada paso y te fuiste con ella, la preferiste a ella, la embarazaste...

—La amaba. —Interrumpí.

—¿La amabas? Tu manera de amar era ser su novio y acostarte conmigo. ¿De verdad? —Guardó silencio por unos segundos viendo al suelo, luego me vio de nuevo con esos ojos azules tristes. —Tú no sabes amar Alexander. Si hubieras amado a Alicia, probablemente ella seguiría con vida.

Jamás olvidaré esas palabras y el ardor que provocó en mi pecho. No podía contener la furia que mi ser sentía, pero no contra Bárbara, aunque ella haya sido la causante de la muerte de Alicia, el culpable era yo, la culpa se apoderó de mi ser haciéndome sentir el ser mas miserable del planeta. En ese momento quise ponerme de pie y confrontar a Bárbara, pero no pude, la culpa no me permitió hacer semejante cosa, no tenía cara para negar que era el culpable de que Alicia no estuviera a mi lado. Bárbara tenía razón.

—¿En dónde esta mi hija Bárbara? La necesito de vuelta hoy mismo.

—¿Estas seguro que quieres verla después de que sepa lo que has hecho? —Preguntó con un tono de ironía en su voz, incluso parecía que se burlaba de mí.

—¿De qué hablas?—Pregunté.

—Las mujeres tenemos algo en común, Alexander. Sabemos y concordamos cuando un hombre es un poco hombre. —Dijo haciendo énfasis en la palabra hombre. —La pequeña Alicia concuerda conmigo. Ella piensa que eres un idiota.

Esta mujer estaba acabando conmigo.

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Hola amigos, 

Estoy de vuelta y dispuesta a actualizar tantos capítulos como pueda. Lo siento por ausentarme, pero no se vayan, en unos minutos actualizaré el siguiente capítulo. 

Besos. 

El Fantasma de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora