Finales de Mayo 1943 - Puerto de Wilmington Delaware

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Termine de escribir mi carta, la introduje en la botella y la tire al mar, le ordene al resto de los soldados que hicieran lo mismo. Vendrían batallas fáciles, pero duras, cuando el país triunfa la gente se olvida de los caídos, sólo cuando se fracasa se recuerdan...  

Parece ayer cuando me enliste en el ejército, fue alrededor de 1939 cuando se desato la Segunda Guerra Mundial fue una decisión muy difícil pero debía cumplir la promesa que le había echo a mi madre antes de morir.  

Durante el periodo de entré guerras solo logre conocer a uno de los hijos de un médico que me salvo, su nombre era Ryan Bolt y en poco tiempo nos convertimos en mejores amigos, era fácil cuidarlo cuando uno es tan cercano, pero las cosas se me complicaban con el resto de los jóvenes, sólo los tenía vigilados y frecuentaba sus lugares para intentar conocerlos pero nunca se daban las oportunidades sus nombres eran, Ray Toro, Frank Iero y los mellizos Gerard y Mikey Way, ellos tampoco se conocían entre sí ni imaginaban que tenían algo en común.  

En un intento desesperado por evitar ir a la guerra trate de seducir un comandante, pero casi muero en el intento, también ofrecí dinero, pero nada funcionaba. Un día se me ocurrió un plan arriesgado, convertirme en hombre e ir a la guerra junto con ellos y protegerlos, fue así como hice la valija y viaje a otra ciudad, me vestí de soldado, rape la parte baja de mi cabeza y un poco los laterales, cuando me ponía el casco parecía que tenía el cabello rasurado, pero cuando me lo soltaba dejaba caer mi lacio cabello hasta por debajo de mis hombros. Comencé a ejercitar, trate de estar en buen estado físico pero eso no alcanzaba, rellenaba el uniforme con goma espuma en zonas como los hombros, la pelvis, pantorrillas y brazos para parecer tener un físico mejor, mande a hacer borcegos con una suela más alta, y aprendí a maquillar zonas de la cara para parecer que tenía mentón más ancho, labios más finos, en fin lograr una cara más masculina... Incluso corté un poco mis largas pestañas de mujer. Estaba desligada a como se veía mi cuerpo, no creía que fuera a regresar con vida, nací como mujer y las personas que me querían esperarían mi regreso pero la verdad era que iba a morir como hombre y que nadie extrañaría a aquel sargento.  

Al ingresar al ejército me destaque por mi agilidad y flexibilidad, fui subiendo de rangos hasta que llegue a Sargento Primero, cuando quise darme cuenta EEUU ingresó a la guerra debido a la caída del Pearl Harbor, tal como lo había previsto. Mi plan cambió, ahora que dominaba mi propio pelotón llevaría a mi gente lejos de las batallas, esquivaría los problemas hasta que la guerra termine, pero debía hacerle creer a todos que en realidad estaban combatiendo  

- Sargento - me dijo un soldado - ¿De qué sirve esto?  

- Es una despedida... - dije mirando el mar  

- Dicen que la guerra será fácil -dijo un cabo - no creo que haga falta una despedida...  

Me di media vuelta y lo golpee en la entrepierna con un rifle, el cabo se retorció del dolor no era la primera vez que este hombre me desautorizaba, el resto del pelotón se acobardo al ver la escena, esta situación innecesaria me serviría para que me tengan respeto.  

Camine entre los soldados y me detuve frente a Ryan, mi mejor amigo, el se espantó al verme parecía que veía un fantasma...  

- Deben respetarme, tienen mucha suerte de estar en mi tropa... - dije con voz varonil, al tiempo que tomaba la cara de Ryan como inspeccionandolo - me reconocen por no tener bajas en mi pelotón. Mire su expediente uno a uno, debo ser el único Sargento que elige a sus soldados... Por cierto mi nombre es Simón Ridder  

Me retire y los deje solos, me dirigí a hablar con mi comandante. El me dio los mapas y las misiones que debíamos cumplir, el viaje comenzaría con cinco días por mar, nos dirigiríamos a las Islas Midway.  

《The Guardian of War》*My chemical romance*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora