Conspiraciones | 2.9

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Peter no se molestó en ir a cambiarse, en realidad la ropa del señor Jas era bastante cómoda. Nunca creyó que la mezclilla pudiera ser tan acogedora. Además, mientras caminaba por la calle recibió muchas miradas por la camisa de "La Banda Caótica 1946", y no miradas de: qué horrible camisa, sino de: qué buen gusto en música, hombre.

Después de pasar por una mochila a su habitación para dejar el traje dentro, hizo una parada en un café no muy conocido de Queens. Una campanilla sonó al pasar por el umbral, todos sus sentidos se llenaron del olor a café.

—Hola perdedor —dijo una vocecita detrás de él cuando se dispuso a hacer fila para comprar un café, quizá un pastelillo. 

Si no hubiera sido porque después de tanto ya conocía a la perfección la voz de Jane, habría creído que era ella. Pero al darse la vuelta se encontró con la persona que menos pensó: Liz Allan.

—¿Me llamaste perdedor? —le preguntó, normalmente se llevaban bien porque compartían algunas clases avanzadas, jamás hasta ahora lo había llamado así.

Liz Allan se ruborizó, pero de inmediato su ceño cambió a uno un poco más seguro y algo ¿coqueto? Peter no lo podía decir porque nadie le había coqueteado antes. ¿Acaso era eso lo que sucedía?

—Perdóname, eso es lo que pasa cuando intento hacer chistes —se rió.

El rubor la hacia ver más hermosa de lo que ya era. Liz Allan tenía el poder de hacer ruborizar a Peter con solo una sonrisa, ella era maravillosa. Esa extraña seguridad que mostraba y antes no había visto, le gustaba. Peter rió también, bajó la cabeza y metió las manos dentro de los bolsillos, algo muy común en él cuando estaba nervioso. La sonrisa de Liz desapareció un instante y señaló por encima del hombro de Peter.

Peter se volvió hacia el chico que atendía. Su rubor se hizo notar aún más, se había distraído con la sonrisa de Liz que no se dio cuenta que era su turno en la fila. Luego recordó algo que una vez le dijo May.

—¿Q-Quieres algo? —tartamudeo Peter mirando a la chica.

Liz le sonrió con juego y se adelantó a él. Sacó su cartera y le habló directamente al chico que los atendía.

—Pagaré por un frappe de moka y lo que pida este lindo chico —dijo Liz con una seguridad que mataba, y besó la mejilla de Peter.

Peter se quedó pasmado, el chico frente a ellos tuvo que chasquear los dedos para que volviera a la realidad. El corazón de Peter latía tan rápido como... como nada, no había comparación a lo que sentía. Era el momento más feliz de su vida, pero un súbito recuerdo lo aplastó como a una cucaracha: Liz estaba saliendo con Flash Thompson.

Después de tomar sus pedidos, Peter y Liz fueron a sentarse a una mesa, la rubia había insistido. Sin saber que hacer o sentir, Peter aceptó.

—Creo que me tardé demasiado en invitarte a salir —confesó Liz.

Peter parpadeó como si lo hubieran abofeteado.

—¿Qué? Tu jamás me invitaste a salir... —calló por un momento—. Alto, ¿Es esto es una cita?

Liz comenzó a reír. Peter no entendía, ¿había dicho algo mal? No sabía que ocurría entre Flash y ella, tal vez habían terminado o no, pero de cualquier forma, decidió disfrutar el momento lo más que pudiera. Lo que no parecía que no iba a ser mucho si seguía comportándose como idiota.

—Claro que no, Peter —dijo, y el corazón del chico se detuvo—. Pero el baile de mañana en la noche si que lo será. Por eso mismo... ¿Serias mi pareja en el baile navideño de los Osborn?

Ellos no van a lastimarme | Peter Parker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora