Consecuencias | 1.5

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Jane llevó a Peter a un parque que se encontraba no muy lejos de la escuela.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Peter.

—Fue el primer lugar que se me ocurrió —respondió con sinceridad.

El parque estaba lleno de gente: niños, adultos y ancianos, perros y hasta gatos. Era un buen día para hacer un picnic o dar un paseo, pero Jane tenía planes diferentes.

—¿Patinas? —Jane señaló el kiosco donde rentaban patines de cuatro y tres ruedas, bicicletas individuales, de pareja y tríos, y skateboards.

—Mm... sé andar en bicicleta —Peter se encogió de hombros.

Jane asintió, aunque obviamente no dejaría a Peter rentar una simple bicicleta. Se acercaron al puesto y Jane preguntó por las tallas de los patines.

—¡Peter! —le gritó Jane para llamar su atención.

—¿Ah?

Jane cogió un casco rentado y se lo lanzó, —Éste es tuyo, póntelo.

Peter observó el casco por un momento y después regresó la mirada a Jane, ella le señaló hacia el suelo. Había una tabla de skateboard.

—Yo no hago skateboard —le dijo Peter.

—Yo te enseño —dijo Jane mientras terminaba de atar las agujetas de sus patines.

—¿Sabes andar en skate? —preguntó mirando a Jane patinar hasta él al tiempo en el que se ponía el casco, eso para él era extraordinario.

—No, pero no debe ser difícil —sonrió con esperanza.

—¿Entonces cómo planeas...

—¡Pon un pie en la tabla! —le ordenó Jane con tanta autoridad que Peter sólo obedeció—. Ahora sólo impúlsate con el otro pie.

Peter lo hizo pero hasta ahí quedó, dio un empujón y esto le alcanzó para andar apenas unos centímetros.

—Hazlo hasta que tengas la suficiente velocidad para poner ambos pies en la tabla.

—Odio el skateboard —se quejó Peter—. ¿Por que no rentaste una bicicleta? Hasta unos patines estarían mejor.

Jane estaba a punto de insultar a Peter pero su móvil comenzó a sonar en su pantalón.

Jane cogió la llamada.

—¡Donde estas? —gritó su mamá del otro lado de la línea.

Jane tuvo que alejar un poco el celular de su oreja. Estaba en altavoz y hasta Peter lo había escuchado.

—En la escuela, ¿dónde más estaría? —respondió Jane.

Peter la miró con nerviosismo, pero Jane le indicó con un movimiento de cabeza que no se preocupara.

—¡Janette Elizabeth Steven-Jas! —gritó de nuevo su mamá—. ¡Me acaban de llamar de la escuela! No regresaste del recreo, y lo peor de todo es que sospechan que no te fuiste sola, ¡Ahora dime dónde demonios estás!

—Mamá tranquila...

—¡No Ma digas tranquila! Tú no entiendes ¿verdad Janette? ¡Qué parte de que aún estás a prueba no entiendes! Uno no te puede quitar los ojos de encima ni un segundo ¡Pareces niña de seis años! ¿Quieres que te lleven o que?

—Es la primera vez que falto a una regla, no me dirán nada por eso —se defendió.

—¿Por qué crees que te estoy llamando!

—De acuerdo, ya voy para allá —intentó tranquilizarla en vano.

—Cinco minutos, te doy cinco minutos.

—¿Cinco?

—¡Ya te dije! —y colgó.

Peter estaba estático en su lugar con una gran carga de incomodidad. Jane terminó la llamada y lo miró para ver cómo estaba, sabía que lo había escuchado todo.

—Creo que te metiste en problemas —rompió el hielo Peter.

Jane asintió—, y tú tienes que huir, aún puedes salir libre de esta.

—Aceptaré las consecuencias de mis actos —se negó Peter.

—¿Estás demente Parker?

—Iré contigo, tal vez no te vaya tan mal si digo que yo te obligué —ofreció.

—Eso no funciona con mi madre —se lamentó Jane.

—Bueno, pero al menos no serás la única perjudicada.

Ellos no van a lastimarme | Peter Parker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora