Una fiesta sin baile | 1.9

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—tranquila, solo faltan ocho cuadras más.

Aunque los zapatos de Jane no tenían tacones altos, seguían siendo tacones y sus pies empezaban a doler.

Cada palabra que decía Peter era un golpe más que le daría cuando tuviera la oportunidad.

—¿Tienes frío? —le preguntó Peter, con sincera preocupación.

—No —respondió, y era verdad.

—Pues parece que te estás muriendo de frío.

—Pues no me estoy muriendo de frío —carraspeó con dureza, la paciencia de Jane estaba al límite.

Y aunque no lo aceptó, Peter se quitó el saco y lo colocó sobre los hombros de Jane. La pelirroja se sobresaltó por el acto de Peter, pero finalmente aceptó y agradeció el gesto.

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque tenias frío.

Jane rodó los ojos —Me refiero al gesto, se supone que somos enemigos.

—Mi tía me dijo que debía hacerlo —se encogió de hombros.

—¿En serio?

Peter rió,— No... bueno si, pero lo hice porque quería hacerlo y no porque ella me haya dicho que debía, y de cualquier manera, ¿tú por qué viniste?

—¿Al baile contigo?

Él asintió. —No tenías por qué hacerlo.

—Tú tampoco, tenías una cita real con una chica real, y aún así me citaste en la escuela a las ocho.

—Teniéndote más cerca, podré descubrir más rápido tu secreto —sonrió Peter.

—¿Y te arriesgas a que yo descubra el tuyo?

—Yo no tengo secretos.

—Todos tienen secretos, aunque tu secreto sea que te masturbes con una foto de Flash Thompson, le sacaré provecho.

Al principio Peter no había comprendido lo que Jane había querido decir, y por más que quizo no lo dejó pasar.

Hubo un gran silencio mientras Peter pensaba, y cuando lo pilló se detuvo en seco.

—¿Crees que mi secreto es que soy gay?

—Para nada —Jane guiñó el ojo falsamente para burlarse de él.

Peter levantó las cejas en confusión, sus labios se apretaron y metió las manos dentro de sus bolsillos por inercia, además porque hacia frío.

—No soy gay —susurró después de otra cuadra más.

Jane miró de reojo a su acompañante con un poco de pena, pero era más la risa que le ganaba al pensar en que Peter se lo había tomado muy enserio. Frunció el ceño y apretó los labios para no reírse.

—¿qué es gracioso? —preguntó, malhumorado.

—Nada —la chica notó la mirada molesta de Peter y reafirmó—. No pasa nada.

Los pies de Jane ardían de dolor cuando por fin llegaron a la escuela.

Se veían luces por todo el cielo, pero lo que más llamaba la atención, quizá era el vestido plateado de Rosie Drew, la cuidadora de la entrada. Tanto era así que Peter creyó haber quedado segado por unos segundos.

Varias personas aún iban llegando a pesar de que había empezado una hora y media atrás, algunas otras parejas y grupos de amigos solo estaban afuera platicando o fumando (a escondidas por supuesto).

Lo primero que Jane hizo al entrar fue sentarse en una banca y desatar sus zapatos, sin embargo lo hizo en un mal momento, una chica con una cámara profesional apareció de la nada y tomó fotos de Jane frotándose los pies.

Al principio Jane se molestó y gritó a la chica que se fuera, pero finalmente no le importó y terminó sonriendo para la cámara.

—¿Ya estás bien? —chispeó Peter con una sonrisa.

Tomó asiento delante de su cita y la observó mientras ella seguía masajeando sus pies con el ceño fruncido—. ¿Te ayudo?

—¿A qué? —bufó, seguido de unos ojos en blanco.

—A ponerte los zapatos —ofreció amablemente.

Jane no se negó, hasta le pareció muy ridículo su ofrecimiento, ya no podía ser más vergonzoso. Le dio un zapato a Peter y levantó la pierna sin cuidar si la falda del vestido se levantaba mucho, Peter se arrodilló enfrente de Jane.

—¿eso es sangre? —preguntó anonadado al ver la mancha en la parte más arriba del talón. Dio una última vista al zapato y luego se fue hacia los ojos de Jane—. ¿Te lastimaste?

—No ahora —sonrió con mucha intensidad—. La última vez que los usé, sí. Fue una masacre, debí usar curitas por diez días para curarlo, y olvidé lavarlos.

Sin creérsela, Peter dejó pasar el detalle y ató los zapatos de nuevo, tardó diez minutos pero al final lo consiguió.

Después tomarse la foto de la entrada con un fondo falso tipo disco, ambos entraron al gimnasio de la escuela.

La decoración era sin tema, salvo que se considerara el "invierno" un tema. Muchas de las luces eran blancas y ahí adentro verdaderamente hacía frío. Jane aún tenía el saco de Peter.

—voy por algo de tomar, ¿quieres algo? —Jane intentó que su voz se escuchara por encima de la música y los gritos del gentío.

—Te acompaño —gritó Peter devuelta.

Todo parecía de lo más normal, pero como siempre, a veces te toca recibir un castigo que aún no se había manifestado y seguramente ya habías olvidado.

Un toque en el hombro llamó la atención de Jane, giró sobre sus talones encontrándose con Amanda Freyer, y lo más terrorífico era que tenía un vaso lleno de refresco en la mano.

—No tiraras eso sobre mi cara, ¿verdad?

Ellos no van a lastimarme | Peter Parker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora