Capítulo 40: Hermandades peligrosas

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Justin....
Admito que estaba algo asustado. La incertidumbre del momento era mi agonía. Solo entendí las peticiones de mi hermano y conduje hacia el aeropuerto.
Me sentí extraño… Jason y yo nunca habíamos sido de esos hermanos que comparten experiencias, momentos, ni lugares. Ahora estaba compartiendo algo con Jason, tal vez no era la forma en la que yo hubiera querido que se dieran las cosas, pero por mi estaba bien. Me conformaba la idea de que quizá estaba por recuperar los años que había perdido.
Cuando llegamos al aeropuerto deje que Jason se bajara primero. Se notaba ya menos adolorido; si algo sabía hacer mi hermano era tragarse el dolor y, todos y cada uno de sus sentimientos.
Yo y (tn) vimos la forma en la que Jason inspeccionaba el lugar haciendo presión en su brazo, cerca de la tela que (tn) había colocado.
Desde la penumbra de la noche me percaté de que un hombre misterioso se acercaba. Cargue un arma y abrí la puerta.
—Tranquilo. —Me pidió Jason extendiendo una mano hacia mí. Supongo que presintió mi acción porque ni siquiera me miró.
—Jason, te estaba esperando. —dijo el sujeto.
—¿Traes los pases? —preguntó mi hermano.
—Eso depende… —habló el tipo registrando el auto, como si algo dentro pudiese servirle.
Tomé a (tn) de la mano y prepare mi arma.
El hombre no se me hacía de fiar, pero Jason parecía confiar plenamente en él.
—¿Trajiste el pedido?
—Claro. Justin, pásame la caja. —Me indicó Jason apuntando el lugar que contenía las armas.
Se acercó hasta la ventanilla donde me encontraba yo.
—Saca tres armas. —susurró bastante bajo, que apenas yo pude escucharlo.
Asentí con la cabeza y escondí el resto de las pistolas bajo el asiento del copiloto, luego le entregue la caja a Jason.
—Escóndalas. —Indicó muy cerca de mi odio cuando tomó la caja de armas. Me di cuenta de que por lo visto Jason no confiaba del todo en ese tipo…
—¿De qué se trata? —Me preguntó (tn), algo asustada cuando vio que le pasaba dos de las armas, claro, no sin quitarles las municiones antes.
—Querida, esconde estas armas. Que no las vea ese tipo. ¿Entendiste? —hablé en lo bajo.
Ella me hizo un gesto que me indico que me obedecería. Recibió las armas y coloco una en su pantalón y otra la enredo entre su blusa. Yo me encargue de esconder el resto de las pistolas y municiones en una de mis maletas, pero no todas pudieron entrar, así que guarde tres armas en mí chaqueta.
—Chicos, bajen. —Nos pidió Jason a lo lejos mientras el sujeto analizaba las armas. (
tn) y yo le hicimos caso.
Abrí la cajuela y baje las maletas de los tres.
Seguí a Jason casi pisándole los talones. (tn) venia atrás algo distante, pero no le tome en cuenta. Mis ojos no se apartaban de nuestro misterioso guía.
—Bueno, así de simple. Aquí están sus tres boletos marcados como si ya hubieran pasado por seguridad. Entran por la puerta y sencillamente les revisaran el sello —Nos mostró a todos un boleto sellado—. Sin trabas ni nada que te desagrade Jason. —le dijo específicamente a él.
Jason movió la cabeza convencido del buen trabajo de su secuas. Sin decirle nada más, le arrebato los boletos y nos los entregó.
Yo estaba sumamente nervioso cuando pasamos a entregar los boletos sellados. Estaba al pie del avión y sentía que una de las armas que había escondido tras mi chaqueta estaba resbalando. Le hice un gesto a Jason y el entendió que estaba en problemas.
—Disculpe, mi hermano tiene problemas. Tiene fobia a las alturas y está algo nervioso por el vuelo. ¿No podría apresurar los trámites para que pueda ir a sentarse ahora? —le comentó astutamente a la señorita que estaba recogiendo los boletos.
—Claro, no tenía idea —dijo inocente en lo que pareció una disculpa—. Toma tu boleto —Me dijo regresándolo—. Todo en orden. Que disfruten el viaje.
—Gracias. —contesté apurado tomando mi pecho justo a la altura donde el arma se encontraba.
A la mujer no se le hizo ya para nada extraño, se quedó con la idea de que estaba realmente asustado.
—Te debo una, Jason. —le dije en lo bajo cuando pase por su lado.
—Me deberás muchas… —contestó con cierto misterio, pero preferí no preguntar.
A veces el conocer la mentalidad de mi hermano me perturbaba de gran forma. Jason no tenía los pensamientos más normales y humanos del mundo… eran sencillamente perturbadores. Esa es la palabra.

(tn)
Había sentido a Jason distante. Bastante, diría yo. Solo miraba por la ventanilla del avión, su mirada se perdía en el precipicio, como si quisiera arrojarse.
Mis ojos se quedaron clavados unos instantes en él. Él era tan… malvado, sin corazón, despiadado… ¿Cómo lo podía amar? Éramos tan diferentes… pero tan iguales.
De nuevo venía a mi cabeza el momento en el que besé a Justin por primera vez. ¿Por qué había sido tan perfecto? Pero nada comparado a los besos de Jason, a la manera tan suya de hacerme sentir especial de una manera diferente.
Mi vida tomaría un nuevo rumbo. No sabía con exactitud lo que me esperaba, ni siquiera sabía a donde nos dirigíamos. Mi vida había tomado un rumbo lleno de drama, balas y mafia.
Mi corazón latía a mil por hora cuando el avión estaba aterrizando. Moría por ver la ciudad en la que nos encontrábamos.
Miré a un lado donde Justin estaba sentado, vi que se asomó por la ventana, quizá el también intentaba reconocer la ciudad.
—¿Sabes dónde estamos? —le pregunté a Justin. El negó con la cabeza y miro a Jason buscando una respuesta.
—En Nueva York. Tu padre está aquí, Justin. —aclaró Jason, como si Jeremy no fuera su padre, pero eso no era lo que más nos intrigaba, la duda seguía ahí, ¿Qué hacíamos en Nueva York? Luego, tras recordar lo que Jason había dicho en el auto, un escalofríos recorrió mi cuerpo al mismo tiempo que lo miraba a los ojos, ¿enserio Jason se atrevería a ponerle punto final a esta situación? No quise saberlo. Simplemente lo ignore y tome mis maletas, en cambio, Justin continuaba mirando a Jason. Lo estaba analizando, como si intentara buscar la solución en su persona.
—¿A dónde se supone que iremos? —pregunté bajando del avión.
—Un amigo me tiene un departamento preparado. Estaremos ahí un par de días y luego iremos a Inglaterra y nos olvidaremos de esto.
—¿De qué hablas? —preguntó Justin— ¿Cómo puedes pensar en olvidarte de esto? Esto es lo que soy, esta es nuestra vida y esto es lo que eres, Jason.
Jason hacia una mueca de aburrimiento. Seguro no tenía ganas de escuchar a Justin.
—¿Me estas escuchando? —insistió Justin jalándolo del brazo.
—Mira, estúpido. Tengo una bala en el brazo, así que si no te importa, ¿puedes dejar de tocarme? —Su voz fue tan amenazante que incluso me asuste un poco. Nunca había escuchado ese tono de voz en él, pero Justin parecía estar acostumbrado a ello y solo calló.
Tomamos un taxi. No escuche la dirección que Jason dio, estaba tan clavada en estar pensando en cuales eran los planes de Jason que ni siquiera estaba en este mundo, estaba vagando en el mío propio.
Jason era tan… inusual. A veces sentía que él me amaba, pero otras veces me hacía creer que no era nada más que un estorbo.
Conforme avanzábamos en la ciudad, comencé a ver que entrabamos a una zona no muy decente. Había un par de chicas con faldas cortas y tops, coqueteando con unos sujetos que parecían estar adinerados. Luego, vi a un par de vagos. La verdad, me espante un poco, ¿de verdad nuestra estancia estaría ahí? El taxi se detuvo, cosa que me aviso que efectivamente viviría ahí, un corto lapso de tiempo. Pero estaría ahí.
Jason pago al conductor y entonces Justin bajo por un lado del auto, Jason por el otro y yo detrás de él. Lo tome de la mano, no estaba segura si él quisiera tomarme de la mano por la manera tan cortante en la que me hablaba y me miraba, sin embargo, yo tenía miedo y la tomé de todos modos. Por suerte, mi mano fue bien recibida por la suya.
—¿Dónde está tu “amigo”? —preguntó Justin haciendo comillas con los dedos.
—Basta Drew, no seas impaciente… —habló Jason.
—Solo digo que el tipo ya debería estar aquí… —se quejó Justin tragándose el coraje infantil de que lo llamara por su segundo nombre. Probablemente Jason lo había hecho con la intención de molestar.
—¿No crees que deberías ir a un hospital? —interrumpí la conversación.
—No. No es seguro ir a un hospital. El mismo sujeto que consiguió el departamento me sacara la bala.
—¿Es medico? —preguntó Justin recargándose en una pared, de brazos cruzados, bastante sorprendido de que al menos Jason tuviera un amigo que no estaba del todo echado a perder.
—No. Pero es buscado por la policía… —Justin afirmo como diciendo “debí saberlo, Jason no conoce de otros” yo reí en mi foro interno, y mordí mi labio inferior para evitar hacerlo externo.
—¡Bieber! —Escuche una voz detrás de nosotros. Jason y yo giramos, Justin solo levantó la vista ya que quedaba de frente.
—¡Hey! Te estaba esperando —le comentó Jason.
Me hizo suponer que él era el dichoso tipo que nos estaba ayudando.
—Lo siento, el tráfico estaba pesado. Pero toma las llaves, tu casa es esa. —dijo el tipo señalando la casa de al lado. Justin y yo la miramos un tanto… incomodados.
—¡¿Qué?! —exclamó Justin molesto— ¡No viviré ahí! —se quejó. Al parecer a él le había afectado mucho más que a mí.
—Está bien, porque no esperaba que lo hicieras. Largo —lo despidió Jason con indiferencia.
Justin se quedó sereno y mejor ya no dijo nada.
—Fred, ¿Traes tus pinzas? —le preguntó el gemelo cruel al hombre.
—Sí, ¿Por qué? —preguntó desorientado.
—Tengo una bala en el brazo, ¿puedes sacármela? —interrogó Jason dejándome azorada. ¡¿En verdad sacaría la bala de esa forma tan brutal?!
—¡Claro! —Aceptó “Fred” con una sonrisa. Posiblemente le había gustado la idea…
Sin más preámbulos, nos dirigimos al interior de la “casa” (si es que se podía llamar de ese modo). Estaba muy desordenada y los muebles estaban cubiertos por una gruesa capa de polvo. El piso estaba cuarteado, la pintura desgastada, las paredes húmedas y los muebles en mal estado.
—No inventes… —Escuche susurrar a Justin.
Por lo tanto, yo me encontraba observando el lugar despectivamente, con mi equipaje en la mano. Había un par de sillones y una vieja televisión. A mi derecha se encontraba la cocina, y enfrente de mi podía observar unas viejas escaleras de madera que seguro guiaban hacia nuestras habitaciones.
—¿Comenzamos? —preguntó Fred sacando una valija con varios utensilios.
—Claro. —contestó Jason sentándose en una silla que se encontraba en la cocina y, apoyo el brazo en la mesa.
Los miré atenta, la verdad, no me imaginaba lo que harían; o tal vez si lo sabía, pero no creí que fueran capaces.
Vi que Fred tomo una gasa, la lleno de alcohol y limpio la herida de Jason. Después, tomó una pequeña navaja, podía ver el filo del utensilio. Mi corazón comenzó a latir a mil por hora, y mis ojos se abrieron como platos cuando vi que Fred abría el brazo de Jason, sin ninguna preocupación, tan fácilmente, como si rebanara mantequilla. Jason gemía de dolor y movía su pierna con rapidez, intentando tomar fuerzas y aguantar el agudo dolor que se concentraba en su brazo.
—¡Cielo santo! —gritó Justin al ver la escena que yo presenciaba de cerca— ¡(tn), no mires! —Me jaló del brazo y me llevo hasta las escaleras.
Caminamos por un alargado pasillo y luego entramos en una habitación.
—¡¿Qué demonios le pasa a Jason?! —se quejó pálido.
—Eso fue… —No podía ni respirar. Nunca en mi vida había visto algo tan horrible como aquello, tan masoquista y sádico.
—¡Horrible! —completó Justin— ¡¿Por qué tienen que hacerlo en la cocina?! —dijo en un puchero. Si no hubiera estado tan asustada me hubiera soltado riendo.
Cuando tome algo de aliento Justin y yo bajamos nuevamente, tanteando que el sangriento momento había terminado. Justin caminó frente a mí, y vi que se fue ligeramente hacia atrás cuando se dio cuenta de que no había terminado, casi, pero aún el trabajo no se había completado.
Fred se encontraba cociendo los últimos puntos en el brazo de Jason, así como así, sin anestesia ni ningún tranqulizante. Jason se notaba más relajado.
—Ven, necesito tu ayuda —me llamó Fred. Le vi asustada y me acerque lentamente pidiéndole a Dios que no hubiera otro momento estremecedor y traumático como aquel—. Venda el brazo de Jason haciendo presión, mientras yo presiono en la parte baja. —me pidió el pelirrojo.
Asentí con la cabeza y tome la venda.
Estaba temblando, estaba realmente asustada a pesar de que ya no había sangre. Jason era quien me asustaba. Me había dado cuenta de que Jason era una especie de chico sin dolor, ni sufrimiento… tan frio.
Pase mi mano bajo el brazo de Jason para poder acomodar la venda. Comencé a rodearlo fuertemente, mientras él hacia uno que otro gesto que me avisaba que le estaba lastimando.
—Gracias, pequeña. —me agradeció Jason cuando había terminado.
—No hay de qué. —contesté seria, aun aturdida por la situación.
—Bien, nos vemos mañana para terminar con lo prometido. Si comienza a doler tu brazo tomate esto. —Le entregó una caja de pastillas.
—Claro, nos vemos luego. —Le despidió Jason al mismo tiempo que Fred salía de la casa.
No sabía que era lo “prometido” pero me asustaba la idea de pensar que sería una acción que involucraría sangre, sadismo y dolor como lo que acababa de presenciar.
—Maldición… eres un psicópata. —le etiquetó Justin de brazos cruzados y negando con la cabeza. Yo estaba más que de acuerdo con esa descripción, pero preferí no decir nada cuando vi la mirada de Jason.
—A ti que te valga lo que hago.
Justin retrocedió y subió las escaleras sin decir más. Yo me quede con Jason, aunque me asustaba.
—¿Pasa algo? —me preguntó el castaño.
—Para nada. —mentí con una falsa sonrisa.

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora