Capítulo 21: Cayendo.

9.4K 360 26
                                    

Gire mi cabeza sin dejar de apuntar a Justin, y me encontré con el señor Bieber con un arma que apuntaba a mi garganta....
—¿Dónde está Jason? —hable pausadamente. Pero tenía más ira que miedo.
—Donde este.
—Matare a Justin si no habla. —Advertí.
—Si te atreves a jalar del gatillo yo te matare a ti.
—Como quiera. Yo no estaré aquí para llorar por nadie, en cambio, usted llevara la muerte de su hijo por un largo, largo tiempo.
—Tú no serias capaz de matar a Justin. Sientes algo por él. Y yo lo sé.
Jeremy hablaba un poco insensato. Yo sentía algo de aprecio por Justin; había sido muy amable anteriormente, pero ahora… era un idiota que merecía morir. Como me lo había dicho Jason: “Todos merecen morir. Todos”
—¿No? ¿Quiere arriesgarse? —Encarne una ceja.
—Papá, solo déjala —Intervino Justin—. Dile donde esta Jason, de todos modos no lo encontrara.
—¿Qué? —pregunte en un susurro. ¿Qué le habían hecho?
—Está bien, le diré donde esta Jason —Le dijo a Justin—. Ahora, baja el arma (tn). —Me pidió.
Mis manos continuaban temblando, no estaba segura de bajar el arma… no estaba segura de nada.
Me arriesgaría.
—De acuerdo. —dije a punto de poner el arma en la cama.
No tan rápido. Antes de que el “gran” señor Bieber lo supiera, gire mi mano y le dispare.
—¡NO! ¡¿QUÉ TE PASA?! —Grito Justin empujándome para luego correr a donde se encontraba su padre tirado. Tan solo lo había herido.
Ahora entendía, estaba entendiendo lo que Jason sentía cada vez que jalaba del gatillo, ¡diablos! Era una todo un agasajo. Era excitante, liberador…
—¡Te matare! —escuche a Justin gritarme.
—¡Vamos! Atrévete. —Me burle de él.
Justin tomó el arma y me apunto. Estaba temblando y tenía lágrimas en toda su cara.
—Solo… —Puso la pistola en el piso— solo vete. No vuelvas.
—No sin que me digas donde esta Jason. —volví a presionar.
—¡(tn), solo vete! ¡Vendrán por ti! —grito con histeria entre alaridos.
—¡Dime donde esta Jason! —continúe preguntando en una guerra de gritos.
—¡Vete! —Continuaba pidiéndome— ¡No quiero que te pase nada, solo vete!
—¡¡Dime donde esta!! —me desespere aún más.
Escuche algunos trotes que se dirigían a la habitación. Eran cuatro hombres armados. Mi vista se deslizo hasta Justin quien se tapaba el rostro con ambas manos mientras negaba con la cabeza. Entendí porque me había pedido que me fuera.
—Lleven al señor Bieber a un hospital privado. La policía no puede saberlo —dio instrucciones uno de ellos a los demás—. En cuanto a esta chica… Llévensela. Estoy seguro de que al Señor Bieber le dará gusto verla una vez que se encuentre mejor. —Se puso feliz.
Esposaron mis manos, y a las malas me llevaron hasta la salida con dificultad, pues yo no dejaba de sacudirme intentando liberarme.
—¡¿Dónde está Jason?! —continuaba gritándole a Justin, quien aunque no estuviera viendo sabía que me estaba escuchando.

Y es aquí donde mi narración comenzó. Estoy aquí, en una casa en medio de la nada, sentada en el piso con la boca vendada y las manos encadenadas, siendo rehén de un criminal, esperando ser liberada y encontrar al amor de mi vida.
No podía ver muy bien… estaba todo oscuro y no había ninguna ventana cerca. Mi corazón estaba palpitante y de mis ojos brotaban lágrimas. Solo le pedía a Dios que mi Jason estuviera bien… solo eso.
Mi cabeza dolía fuertemente. Me habían metido a la camioneta a la fuerza, que incluso estoy comenzando a pensar que uno de ellos me golpeo, pero no sé si fue eso o simplemente el cloroformo del pañuelo.
Había un aroma a… ¿rosas? Sí, era eso. Me percaté de que no estaba en un lugar corriente y decadente como la mayoría de las películas de secuestros. Me fije en el piso y logre distinguir que era de caoba. En el techo había una lámpara bastante fina y me acompañaba una cama con respaldo y base de madera importada.
Estaba realmente asustada. No sabía dónde estaba, solo sabía que quería estar con Jason. Quería tenerlo a mi lado y volver a llevar nuestra antigua vida. Quizá una vida mejor a la que ya teníamos. Eso sería difícil, pero me arriesgaría, arriesgaría todo por volver a sentir sus labios sobre los míos, y aquellas caricias bajo las sabanas. Lo daría todo.

Jason.

Estaba cansado. Me la había pasado todo el día luchando con la puerta. La golpeaba con mi costado con alguna esperanza de abrirla. No había funcionado. Pero dormiría convencido de que la había aflojado, y quizá, mañana con un gran golpe podría derrumbarla e ir en busca de mi pequeña (tn).
Al día siguiente, los rayos del sol que se asomaban por esa pequeña rendija comenzaron a molestarme. Desperté y enfoque mi vista en la puerta. Me puse de pie y aun con las manos esposadas en mi espalda le di un gran golpe a la puerta que me dolió hasta el alma, pero hizo que la puerta se rompiera un poco de la parte de abajo. Me hice un poco para atrás, di unos cuantos trotes y le di un último golpe que dejo la puerta destrozada.

Justin.

Ayer (tn) había enloquecido. Todavía no me creía que le hubiera disparado a mi padre. ¡Ese Jason la había cambiado! Pero yo aún la quería, y la quiera conmigo.
Ahora me dirigía a la habitación donde ella se encontraba atada. No me gustaba la idea, pero era peligroso dejarla sin ataduras. Ya no era como antes, ahora, (tn) era un arma.
—Buenos días. —Salude lo más dulce que pude tomándola con mi mano. Aún continuaba un poco dormida, y con el tacto hice que levantara el rostro y me mirara.
Se me saltó el corazón cuando repare en que tenía una venda en su boca que le impedía hablarme. No dude en quitársela, es decir, a lo mucho me diría unas cuantas palabrotas.
—Te lo preguntare una vez más, Bieber: —Se veía cansada, agobiada, pero llena de odio—¿Dónde está Jason?
—(tn), déjate de eso. Quiero que estés conmigo porque Jason es peligroso y yo solo…
—Jason jamás me golpeo. Tu sí.
—(tn)… —No supe que decirle. ¿A caso mi hermano era el bueno y yo era el malo? Sonaba loco.
—Quiero que me dejes libre. Quiero seguir con Jason y te juro a ti y a tu padre que no volveremos a intervenir en su camino.
—Perdóname. No puedo hacer nada por ti. Traeré tu desayuno.
Me fui porque no podía seguir mirándola; estaba llena de odio, podía ver el fuego en ella, y eso me dolía, porque me odiaba a mí.

(tn)

Estuve todo el día en el piso. Me dolía el cuerpo, anhelaba estar sentada o recostada en esa cama. Simplemente quería quedarme dormida mucho tiempo y que al despertar solo se tratara de una pesadilla.
Mis deseos se fueron haciendo realidad cuando mis ojos se fueron cerrando lentamente debido a mi cansancio. Me quede profundamente dormida, quizá por horas. Estaba soñando cosas extrañas. Jason estaba ahí, también Justin y Kim… la pequeña Kim. Yo la tomaba de la mano y nos dirigíamos a la escuela, entonces aparecía Justin de la nada y se la llevaba con él. Jason había desaparecido.
Un fuerte golpe en mi puerta me alarmo al instante. Me desperté y gire la cabeza para ver que alguien había pateado la puerta abriendo un gran agujero en ella. Era Jason, eso fue indudable cuando vi sus botas.
—¡(tn)! —me llamo esperanzado de una respuesta.
—¡Jason! —conteste feliz de escucharlo una vez más.
—¿Puedes salir? —preguntó por si me encontraba atada a una silla o algo por el estilo.
—Eso creo… —conteste dudosa debido a que no podía ni siquiera mantener la vista firme.
—Ven aquí, mi amor. —Una sonrisa se escapó de mi rostro mientras intentaba ponerme de pie… incluso en una situación así continuaba llamándome de ese modo que me volvía loca.
Nos adentramos en esa misteriosa casa donde nos tenían encerrados. No sé cómo supo Jason que yo me encontraba ahí, pero lo importante es que ya nos encontrábamos camino a la salida. Caminábamos sigilosamente emitiendo cualquier posible ruido.
—¡Jason! —susurre alarmada cuando vi una sombra bajar por las escaleras.
—Tranquila, sígueme —susurro y yo le obedecí caminando detrás de él.
Vi una puerta de cristal que daba para el jardín. Supuse que saldríamos por ahí
—Ayúdame a abrir la puerta.
Fui hasta la puerta y me puse de espaldas para poder usar mis manos y deslizar la puerta de cristal mientras Jason buscaba algo en la cocina.
—¡Vámonos! —Le dije apurada.
—Espera, aquí debe estar el galletero.
Encarne una ceja, no estaba entendiendo porque buscaba un galletero.
—No es hora de buscar galletas. Solo vámonos.
—¡Lo tengo! —exclamo golpeando el galletero con su hombro, este se abrió y Jason se las ingenió para sacar algo de su interior.
—¿Qué haces?
—Aquí están las llaves de las esposas que atan nuestras manos. —dijo contento.
Sonreí de lado.
De verdad Jason sabía muy bien cómo tratar estos casos, o más bien, conocía muy bien a su familia.
Ayude a insertar la llave en las esposas de Jason y lo libere, ahora el con más facilidad me libero a mí, y caminamos hasta el lujoso jardín de la casa que nos había aprisionado.
Nos dirigimos hasta el estacionamiento donde se encontraba un hermoso auto deportivo color negro. Mire el auto decepcionada; las ventanillas estaban cerradas al igual que las puertas. No había manera de tomarlo.
—Si llegamos a la carretera podemos… —No me dejo acabar cuando me dejo sin aliento al patear rudamente la ventanilla rompiéndola en miles de pedacitos— o podemos hacer eso. —dije graciosa.
—Sube. —dijo él entre risitas quitando el seguro del auto.
Abrió bruscamente la parte lateral del volante. Había muchos cables que seguramente controlaban el acceso a la llave que encendía el motor. Jason actuaba rápido, y en un dos por tres el auto ya estaba encendido. Él chico tenía experiencia.
—¿Por qué la casa estaba vacía? —pregunto curioso.
—Tal vez todos están en el hospital ahora.
—¿En el hospital? —preguntó sonriendo de lado.
—Sí. Le di un tiro a tu padre. —respondí entre risas algo avergonzada.
—jaja, vaya… no sabía que estabas tan loca. —bromeo simpático.
—¡Vamos, Jason! Solo conduce. —continúe jugando.
—Está bien, está bien… lo que la princesa ordene. —Me miro sonriente y después regreso su vista al camino.
Después de dos noches tan locas al fin volvíamos a estar juntos. Ahora solo quedaba esperar que las cosas fueran como antes.

Jason.

No fuimos a casa. Nos dirigimos al lago Parachute, un hermoso lago fuera de la ciudad. Empujamos el auto hasta el fondo y con él se habían ido casi todas las angustias que habíamos pasado en estas dos noches. Me moría por besar a (tn), volver a mi casa y mirarla cepillase el cabello una vez más. Volver a casa no era posible.
—¿A dónde vamos? —pregunto (tn) dando unos pequeños trotes para alcanzarme.
—Llame a Josh. Vendrá por nosotros y nos iremos directamente a Los Ángeles.
Y así fue. Josh, mi viejo amigo paso por nosotros. Nos dirigimos hasta el aeropuerto donde inspeccionamos todo a la perfección, y nos percatamos de que una vez arriba del avión estaríamos a salvo.
La note distante. No dejaba de ver la ventanilla y su mirada se tornaba entristecida. Sin duda algunos recuerdos rondaban por su cabeza. Seguramente extrañaba a su padre, a sus amigos, a todas esas cosas que termine por arrancarle. La pregunta era ¿Verdaderamente era feliz conmigo? No lo sabía.
—¿Qué pasa? —Le pregunte dándole un abrazo, ella me regalo una sonrisa.
—No es nada.
—Yo creo que sí.
—Jason… —Se detuvo— ¿Justin y tu padre irán tras nosotros? —La cuestión me enmudeció.
—Sí. —No le iba a mentir, porque yo sabía que este no era el fin.

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora