Capítulo 33: Morir con los ojos abiertos

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Justin.
Con frecuencia iba al cementerio de Phoenix y peguntaba por su cuerpo. Me decían que se encontraba en la zona B, lapida quinientos treinta. Entonces, cuando estaba frente su lapida mis ojos derraman lagrimas sobre la piedra. Dejaba un ramo de rosas sobre ella, eran sus favoritas. Luego, me iba cargando con la culpa. ...
Yo pude haberla salvado.
—¿De dónde vienes? Fuiste a llorar a esa estúpida, ¿no es cierto? —preguntó mi padre llenándome de ira.
—¡Yo voy a donde quiera! Y (tn) no es ninguna estúpida.
—¿La defiendes? ¡Casi me mata! —me reclamo mi padre.
—¡Tú la mataste! —le reproche saliendo nuevamente de casa.
¡No quería ni verle la cara a mi padre!, el mismo que se había convertido en el asesino del amor de mi vida.

(tn)
Me encontraba en la bañera. Sola. Miraba el techo, como si esa fuera la solución de mis problemas. No había día en el que no pensara en Jason, en su regreso. Michell, mi sirvienta y una de mis más fieles confidentes, me había dicho que lo mejor era ya olvidarme del chico. Así como decirle adiós fue lo más sano, lo más sano ahora era olvidarle. Cuatro años sin saber absolutamente nada de él.
Cada maldita noche llorándole a su recuerdo. Mi almohada era mi único consuelo.
La única cura para aliviar el dolor de un amor perdido, es su regreso.
El mío no volvería.
Mi corazón se disolvía en mi amargura, en mis problemas. Desde que Jason se fue mi vida jamás volvió a ser igual. Yo tampoco era la misma niña inocente. Ya no era la misma (tn) que Jason había conocido, pero el amor que yo le tenía no había cesado.
—Señorita Black, el señor Milton la espera abajo. —Me informó una sirvienta al otro lado de la puerta.
Cerré mis ojos con fuerza.
No quería ver a ese tipo, no hoy que cumpliría cuatro años de “casada” con Jason.
Y sí, cabe aclarar que ahora Jake Milton era mi nuevo novio. Un buen partido, según mi padre. El mismo había propuesta nuestra relación. Dijo que eso me ayudaría a olvidar a Jason, y seguramente nos entenderíamos, y nos llevaríamos bien. Bueno, no tenía razón en nada. Yo y Jake teníamos la peor relación posible.
Si venía siendo cierto, Jake no era el mejor novio del mundo. A veces me ignoraba, otras veces estaba sobre mí. Pero él no era él del problema, era yo. Me había amargado y no lo quería a él. Tampoco quería a Jason.
Ya no quería a nadie.
Salí de la tina y coloque mi ropa.
No estaba de humor para ver a ese idiota.
Sequé mi cabello con el secador y me maquille un poco para finalmente ir a ver a “mi querido” Jake.
—Ardiente… —halagó (si se le puede decir así…) a punto de darme un beso en los labios que terminó en la mejilla ya que moví mi rostro. No soportaba sus besos.
—Gracias Jake. —dije sin ganas.
—¿Qué quieres hacer hoy? —me preguntó sonriente ignorando mi ánimo. Él ya sabía que yo era así, y no parecía importarle.
—No sé. Lo que sea está bien por mí.
—amm… bueno, ¿vamos a comer? —me prepuso el chico.
—¿Sabes? No tengo ánimo. Hay que quedarnos aquí. ¿Te parece? —Él afirmó con la cabeza y volvió a sentarse en el sofá— Lo siento Jake… —le dije algo apenada. La verdad no recordaba la última vez que le había hablado bien.
—Este bien. No sé porque eres tan fría… pero yo te quiero así. —Me lanzo una sonrisa.
Sentí por un momento que YO MISMA había adoptado la personalidad de Jason. Me sentía como él desde la primera vez que dispare al señor Bieber. Sentir la adrenalina era algo que yo necesitaba y no lo encontraba del todo en Jake.
—Michell —llamé a la sirvienta—, ¿Puedes preparar algo para mí y para Jake?
—Claro señorita. —Afirmo la sirvienta yendo al instante a la cocina.
Tomé asiento a lado de Jake quien me estaba mirando. Me incomodaba un poco. Ponía una cara que me hacía sentir culpable de ser tan mala con él. No entendía como el chico seguía conmigo a pesar de lo despectiva que era todo el tiempo. Lo hacía sentir mal, lo obligaba a atender todos y cada uno de mis caprichos y el parecía estar bien con ello. Tal vez estaba loco.
—¿Quieres contarme algo? —Me preguntó Jake jugando con mi cabello.
—No. ¿Por qué? —Me alejé un poco para que dejara mi cabello en paz.
—No sé. Te noto distante. ¿Todo está bien? —preguntó con el ceño fruncido.
—Sí. Todo en orden. —contesté firme.
—Está bien. —Tomó mi mano y planto un beso en ella.
Lo miré con la misma mirada indiferente que siempre le dedicaba
—Los bocadillos están listos. —Interrumpió Michell con una bandeja de canapés.
—Gracias Michell, ¿podrías traer algo de vino tinto?
—Claro que sí, señorita. —Se volvió a retirar.
—¿Cómo van las cosas con Mildred? —Casi me ahogo cuando Jake me preguntó por esa tipa.
—¿Cómo mas podrían ir? —contesté golpeado.
—No es para tanto… —dijo Jake sintiendo que su pregunta había estado fuera del lugar. No le contesté nada. La verdad sí me había molestado. Mildred era la nueva esposa de mi papá. Era una mujer más alta que yo, cabello rubio, ojos verdes. El problema no era que fuera esposa de mi padre, el problema es que era una aprovechada y solo yo y las sirvientas lo habíamos notado. Yo misma había visto como Mildred tomaba dinero de la caja fuerte de mi padre. Altas discusiones tenía siempre con ella, terminaba llorando en brazos mi sirvienta Michell. La estúpida se hacía “inocente” y yo terminaba teniendo una charla con mi padre. Siempre me decía: “hija, sé que para ti es difícil que este casado, pero Mildred jamás ocupara el lugar de tu madre. Debes tener paciencia. Mildred será un buen ejemplo para ti”. Maldita.

Justin.
Estaba por salir de casa a una pequeña reunión que tendría con socios de mi padre cuando lo escuche hablar por teléfono desde su habitación. No me hubiese parado a escuchar si el tema no me importara, pero el tema era (tn) y quería escuchar cada palabra que tuvieran que decir sobre ella.
—¿Estás hablando enserio? —preguntó mi padre más que sorprendido— ¡Pero yo mismo la mate! —Exclamo—. Mi hijo va con frecuencia a visitar a la estúpida Black al cementerio. Su cuerpo está allí —continuó intentando entender mientras yo intentaba escuchar más del tema—. ¡Maldito Jason! —Colgó el teléfono con un golpe. Apoyo sus manos sobre la mesa, tomo aire y una copa de vino para calmar sus pesares— ¡Justin! —me llamó a lo que yo no respondí— ¡Justin! —me volvió a llamar saliendo de la habitación.
Ya me había escabullido directamente a Mercedes. ¡(tn) estaba viva! Ahora que mi padre lo sabía, volvía a correr riesgo.

(tn)
Jason me contó una vez que había dos tipos de muertes: La muerte eterna y la muerte en vida. Yo me clasificaba en la muerte en vida. Mi agonía día a día me asesinaba. Sin Jason mi vida valía poco, no me importaba nada más. Lo extrañaba con locura y mi vida se había ido al precipicio.
Entonces, ahí estaba yo, en un puente sobre la carretera más concurrida de la ciudad.
Mis lágrimas se ocultaban tras la máscara de la lluvia.
Fue ahí cuando me senté en el barandal del puente. Fue como si no me importara caerme. Estaba sentada libremente, sin importarme si caía o no. Ya nada me interesaba. En lo absoluto. Me puse de pie sobre los barrotes, me sorprendía no haber resbalado, la lluvia lo había hecho resbaladizo y a pesar de eso continuaba de pie, mirando la altura a la que me encontraba. Solté uno de mis pies, como si fuera a dar un paso. Cerré los ojos y cuando estaba a punto de lanzarme al vacío, alguien tomo mi capucha y me hizo caer contra el piso del puente.
—¡Estás loca! —me gritó.
—¡Justin! —Lo abrace fuerte, al mismo tiempo que volvía a llorar.
—Sí. Ya todo estará bien. —Acaricio mi cabello abrazándome también.
—Eso no es verdad. —le dije entre sollozos.
—Querida, ahora estoy aquí, para ti. —Besó mi frente.
Siempre me habían dicho que si no tenía nada bueno que decir, no dijera nada. Entonces no le conteste
—¿Cómo es que estas viva?
—No lo sé. Fue un simple milagro, supongo. —contesté en sus brazos.
—Mi amor, no sabes la agonía que tenía al pensar que estabas muerta. —Me acurruco aun estando en el piso.
—Aun no lo estoy.
—No digas eso —dijo cerca de mis labios—. Yo te amo.
Entonces, beso mis labios.
Con que así se sentía… ya me había olvidado de cómo eran los besos de Justin. Solo lo había besado un par de veces antes del “cambio” de hermanos. Admito que me encanto volver a besarlo, pero no era Jason.

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora