Pena

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Tengo miedo. Tengo tristeza. Me apena que seas el motivo de mis textos. Siempre el dueño de estas palabras. Es que provocas tantos sentimientos que no se expresarlos de otra manera. Me enfada que mi inspiración sea tu recuerdo, tu presencia, tu esencia, tus ojos, tus muecas, tu perfume, tu media sonrisa, tu tez pálida y la forma en que caminas. Siento rabia al darme que cuenta que no puedo dejar de escribirte. De escribir de vos. Tanto caos en el mundo y yo encerrada en el tuyo. No quiero salir. Me siento incomoda, reprimida, pero nunca sentí tanto amor y tanto placer en ningún lugar. Ayer tenia muchos sueños y objetivos, hoy solo uno: que te acuestes a mi lado y me acaricies la mejilla. Te sueño a menudo. Soy tan feliz allí. Siempre estas sonriendome. Pero cuando me despierto siento el amargo sabor de no poder acariciarte la nuca ni contemplarte dormir.
No voy a renunciar a vos. Aunque me quede plasmada sin dar un paso al frente, seguiré allí. Quiero esperar a que un día me digas que tu sueño es entrelazar nuestras manos y yo te sonría mientras se me acelera el pulso. Dejando de lado esta pena para suplantarla por la adrenalina de la plenitud.

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