Capítulo 28: El problema cotidiano.

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Tenía los ojos cerrados en un completo vacío. Intentaba dormir, olvidar mis problemas o buscar una solución. Ya era mucho lo que estábamos pasando y yo no soportaría vivir ni un segundo más en esos espantosos departamentos de tercera clase. Haber pasado de primera a tercera clase en un golpe bastante bajo de la vida. La vida da muchas vueltas...… siempre hay que tenerlo en cuenta.
Sentí sus piernas alrededor de mi abdomen. Abrí los ojos lentamente con una sonrisa que apareció al instante. Mis manos se posaron en sus piernas y mis labios recibieron sus besos. ¡Demonios! Esa chica me hacía tan feliz. Sentir sus labios sobre los míos y estar tan entregado el uno con el otro era una de las cosas bellas de la vida.
—Te levantaste temprano. —susurro besándome el labio inferior.
—Sí, no tenía mucho sueño. —comente acariciando su pierna aun sin abrir los ojos después de sus besos.
—El desayuno está en la mesa. —Se quitó sobre mí y entonces me enloqueció aún más cuando note que no traía nada más que una camisa mía. Amaba cuando usaba mis playeras o camisas por las mañanas.
—Ahora voy. —conteste sonriendo para luego ponerme de pie y dejar el incómodo sofá atrás.
—¿Has tenido insomnio? —me pregunto intentando de alcanzar un vaso que se encontraba en la repisa más alta.
—Sí. Nada grave. —La tome de los brazos y la alce para que alcanzará la repisa.
—Tal vez deberías relajarte más…
—¿Relajarme? (tn), por Dios, ¿te has dado cuenta del lugar en el que vivimos? —Señale todo lo que nos rodeaba y ella lo miro.
Vivíamos en un pequeño departamento que contaba con un diminuto baño, una recamara, una pequeña sala que se encontraba pegada con la cocina. La pintura ya estaba vieja, y los muebles no serían lujosos ni aunque fueran nuevos…
—Jason, es lo que tenemos. Está bien.
—No lo está. Tú y yo no nacimos para estar en un lugar como este. —Quizá nadie había nacido para vivir en un lugar como aquel.
—Mi amor —Puso su mano en mi hombro y yo la tome de la cintura—, eso ya no importa. Tal vez podamos volver a casa en un tiempo. —Oh… (tn), a veces tan ingenua. Sería imposible volver a ese lugar.
—Te amo. —No me atreví a decirle que lo que pensaba era imposible, entonces no quise destruir sus esperanzas y solo la abrace. Al menos uno de los dos aún tenía un pequeño cargamento de falsas, pero necesarias esperanzas. Era lo único que nos quedaba.

Estaba conduciendo un auto de “New Wape!” el nuevo periódico en el que trabajaba. Ya que ahora no estaba en Los Ángeles había perdido mi asenso, así que bueno… ahora era ayudante de un periodista. Greg era su nombre. Era un tipo mayor que yo, unos cuarenta si no me equivoco. Carecía de cabello, era bajito y de aspecto lechoso. No era el tipo de personas con las que me gustaba estar. A pesar de todo, Greg era un tipo de lo más optimista, tanto que me hartaba…
—Esta será una buena oportunidad. El señor Fred es una buena persona —comenzó a parlotear Greg—. Seguro nos ira de maravilla.
Yo no decía nada, solo dejaba que el tipo continuara hablando mientras yo no despegaba la vista del camino.
Siempre era yo quien conducía. Greg tenia cierto trauma con los autos, es que hace un par de meses había arrollado a una niña de apenas siete años de edad. La pequeña se había atravesado tras su perro, y por lo visto su cuerpo sin vida había quedado entre la séptima y octava avenida.
—Debes tener más cuidado Jason, puedes atropellar a alguien. Aunque no creo que suceda, tú eres muy inteligente. —Me advirtió tomando un sorbo de su café.
—Vamos Greg, ¿Por qué no te callas? —bromee un poco.
—Bueno, no es mi culpa tener ese trauma —Rio—. Nuestro trabajo es realmente bueno. —Giré mis ojos, ¿hablaba enserio?
—¿De verdad piensas eso? Soy ayudante de periodista, vivo en un estúpido departamento y lo he perdido todo por estar aquí. ¿Piensas que este es un buen trabajo? ¡Dios! No sabes lo que es tener una buena vida.
—¿Me estás diciendo que tu si lo sabes? —preguntó curioso, es que la verdad yo no solía hablar de mí, era Greg quien siempre hablaba, hablaba y hablaba. Yo sabía todo sobre él.
—Te estoy diciendo que podía hacer lo que quisiera donde quisiera y como quisiera. Podía comprar todo lo que deseara sin siquiera fijarme en el precio. Era ridículamente rico.
—¿Y qué paso? —preguntó Greg intrigado.
—Mi padre y mi hermano me quitaron todo. —hable con cierta amargura. No me gustaba ni siquiera mencionarlos.
—Pero apuesto a que no estás solo… —De nuevo con su optimismo…
—No. Estoy casado.
—¿Sí? —Bajo y subió las cejas.
—Sí… su nombre es (tn) —Sonreí al decir su nombre—.Y es hermosa.
—La vida no es tan mala mi querido Jason —Puso una palma sobre mi espalda—. La vida es cuestión de razones. Nada más. —Y de nuevo ahí estaba Greg hablándome extraño con parábolas, metáforas y cosas que no entendía ni un poco.
Cuando llegamos al lugar en el que tomaríamos la entrevista, realmente me impresione. Era un lugar muy bello, parecía una reliquia antigua donde el presidente de Phoenix Arizona estaba teniendo un evento de apertura de la nueva universidad. Efectivamente hora vivía en el caluroso Phoenix…
—¡Mira! Allá está el presidente —Me informo Greg—. Saca la cámara, yo le hare unas cuantas preguntas. —Seguí a Greg entre la multitud de personas bien vestidas.
Había hombres con trajes más caros de los que Greg pudiese imaginar, mujeres con los vestidos más finos, y maquillajes y peinados ridículamente costosos. Así era esta gente, así había sido yo…nada de lo que hacíamos tenía sentido.
—Buenos días señor Holst. —Saludó Greg extendiendo la mano para que el presidente la tomara.
—Buenos días. —Lo saludo moviendo la mano de arriba hacia abajo.
—Venimos del periódico “New Wap!”. —Le informo Greg.
—¡Excelente! Les estábamos esperando. ¿Por qué no vamos a sentarnos? —propuso el señor Holst. Greg acepto pero yo ni siquiera hable. Estaba perdido gozándome en mis recuerdos, cuando yo solía asistir a este tipo de reuniones como un invitado o como anfitrión, nunca como periodista, o peor aún: como un torpe fotógrafo de pacotilla.
—¿Qué es lo que le movió a abrir la nueva universidad de Phoenix? —comenzó la entrevista Greg.
—El hecho de que los jóvenes tengan educación de una manera más (…) —Deje de escuchar al tipo. Mi vista se enfocó en alguien. En lo que pareciera mi propio reflejo, pero no lo era. Era algo más real. Mi hermano estaba ahí.
—Maldición… —susurre.
Yo tenía bien entendido que el gobierno estaba vendido a la mafia, pero, ¿tanto descaro como para invitar a los delincuentes a las celebraciones?
—¿Pasa algo? —preguntó Greg.
—No. No es nada. Solo apresúrate con la entrevista, tengo que irme. —Le hice saber un poco pálido. Greg lo noto y se dedicó a continuar la entrevista mientras yo me apresuraba a tomarle fotos al presidente para irnos en cuanto antes.
—Muchas gracias señor presidente. Su noticia será publicada el viernes. —Se despidió mi compañero.
—Gracias a usted. —hablo el señor Holst ya un poco tarde porque yo ya había jalado a Greg para irnos lo antes posible.
—¿Qué pasa, Jason? —preguntó en lo bajo acomodándose la camisa que había desarreglado con mis jaloneos.
—Solo vámonos. —No quise darle explicaciones, fue entonces cuando entre una oleada de gente me tope cara a cara a mi querido hermanito… por Dios.
—Jason… Nos volvemos a ver —Sonrió cínicamente—. Con que aquí te habías metido… te habíamos estado buscando.
Sentí un pánico enorme de que ya hubiesen encontrado a (tn).
—Disculpa, Justin. No tengo tiempo para esto. —Me abrí algo de paso para irme.
—¿Dónde está (tn)? —Sí la estaba buscando.
—¿Crees que te lo diré? Estás mal. —Reí sarcásticamente y lo empuje un poco para continuar mi camino.
—Yo creo que si me lo dirás. —Coloco discretamente un arma en mi espalda.
—No estamos en un lugar muy apropiado para hacer esto. —murmure simulándole al público estar bien.
—Solo dime donde está.
—Greg, saca las llaves de mi chaqueta y vete. —Le dije a mi compañero de periodismo. Entre menos supiera, mejor.
—No puedo conducir, Jason. —dijo lleno de pánico porque se estaba dando cuenta de lo que estaba sucediendo, y por lo visto si sabía que Justin tenía un arma en mi espalda.
—Déjame llevarlo. Tú y yo nos veremos luego. —Le propuse a Justin.
—¿Dejarte ir? ¿Para que luego huyas como lo has hecho? Ni loco.
—Greg, toma mi billetera y toma un taxi —Greg me miró. No quería dejarme, lo podía ver. —. Solo vete Greg, estaré bien.
Él afirmo, saco mi billetera y se fue sin querer saber nada más.
—Vamos afuera —dijo Justin en lo bajo—. Cualquier intento de escape y te matare.

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora