Ellos no van a lastimarme | Peter Parker

La extraña familia Jas | 1.6

Lo único bueno era que el parque no quedaba tan lejos de la casa de Jane. Corriendo, no tardaron más de tres minutos, lo que los atrasó fue el flojo al que le rentaron el skateboard y los patines.

Jane vivía en un gran edificio. Pasaron el lobby, subieron al elevador y esperaron.

Las puertas se abrieron en el piso donde vivía Jane.

Lo primero que vieron fue a la mamá de Jane fulminándolos con la mirada, más bien sólo a ella, ni siquiera se percató de la presencia de otro ser.

—¡Por qué me haces esto? —fue lo primero que gritó la mamá de Jane.

—Yo  no... —intentó decir Jane, pero la señora Jas no se lo permitió.

—¡No me interrumpas! —interrumpió, "que ironía", pensó Jane—. No.

La señora Jas negó con la cabeza y repetía que no.

—No, no, no —seguía negando—. Esta no es la primera vez. ¡Primero huir en las noches para hacer skeibor'!

—skateboard —le corrigió Jane.

"Cállate", decía Peter nervioso entre sus pensamientos.

—¡Lo que sea! ¡Primero eso! ¡Después esas malditas pastillas y cuanta porquería compraste para quien sabe qué! ¡Y ahora me sales con esto! —parecía que sus ojos iban a salirse de sus órbitas.

Peter no sabía ni que hacer, era incómodo estar ahí parado viendo como le daban el sermón del año a Jane.

También pensaba en que la señora Jas vestía como una importante ministro, y sin embargo ahí estaba insultando a su hija de lo más normal.

—¿Y tú cómo te llamas? —el tono de la señora Jas bajó un poco.

—Peter Parker.

—Menos mal, creí que era ese tal Flash con el que andabas —ahora se dirigía a su hija, pero pronto volvió a Peter—. Lamento el mal rato que pasaste querido.

—Yo obligué a su hija a salir de la escuela, debería estar molesta conmigo —confesó.

La señora Jas comenzó a reír.

—Conozco a mi hija —le dijo a Peter—. Ese plan no funciona conmigo —ahora regresó a regañar a Jane— ¡y no creas que irás al baile esta noche! Más vale que le vayas diciendo al muchachito ese que no irás a ningún lado.

—Enterado —se le salió a Peter y a Jane se le salió una carcajada.

La mamá de Jane fulminó con la mirada a su hija, se dio media vuelta y se fue hacia el pasillo de la izquierda que daba hacia su habitación. Hubo un silencio incómodo.

—Entonces... —Peter se balanceó hacia adelante y hacia atrás.

—¿Quieres quedarte hasta que sea la hora de la salida?

—Creo que no quiero —respondió Peter—. Pero siento que tu madre te va a asesinar si me voy, así que me quedaré lo más que pueda.

—Seguro lo intentará —pegó una carcajada y Peter le siguió aunque no había entendido el chiste.

Jane le indicó a Peter que era subiendo las escaleras.

La casa de los Jas no era extraordinaria, ni grande, ni lujosa, pero tampoco pequeña ni sencilla.

Tenía un estilo inglés de los años cuarenta, clásico y elegante, y si no fuera porque ni Jane ni su madre tenían acento pensaría que eran británicos.

La puerta de la habitación de Jane era la única diferente, las demás tenían un tallado fino y seguían el mismo patrón. La que le pertenecía a ella parecía una puerta de los más normal, ni siquiera eso, parecía solo un pedazo de madera sacado de la basura.

Dentro era un poco más americano y menos británico. El color de las paredes era rosado con algunos manchones rojos, se veía agradable a la vista, también tenía varios posters pegados en la pared.

La habitación se veía vacía por tanto espacio y pocas cosas, básicamente solo estaba su cama con dos mesillas a cada lado, una mesa para tareas y un buró con una televisión encima, y dos puerta, quizá una para el closet y otra para el baño.

Había una gran ventana deslizante que daba directo a un balcón, todo era alucinante.

—Qué bonito departamento tienes —dijo Peter mientras dejaba su mochila en el suelo y seguía mirando alrededor.

—Mi madre es diseñadora de interiores. Al mudarnos no pudo evitar traerse casi toda la casa, le dolió mucho no poder traerse la alfombra.

—¿De donde eres? —preguntó.

Jane invitó a Peter a sentarse en el sillón que le correspondía a la mesa de tareas, mientras que ella se acomodó en la cama.

—Mm... de San Francisco —Jane abrió un cajón de la mesilla de su izquierda y de ahí sacó una bolsa de gomitas, le ofreció a Peter pero el no aceptó.

—¿Y por qué te mudaste a Queens? —por alguna razón Peter se vio interesado en saber más acerca de Jane y porque jamás la había visto antes.

—Trabajo de mi madre —respondió simplemente—. ¿Por qué me estás interrogando?

—No era mi intension que te incomodaras —se disculpó—. ¿Puedo pasar a tu baño?

Jane asintió sin tomarle importancia y señaló la puerta que se encontraba a un lado de Peter.

El chico se levantó del sillón y rápidamente entró al baño.

Al instante Peter se sintió un poco intimidado, su baño parecía de los que salen en las películas de miedo. Era blanco y estaba demasiado limpio, frente él se colocaba un espejo, de los que eran la puerta de un pequeño compartimiento para colocar maquillaje, medicinas y demás.

Algo llamó la atención de Peter, habían tres hojas de navaja sobre el lavabo.

Pero quizá lo utilizaba para algo de belleza, quiso pensar.

Fue a lo que fue, levantó las dos tapas del baño y se liberó. Pasó a lavarse las manos, pero la curiosidad lo picaba cada vez más.

Al final no pudo resistirse y abrió la puerta-espejo.

Todo parecía en su lugar, salvo que la mayoría de los botes de medicinas estaban vacíos. Habían un par de hojas de navaja más, unas cremas, perfumes, algunos botes para limpiar el baño y un kit de primeros auxilios.

Peter tomó la cajita de primeros auxilios pensando en que si ella hacía lo que parecía que hacía, la caja estaría usada o casi vacía.

Se llevó un gran alivio al ver que nada estaba abierto, ni siquiera las gasas. Pero luego pensó en que tal vez era nuevo porque el otro ya se había terminado.

Peter metió la caja de primeros auxilios y cerró la puerta del compartimiento con más fuerza de la planeada, por obra divina el espejo no se quebró. Se detuvo a verse en el espejo.

—¿Qué pasa Peter? —se preguntó a sí mismo—. Te estás volviendo paranoico. Por supuesto que ella no hace tal cosa.

Pasó a lavarse la cara y salió del baño, pero estaba solo, Jane ya no estaba ahí.