Capítulo 38: Rompe corazones.

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—¡¿Cómo pudiste si quiera pensarlo?! —habló Jason desconociéndome. ...
Tomó delicadamente mi mano, y observo los tétricos puntos que se encontraban en mi muñeca.
—No lo sé… —mi voz se quebró mientras mi vista estaba hacia el techo, y permitía que el mismo observara mi muñeca—. Sé que fue estúpido, pero… —Intente esfumar el nudo que estaba en mi garganta— ya no quiero vivir, Jason. No sin ti.
Me enredo en sus brazos mientras yo lloraba. Otro llanto entre muchos otros.
—No digas eso mi amor, yo te amo. Estamos juntos ahora.
Me sentí relajada.
Noté entonces la diferencia entre Jason y Jake: Jason no quería que lo hiciera, porque él me amaba. Jake lo evitaba para no quedarse sin su estúpida “noviecita”.
—Jason, ¿me prometes que no te iras jamás?
—Te lo prometo —Besó mis labios—. Te amo y jamás me volveré a ir.
—Eso me has dicho muchas veces atrás.
—He vuelto. Quiero estar contigo y comerme cada milímetro de tu piel, abrazarte tan fuerte hasta fundirme en tu cuerpo. Porque te amo como nunca he amado a nadie.

Pasamos todo el día, juntos en ese lugar desconocido donde Jason me había llevado. Pero al cabo de la noche, fuimos a mi casa donde seguramente mi padre no tendría ningún problema, y menos ahora que se encontraba de viaje en Europa con su estúpida y plastificada esposa.
Ordene algo de vino, y también un cena ligera.
Jason y yo pasábamos un buen tiempo de calidad en mi habitación, donde hablábamos sobre algunas cosas de las que nos habíamos perdido durante los últimos cuatro años. Le conté sobre Mildred (mi gran pesadilla), y también le conté que ahora era abogada. Él me habló sobre un viaje que hizo a Venecia, prometió llevarme. Dijo que era el lugar más magnifico que había visto en su vida.
¿A caso lo que estaba pasando era real o era una torpe fantasía? Jason estaba de nuevo junto a mí. Yo dormía entre sus brazos y disfrutábamos de la poca noche que nos quedaba para descansar.
Nada me importaba ahora, nada ni nadie podría destruir este hermoso sentimiento que posaba en mi corazón.
—(tn) —me llamó una voz familiar tras unos golpecitos en la puerta—. Soy Jake, ¿puedo entrar?
Los ojos se me abrieron al instante.
—Jake —repitió Jason en tono de pregunta medio dormido.
—Jake Milton. —susurre sentándome en la cama sin saber qué hacer.
—¿Ese imbécil? —Apretó un ojo. Se puso de pie, coloco su pantalón, y encendió un cigarrillo.
Se aproximó una puerta de vidrio que daba para mi jardín, con el propósito de salir pero lo detuve.
—No tienes por qué irte. Ya le he dicho que lo nuestro se terminó.
—Si lo veo probablemente se armará un buen lio. Será mejor que salga un rato… —me limite a asentir mientras el salía de mi habitación. Sabía que Jason podía llegar a ser muy peligroso.
Me puse de pie y coloque mi bata. Me acerque a la puerta y gire la perilla para encontrarme con él.
—Buenos días mi amor. —dijo Jake intentando besar mis labios.
—¿Cómo entraste? —Asome la cabeza buscando a alguna sirvienta— Te he dicho que lo nuestro se acabó. ¿Quieres que te lo repita?
—¿Y eso incluye explicarme porque huele a cigarrillos? —bromeo el chico.
—Nunca te detienes, ¿he? —Cruce los brazos.
—¿Y de que se trata? ¿Intentaras otra cosa loca? —Rio.
—¿Te he dicho que eres un imbécil? —En parte lastimo una parte muy íntima de mi ser.
—No quise decir que estuvieras loca, aunque no diré que no lo pensé.
Tuve unas ganas gigantes de llorar, destruirme en ese momento, tomar un par de libros de leyes que tenía en mi repisa y golpearlo en la cabeza hasta asesinarlo, ¡y un millón de otras ideas locas más! Sin embargo, no me quedo de otra más que mirarlo con el vocabulario seco.
—Solo bromeo. —se intentó justificar sobándome el brazo.
—¿Has venido a disculparte o a darme una patada en el corazón?
—A ninguna de las dos. He venido a que me pidas una disculpa.
—¡¿Qué?! —Lo mire extrañada— ¿Pedirte una disculpa? ¡Ja! Olvídalo, prefiero una patada en el…
—Black, deja de exagerar las cosas —Soltó una risita—. Si sigues así de linda, quizá te perdone. —Acaricio mi mejilla entre risas.
—Si dejas de ser tan imbécil quizá te asesine con un hacha afilada.
—¿Eso sería bueno, porque…?
—Porque iba a hacerlo con una sin afilar.
Inclinó el rostro a un lado.
—Lo nuestro ya fue, ¿verdad?
—Hasta que lo entiendes… —Puse los ojos en blanco.
—Está bien, como quieras. Puedo salir de aquí y encontrarme a muchas otras chicas que quieran pasar un buen rato.
Se dio la vuelta dispuesto a irse.
—¡Asegúrate de que tus bebidas no estén envenenadas! —le grité cuando ya no le veía.
—¡Eres una bruja, Black! —Me gritó dándole un portazo a la puerta principal.
Una carcajada se me escapó mientras me recargaba en el marco de la puerta.
Pero que bien se sentía terminar con ese idiota…

Jason.
Después de mi cigarrillo regrese a la habitación. (tn) estaba secando su cabello después de haberse duchado. Traía puesto un hermoso vestido verde y una chaqueta negra. Para mí, simplemente era perfecta.
—¿Todo bien? —le pregunté quitándome u nuevo cigarrillo de la boca.
—Sí. —Contestó sin dejar de mirarse en el espejo.
—¿Lo tomó bien?
—hmm —Puso su dedo en la mejilla mientras pensaba sonriendo simpáticamente—. Le dije que lo asesinaría con un hacha, y él me llamo bruja.
—Oh —Reí—. Creo que lo tomó bien. —dije sarcástico.
—Sí, eso creo —también dijo sarcástica mientras enredaba un rizo en su dedo—. ¿Tienes hambre? El desayuno ya debe estar servido. Le dije a Michell que prepara tu desayuno favorito.
Sonreí.
—¿Sándwich con queso gratinado?
—Por supuesto. —Me sonrió.
—Cariño, es mi favorito solo si lo preparas tú. —La abrace por detrás.
—Lo siento, pero hoy comerás la comida de Michell. —me dijo en el oído y yo gruñí siguiéndola por el pasillo.
(tn)
—Señorita Black. —habló una sirvienta poniéndose frente a mí.
—Hola, Adele. —Saludé sin entender porque se me presentaba.
Me quede mirándola unos segundos esperando que me dijera algo, sin embargo, la chica jamás hablo. Miró a Jason de arriba hacia abajo y luego se marchó. Jason no se dio cuenta, estaba muy distraído revisando su cajetilla de cigarrillos.
—Será mejor que te pongas una camisa. —aconseje percatándome de que seguramente Adele se había quedado viendo el bien marcado abdomen de Jason.
—¿De qué hablas? —preguntó sin entender.
—Olvídalo. —Solté una risita y accedí al desayunador donde el desayuno estaba servido.
—mmm… sándwich con queso. —dijo Jason tomando el sándwich. Se recargó en la pared y comenzó a comer sin molestarse por tomar asiento.
—Buenos días señorita Black. —Entró una sirvienta a la cocina.
—Buenos días. —contesté metiendo un bocado a mi boca.
Me extrañaba que sirvientas que ni tomaba en cuenta ahora estuvieran tras de mí, cuando sus labores eran otras. Pase mi vista a donde estaba Jason y me di cuenta de que él era la razón de tanta amabilidad.
La puerta sonó, y nadie atendió. Me di cuenta de que todas las sirvientas estaban bastante “ocupadas” en el desayunador haciendo quien sabe que cosas (mirando a Jason) como para abrir la puerta. Y me dispuse a hacerlo yo misma.
—Buenos días. Entrega para la señorita Black. —informó el cartero.
—Sí. Soy yo.
—Firme aquí. —Me pidió entregándome el recibo. No sabía que iba a recibir, pero vaya sorpresa me dio cuando vi que era un ramo de rosas—. Gracias, que tenga buen día. —Me dijo el cartero retirándose.
Me quede perpleja. Abrí una pequeña nota que tenían las rosas, y me di cuenta de que habían sido enviadas por el mismo Justin. Coloque el ramo en la mesa del recibidor e intente disimular que no era nada importante.
—Wow, ¿Para quién son? —preguntó Jason ocultando sus celos.
—Mi padre se las envía a su esposa. —Fui ágil en mi justificación, aunque ignorando el hecho de que mi padre y su esposa ni siquiera estaban en el país.
Él asintió con la cabeza aun inconforme, tomó la nota y se dio cuenta de que le mentía.
—¡Ese imbécil! ¡¿Qué se cree?! —Arrugó la nota y salió molesto de casa.
—¡Jason! —No me hizo caso. Azoto la puerta y entendí que debía dejarlo solo un rato. Tenía tantas cosas que acomodar en su cabeza…
Más tarde recibí una llamada. El teléfono celular me avisaba que se trataba de Justin. Miré a ambos lados verificándome de que Jason no estuviera, y conteste la llamada.
—¿(tn)? ¡Gracias al cielo contestas! Estaba muy preocupado. ¿Dónde te habías metido? Tu auto aún está estacionado frente a mi habitación.
—No, no. Estoy bien. Luego pasare por mi auto. —Me limite a dar respuestas.
—Sé que estas bien. Estuve espiando tu casa para ver si volvías.
—¿Sí? —pregunté nerviosa.
—Sí. Él volvió, ¿no es cierto?
—…Sí.
—Ya veo porque desapareciste.

Besame & Dispara (Justin Bieber y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora