Capítulo 9: Gran... basura.

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(tn)...
Me miraba en el espejo. Hoy sería el gran día. Me veía hermosa. Sin embargo, mis ojos estaban cristalizados, y sentía cierto odio hacia todos: hacia mí, hacia el empleo de mi padre, hacia los empleados de Justin… hacia Justin en lo específico. ¿Cómo estaría casada con ese imbécil?
Sentí unos pequeños estirones en mi cintura. Era Maggie, una diseñadora que Justin había contratado, quien ahora estaba dando los últimos ajustes para mi vestido de bodas.
—Creo que eso es todo –dijo contenta admirando su trabajo— ¿Pasa algo? –pregunto al notar que yo no me veía muy alegre.
—¿Por qué lo preguntas? –Interrogue mirándola a través del espejo.
—Bueno, porque a juzgar por tu cara, yo diría que vas a un funeral. –se escuchó un poco burlona saliendo de la habitación.
Continúe mirándome en el espejo. Todo en mi estaba perfecto, menos aquella sonrisa que se había borrado desde que recibí esta cruel noticia.
Alguien azoto la puerta seguido de Shane, quien entraba sonriente a ver a su mejor amiga con un vestido blanco preparándose para el matrimonio.
—¡Hey! ¿A quién tenemos aquí? –Sonrió mientras me daba un fuerte abrazo– No puedo creer que esto esté pasando. ¿Dónde te habías metido? –pregunto apartándose un poco de mí.
—Estaba aquí. Con Justin. –Lo dije entre dientes disimulando mi desprecio.
—Me abandonaste sin decir nada, solo pegaste una nota en mi frente que decía: “te veo luego holgazán” –Recordó entre risas.
Admito que me dio un poco de risa, pero estaba tan marchita por dentro que no pude ni siquiera sonreír
—¿No me extrañaste? –pregunto entristecido al ver que lo deje riendo solo.
—Claro que sí, Shane. –conteste sincera
—Entonces, ¿qué te pasa? ¿No estás feliz por tu boda?
Mis ojos se volvieron a nublar.
Me dolía escucharlo.
—Sí. Solo estoy nerviosa. –Fingí una sonrisa limpiando una lágrima que se había escapado de mis ojos.
Él se inclinó y me miro a los ojos atentamente. Vi el verde color de sus ojos, y aquel ceño fruncido con expresión de “soy tu mejor amigo, no me mientas”. Me gire para no seguir mirándolo con la excusa de retocar mi maquillaje. El me detuvo y me giro por los hombros haciendo que quedáramos nuevamente de frente.
—(tn), si te está pasando algo solo…
—No —Lo interrumpí–. Todo está bien
—¿De verdad?
—Sí –conteste sonriendo nuevamente, pero el continuaba mirándome no muy convencido–.Solo… nervios de novia. –intente justificarme.
—Como quieras… –No me creyó.

Entonces ahí estaba yo. Caminado hasta el altar, con un ramo de flores en las manos, mientras todos los invitados se ponían de pie apreciando el momento.
Mi padre no había pasado conmigo porque yo me reúse con la estúpida excusa de que no había habido tiempo de ensayar. Pero la razón real era que no quería ver a papá entregándome al enemigo.
Gire mi cabeza lentamente para poder ver a mis conocidos. Ahí estaba Shane, mi padre, mi tío Jack, mis primas gemelas: Sandy y Mandy, mi primo Mark y mi tía Lina.
Me sentí un poco mal, ahora que caminaba al altar me acababa de dar cuenta de algo: me estaba quedando sola. Tenía tan solo un amigo, y mi familia estaba distante. Me hubiera gustado haber visto más invitados en un evento como este, pero los únicos invitados (además de mis pocos conocidos) eran familiares de Justin y varios amigos. El si los tenía.
Volví mi vista al frente y cada vez lo veía más cerca. Ahí estaba el parado con un traje negro, bien arreglado, pero a pesar de todo, volví a notarlo diferente. No era el mismo Justin de siempre. Su mirada de nuevo estaba fría, vacía… su actitud parecía diferente, y comencé a ponerme más nerviosa porque ni siquiera sonreía. Yo tampoco lo hacía.
—Buenos días a todos. Estamos reunidos para unir a estos dos jóvenes en matrimonio… —comenzó a hablar el pastor mientras mi mente y mi mirada estaban perdidas. Solo hablaba, y parloteaba mentiras, cosas que nunca pasarían entre Justin y yo.
Una mirada sobre mí me hizo mirar de reojo a mi lado, y era Bieber. Me miraba serio, malévolo… sus ojos me atraparon en aquella expresión vacía que me enloquecía, no sé si de furia o me enloquecía en el buen sentido.
Volví mi vista al frente mientras la ceremonia continuaba. Sería algo rápido y sencillo ya que ninguno de los dos estábamos felices de estar ahí, o al menos yo no lo estaba.
Sentí que Justin tomaba mi mano y lo mire confundida, luego note que ya habíamos pasado en la parte en la que me colocaría el anillo de matrimonio. Lo mire firme mientras él hacia un juramento hacia mí y hacia nuestro futuro.
Mis oídos nunca le prestaron atención, y solo escuchaba mentiras mientras colocaba aquel anillo que marcaba una diferencia.
Mire atenta el anillo. Mi corazón latió a mil por hora cuando note que el anillo era dorado con unos pequeños diamantes, pero eso no fue lo que más me impresiono, fue aquella forma de “infinito” que aportaba. Ahora era mi turno de hablar.
—Justin, yo… yo… —tartamudee sin saber que decir— yo prometo… —comencé a hablar con dificultad– amarte siempre –dije con el corazón partido–, estar a tu lado en las buenas y en las malas. —No pude decir más, y me adelante a colocarle el anillo.
—Por los poderes que la ley me concede, los declaro marido y mujer. Pude besar a la novia. —Terminó.
Atónita me torne por la situación. Alguna parte de mí no alcazaba a entender mucho de lo que pasaba y, mi cabeza daba vueltas.
La mano de Justin se puso en mi mejilla, y me beso al mismo tiempo que los aplausos de todos se escuchaban y denotaban felicidad. Todos estaban felices. Menos yo. Ni siquiera recibí su beso: me quede inmóvil mientras él me besaba, pero sus besos eran diferentes, no eran dulces como aquel beso que me dio en su auto. Se sentía diferente, tan diferente como su extraña personalidad.

La fiesta fue muy sencilla. Fue en un gran jardín de una de las casas de la familia Bieber. Había un par de mesas afuera, una gran mesa principal donde nos encontrábamos Justin, un gran pastel de bodas y yo. La comida también fue sencilla, un delicioso platillo y algo de vino. Nada más.
—No fue tan malo, ¿no lo crees? –me pregunto en un susurro tomando mi mano.
—Pues…
—Buenas noches –interrumpió la voz de mi padre–. Quisiera conocer al novio... al esposo de mi hija. –corrigió.
—Buenas noches –Justin se puso de pie dándole la mano, para lo que yo rodee los ojos debido a su hipocresía–. De verdad es una pena que a estas alturas apenas se entere de nuestra relación. –Fingió apeno que no tenía.
—Solo quisiera charlar un rato contigo –me miro–. A solas. –especifico mi padre intimidándome.
—Está bien. –contesto Justin de lo más tranquilo y luego se apartó junto con mi padre.
Me puso nerviosa el hecho de que Justin y mi padre estuvieran hablando en privado. ¿Si mi padre lo reconocía? Justin estaría muerto en un parpadeo junto con todos sus enredos y sus mentiras. A pesar de que eso me dejaría libre, no me agradaba la idea. Quería a Justin… vivo.
—¡Miren! Si es la señorita Berry, y se encuentra solitaria. –bromeo Shane sentándose a mi lado.
—¿Berry? –pregunte sin entender
—Tu esposo, ¿lo recuerdas? –continuo bromeando.
—¡Ah! Es cierto… —Solté reí nerviosamente en lo bajo recordando que el nuevo apellido de Justin era Berry.
—Bueno, ¿Dónde está el? –pregunto tomando un bocado de tarta.
—Está hablando con papá
—¡Uh! –exclamo entendiendo lo duro que eso era.
—Lo se… —Reí un poco.
—Bueno, ¿cono has sobrevivido sin mí? –pregunte jugando.
—¡Ni idea! Te extrañe demasiado, (tn). –Su respuesta me hizo sentir tan bien… al menos le importaba a alguien.
—Yo también te extrañe. –Sonreí de lo más cálida.
—Bueno, te dejo. –dijo en un susurro. Luego repare que Justin había vuelto de con mi padre.
—¿Qué tal la charla? –pregunte dándole un sorbo a mi copa una vez que Shane se había esfumado.
—Nada serio. Solo quería conocer más sobre mi familia. –me conto indiferente.
—Ah, ¿Qué cosas le inventaste? –me interese en eso porque si mi padre me preguntaba ya tendría algo que responder.
—Le dije que mi padre estaba ausente porque se encontraba en una convención de Joan Miró. –Solté una risa al recordar que mi padre amaba a Joan Miró, y que seguro la justificación que Justin conto sería suficiente para que mi padre le creyera, y no solo eso, si no que toda la familia “Berry” le agradara en automático.

La velada había sido muy rápida. Había sido una boda muy linda pero eso no evitaba que mi corazón continuara dolido. Las heridas no se curan en un par de minutos. Ahora, yo tenía una daga insertada en el corazón.
Justin conducía su auto en el que regresaríamos exhaustos a casa. Note que volvió a poner su mano en mi pierna, pero esta vez fue diferente a la vez del avión donde fue algo inocente. Justin se tornaba más que diferente, como otra persona.
Comencé a ponerme nerviosa cuando pasaba su mano por mi rodilla, sabía que no había nada inocente en ello.
—¿Algo se te perdió? –pregunte molesta.
—No. –Sonrió de lado y continuo con su mano en mi pierna sin importarle que a mi molestara.
Definitivamente este era un Bieber diferente, o tal vez estaba conociendo al verdadero Justin.
Cuando llegamos a casa lo primero que hice fue encerrarme en el baño y darme una buena ducha donde me deshice de todo ese maquillaje y el gran peinado que me incomodaban.
Me recosté en la cama mirando el techo como si de esa manera se resolvieran mis problemas. Cerré mis ojos intentando relajarme, y cuando estaba por quedarme dormida sentí que algo rozaba con mi anatomía. Era Justin quien se recostaba sobre mí, deteniéndose sobre sus codos para no soltar ni un solo gramo sobre mi cuerpo.
—¿Qué haces? –pregunte sin aliento.
—Nada. –contesto mientras besaba mis labios.
—Justin… —Me calló con otro beso, uno tras otro. Lo disfrutaba tanto, pero seguía pensando que sus besos se encontraban diferentes.
Supe que las cosas subían de tono cuando la mano de Justin se filtró debajo de mi blusa y comenzó a acariciar mi abdomen. Era un manojo de nervios, y no podía pronunciar palabra alguna. El gato me había comido la lengua.
—Justin —volví a llamarlo pero continúo ignorándome—. ¡Detente! –dije en voz alta alejándome un poco de el— ¿Qué planeas? –pregunte extrañada mirándolo a los ojos.
El nada más sonrió chueco y se volvió a abalanzar a mis labios obligándome a caer nuevamente en sus garras.
No podía evitarlo. Sus labios me hipnotizaban para entonces encontrarme ahí siguiendo sus besos, uno tras otro. Y estos besos definitivamente no eran tiernos, ni mucho menos inocentes; eran voraces, provocativos, rápidos, rudos… exquisitos.
Oh, (tn)… era tan tonta, tan ingenua. No captaba lo que estaba sucediendo pero me gustaba de igual manera.
—Justin… —susurre entre besos recobrando el aliento, para nuevamente intentar detenerlo.
—No me llames así. –dijo con voz ronca mientras besaba mi cuello.
No supe porque no quería que lo llamara por su nombre, pero de todos modos no le di importancia.
Intente apartar su boca de mí, y cuando lo logre me le quede viendo. Estaba confundida, ¿de verdad le gustaba? ¿El me gustaba a mí?
Se acercó una vez más, tomo mi mentón y beso mis labios, despidiendo así la noche para que luego ambos durmiéramos sin decir ni hacer nada más. Pero el no parecía estar confundido.

AVISO:

------------Ya de regreso! después de unos pequeños problemas ya podre seguir subiendo la nove, asi que como saben 10 VOTOS Y SIGO!!---------

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora