Menos corazón

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Hay viento de tormenta que azota con violencia la ventana de una habitación. Escondido tras las telas que visten la cama, una inocente de ojos cansado, con pupilas dilatadas que temen a la oscuridad.
Se aferra a la manta, como si de eso dependiera su vida, como la mano que salva de la caída. Sus piernas tiemblan estrujadas una junta a la otra sintiendo la suavidad del algodón.
Los fantasmas salen de su mente para ser sombras que la acosan en insomnio. Para ser murmullos entre el viento del temporal.
No despega su cabeza de la almohada ni los brazos de su cuerpo. Ni su mente de ese acecho.
La persigue el tiempo, los recuerdos, las tristezas, las responsabilidades. Le da miedo tener miedo. Pero mas miedo le da no saber como espantarlo.
Piensa mucho a pesar de los espectros. Necesita luz para despejar su tormento.
Un sistema no nervioso en su cabeza, y una liviandad para afrontar la vida.
Mas placer para olvidarse de sus complejos. Y menos corazón para entender a los fantasmas.

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