➳ Prólogo.

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Y cuando la noche cayó, él se levantó.

Desde el año pasado en Seúl comenzaron a verse diversos asesinatos y secuestros de, principalmente, omegas. Al principio nadie más que la familia afectada le daba importancia a esos sucesos, pero no fue hasta este año que estos siniestros eventos comenzaron a verse con más frecuencia. La población de Seúl, que siempre se caracterizó por estar formada por muchas personas adineradas, comenzó a demandarle al presidente más protección en zonas de peligro y donde habían desaparecido más pequeños y pequeñas omegas. Porque, además de buscar omegas, buscaban que fueran jóvenes, lindos y algo pequeños de estatura, en especial, un poco afeminados –en el caso de los hombres–, solamente para cumplir con el papel del omega perfecto.


Y como una gran mayoría de la población suponía, el presidente rechazó todas sus propuestas y humilló a todas las familias que ya habían sufridos por secuestros a sus retoños. Exclamó, en una gran entrevista, que era la policía la encargada de evitar aquellos casos y que él no iba a utilizar su poder para tomarle importancia a casos que carecían de ésta, que la mayoría de los culpables eran los padres por no cuidar de sus hijos, por no cuidar de los omegas, quienes, en su mayoría, exigían más atención que un alfa y un beta. Así mismo, también dijo que en Seúl la mayoría de las zonas eran particularmente privadas y no peligrosas y que si algún peligro era ocurrido en esas zonas, era culpa de la persona afectada por no tomar las precauciones necesarias.


Lo mejor de todo era que nadie sabía que en su linda y gran mansión, escondía a su hijo, un omega, tan súbito y bello, tan seductor como el pecado y tan delicado como una flor. Aunque no lo admitiera en voz alta, en su mente ya muchas veces se había puesto a pensar el día en el que, por algún accidente, secuestren o maten a su heredero. Y luego ¿qué sería de él? Su hijo era lo único que le quedaba de su ex esposa, era su viva imagen y era por esa misma razón que tanto lo añoraba.


— ¿Padre?—La bonita voz de su omega le dio a entender que ya estaba en casa. Solo bastaron unos cuantos pasos hacia la escalera para poder ver a su hijo bajar con rapidez y recibirlo con un amoroso y caluroso abrazo—. Dígame ¿cómo le fue hoy?—Su hijo era demasiado atento con su trabajo y su salud, igualmente.

—Muy bien, cariño, gracias por preguntar ¿y a ti? —Se separaron del abrazo y comenzaron a caminar hacia la cocina, donde minutos antes el omega ya había preparado una abundante cena para su padre, quién, en su mayoría de veces, utilizaba su voz de alfa demandante para que su hijo obedeciera sus reglas, una de ellas era la cena servida cuando llegara.

Y cuando la cena por fin terminó, su platica de temas triviales terminó igualmente, despidiéndose así con un silencioso "buenas noches" y luego, cada quien tomó su camino. Sí, tal vez en la parte de afuera de la mansión había un sin número de perros policías y de personas caminando de un lado a otro para poder proteger cada pequeña parte de la casa, pero dentro, esa era otra historia. Jimin, el pequeño omega, odiaba tener que compartir estancia con alguien que no fuera su padre o alguien que no fuera de confianza, el joven era muy débil aunque no le gustaba demostrarlo. Era una lástima que él no estuviera informado de la triplicación de la seguridad ni del tráfico de omegas que actualmente se estaba llevando a cabo.

Fue así, como en uno de los viajes de su padre, toda su vida comenzó a cambiar.

Cuando el reloj de su habitación marcó las dos de la madrugada y él se encontraba dormido, no sintió el cambio de temperatura por la razón de que la energía se había ido y ahora, solo quedaba su débil cuerpo iluminado por la poca luz lunar que entraba por su ventana. Unos ruidos –demasiado fuertes– se comenzaron a escuchar por la sala y por el susto que eso le produjo, el omega tuvo que despertar. Primeramente pensó que tal vez era uno de los hombres de su padre, quienes, a veces, tomaban la libertad de entrar a la morada y servirse un vaso de agua o agarrar alguno de los tantos libros de su padre. Jimin encontraba eso completamente innecesario y aterrador, ya que ellos nunca habían sido autorizados a entrar a la mansión y menos en la cálida madrugada.

Finding The Omega ✬ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora