Capítulo 43: Amar, ¿bendición o maldición?

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Justin....
Un día más despertando en esa incomoda cama de resortes viejos y oxidados, con esponja rasgada, y las sabanas manchadas.
Apenas salía el sol y todos nos incorporábamos en la cocina, donde las cosas parecían ser más agradables, sin mencionar las cucarachas y demás insectos que se hospedaban en lo gabinetes y cajones de utensilios.
(tn) estaba en la habitación que compartía con Jason duchándose. No me había dirigido la palabra y no se había quedado ni un instante sola. Por lo que entendía, no le había contado nada a Jason, porque de lo contrario, mi hermano ya me hubiera asesinado. Literalmente.
Jason estaba sentado en la sala con la cabeza al techo, pensando realmente en nada.
Intente recordar la última vez que había podido estar en paz con mi hermano, y me di cuenta de que eso había sido cuando teníamos catorce años, y yo siempre le protegía. Habíamos cambiado roles, y era él quien parecía cuidarme de algún modo. Yo sabía que tras ese corazón de piedra aún estaba mi inofensivo, y desconfiado hermano.
—¿Por qué me estas analizando? —cuestionó sin mirarme.
—No te estoy analizando.
—¿Y porque me miras de ese modo? —Me volteó a ver cuándo me senté en un sofá de la sala.
—Jason, ¿(tn) nos unió, o nos separó?
Jason frunció el ceño y vocalizó intentando hablar, pero no logro decir nada. Cerró la boca y se quedó pensando unos momentos más.
—Creo que nuestra hermandad ya estaba destruida desde antes.
—Pero no de este modo.
—¿La estas culpando? —Me miró de cierto modo, como advirtiendo que no hablara mal de ella.
—No, nos estoy culpando —Levantó el rostro levemente intentando captar más palabras—. Estamos peleando por ella, pero siendo sincero no sé si esto vale la pena.
—Mira, yo la amo. Si tu no sientes lo mismo por ella, pues eso es aparte. Déjala en paz, y punto. —Sé molestó con lo que le dije y se volvió a dejar caer en el sofá ignorando mis palabras.
—Yo también la amo.
—¿Y porque dices cosas como esas? —No se exaltó cuando dije que la amaba, y eso me sorprendió.
—No lo sé —Encogí los hombros—. Quizá porque sé que no tengo oportunidad con ella.
Jason movió la cabeza de arriba abajo y luego volvió a tirarse en el sofá con los ojos cerrados.
—¿Ella es una bendición, o una maldición? —me cuestioné.
—Eso depende de lo que ella opine sobre ti.

(tn)
Me preparaba para cenar cuando vi que la silueta de Justin se quedó parada en la puerta, mirándome así como así. Le miré intentando alejarlo, esperando a que Jason llegara y le corriera. Y no sucedió.
—Más vale que te largues, o le diré a Jason lo que ha pasado.
Rio pausadamente.
—Si quisieras decirle, se lo hubieras dicho ya.
—No se lo he dicho porque prefiero que tu cara se conserve en ese orden.
Me volteé al espejo para seguir pintando mis labios.
—No. No se lo has dicho porque tienes miedo de que el descubra que te gustó.
—¿Estas enfermo? —pregunté ceñuda— No, espera, no era una pregunta. Estas enfermo. —corregí cambiando la pregunta por una afirmación.
—Estoy enfermo de ti —Tomó mi cintura entre sus dos brazos musculosos—. Estoy enfermo de tus besos, de tus caricias, y estoy enfermo de no poder tenerlas. En conclusión: estoy enfermo de amor.
—Se le dice lujuria, y eso no es amor.
Inclinó su rostro de lado, con una sátira sonrisa.
—Bueno, ¿y qué es lo que Jason siente por ti?
—Amor. —contesté sin duda.
—¿Amor? —Arqueó ambas cejas— Jason siente por ti lo mismo que lo que siento yo.
—Eso no es verdad —Aparté sus brazos—. Quiero que te vayas o llamare a Jason.
—Él no está. —Volvió a poner sus manos en mi cuerpo.
—Bueno… —Miré a todos lados intentando encontrarme con una salida— le diré cuando vuelva.
—Sí, dile lo que quieras —Se aproximó a repartir un camino de besos en una de mis mejillas—. Dile que te besé, y que te amo. ¡Hazle saber lo que quieras!, pero yo le diré que estuviste de acuerdo.
Entrecerré un ojo incrédula. Ambos sabíamos que Jason no le creería ni una palabra.
—¿Por qué iba a creerte?
—Porque cuando te encontró lo hizo en mi habitación de hotel. —Mordió el lóbulo de mi oreja.
Tragué saliva entendiendo que probablemente Jason escucharía todo lo que Justin le diría, sin embargo, eso no quería decir que dejaría que Justin hiciera conmigo lo que le viniera en gana.
—¡Dile! —Lo empujé por el abdomen, pero estaba tan junto a mí que no despegó sus labios de mi cuello— A final de cuentas quien saldrá perdiendo serás tú.
—¿Porque yo? —habló en mis labios.
—Porque a ti te matara, pero a mí solo me dejara.
Soltó una carcajada mientras se apartaba de mí.
—Nos matara a los dos.
—Eso no es cierto. —me opuse con frialdad.
—A él no le importara nada. Él te matará, porque en su interior me odia con mucha fuerza, y siendo así será capaz de todo.
—Si es capaz de matarme ya lo hubiera hecho.
—¿Por qué? —preguntó curioso.
—Porque una vez le dije que te amaba.
Su rostro se pintó de una pícara sonrisa. Pero mi estado neutro se conservó.
—¿Así que me amas?
—No. Le mentí.
Se le desvaneció la alegría.

Jason.
Fui a Smart a comprar algunas cosas que hacían falta para la cena. No me quedé muy tranquilo dejando a (tn) sola con Justin, pero últimamente me encontraba confiando en mi hermano. De alguna misteriosa manera, Justin era el único que podía lograr eso en mí, esa sensación de seguir apreciándolo pasara lo que pasara, algo así como cuando éramos niños: peleábamos, nos detestábamos, pero al cabo de unos minutos podíamos continuar conviviendo. Creo que de eso se trata la hermandad.
Cuando llegué a casa (tn) estaba muy molesta en la sala. Ni siquiera me pasó por la cabeza cual podría ser su inconformidad. Llevé las bolsas a la mesa y volví a donde estaba ella.
—¿Qué pa…?
—¿Dónde estabas? —No me dejo terminar.
—Fui a Smart a comprar papas fritas y algunas sodas. —Le expliqué apuntando con el pulgar hacía las bolsas que estaban en la cocina.
—¿Por qué no me dijiste? —Caminó para estar más cerca de mí.
—Estabas desempacando y arreglándote, además, no iba a tardar. ¿Cuál es el drama? —me justifique, pero al parecer a ella no le fue suficiente.
—Como sea… —Puso los ojos en blanco y caminó a las escaleras, se detuvo al pie de estas y dijo:— Cuando la cena este lista me la llevas a la habitación.
¡¿Qué?! ¿Desde cuándo Jason Bieber preparaba y llevaba cenas a las habitaciones? Desde que se había enamorado.
Justo cuando termine de freír algunas papas, y prepare una hamburguesa casera con las especificaciones que (tn) gustaba, tomé una soda y me dirigí al piso de arriba para llevar lo que la chica me había pedido. Quizá con esa servidumbre se calmaría y todo sería igual que siempre.
Estaba sentada en la cama pintando sus uñas. Cuando me sintió ni siquiera volteó. Supe que había hecho algo muy malo (que ni siquiera yo entendía), y decidí llevarle la comida justo a su lado.
—¿Alguien pidió papas fritas previamente colocadas en una secadora, con una hamburguesa sin tomate ni pepinillos, y una deliciosa soda de fresa? —Paseé las cosas frente a su rostro, pero su mirada continuaba gacha y dudo que volteara. Así que deje su plato sobre la mesa de noche.
Gruñí.
—Dime que tienes —me senté frente a ella—. No sé qué pude haber hecho que te molestara tanto.
La escuche sollozar. De pronto, soltó a mis brazos sin previo aviso, siendo que casi me voy para atrás.
—¿Qué pasa? —la recibí en mis brazos para cuando ya estaba llorando.
—No quiero que te vayas nunca.
—Ya te dije que no me iré, princesa.
—¿Lo prometes?
—Si me das un beso.
Se alejó un poco de mis hombros solo para poder plantar un beso en mis labios.
—Lo prometo —dije dejando caer mi espalda a la cama, siendo de este modo, (tn) quedó sobre mí—. Te lo he prometido muchas veces, ¿no me crees?
Agitó la cabeza diciéndome que no.
—¿Por qué no? —pregunté fuera de sí.
—No lo sé —Se acurrucó en mi pecho—, solo creo que me estas mintiendo.
—Siempre voy a estar aquí, para ti. Pase lo que pasé.
—¿De verdad? —su voz estaba llorosa, y sus manos arrugaban mi playera.
—Por su puesto. Ante lo bueno, y lo malo.
Me adueñé de su boca y la giré para quedar sobre ella. La besé como nunca he besado, la toque como nunca lo había hecho, porque la amaba como nunca había amado.

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora