Moneda de cambio [COMPLETA]

11 - El mundo que ella adquirió.

En Instagram: java.r.dixon
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Luego de cenar, Java se recostó por un rato en uno de los sofás de la suit, y veía como él se había acomodado en el piso a un par de metros de distancia de ella, mientras limpiaba una a una las flechas de su ballesta. Él revisaba absorto con detalle cada una, comprobando si el peso era equilibrado, si estaba desviada... Java lo recorrió con la mirada no sin un dejo de lascivia, los músculos de sus fuertes brazos, como se relajaban y contraían con cada movimiento que hacía, el sólo hecho de observarlo era un placer nuevo que jamás imagino encontrar. Hubo un momento en que sus miradas se cruzaron, y sus ojos de un azul profundo la turbaron como si fuese una inexperta quinceañera, estaba sonrojada y acalorada por haber sido atrapada explorándolo y casi presintiéndolo, con cierta repentina timidez le sonrió.

Más tarde, casi sin notarlo, cayó suavemente en un sueño relajado, sintiéndose confiada y protegida, lejos de las pesadillas que los últimos dos años la habían estado persiguiendo, en las cuales revivía una y otra vez la muerte de los que más había amado. Daryl la cargó entonces con suavidad en sus brazos, sentía el calorcillo de su cuerpo contra su pecho, por un momento se acordó de Beth, el dolor sordo de ese recuerdo lo hizo regresar a un momento espantoso que nunca debió haber sucedido. Casi con un murmullo, le hizo una promesa:

-No dejaré que te pase eso aunque la vida se me vaya en ello-

Llegó hasta su dormitorio, y con gentileza la depositó allí, pero Java se despertó al dejar de sentir la calidez del cuerpo de aquel arquero.

-Shhh... descansa, pequeña- le dijo en voz baja. Ella lo tomó de la mano, reticente a que la dejara, y sus miradas cargadas de un hondo deseo se cruzaron. Daryl se arrodilló al lado de la cama, sus frentes estaban en contacto, la punta de sus narices se rozaban, anticipándose...

Ella era su primavera personal. Un jardín de delicias al alcance de sus manos, de su cuerpo.

-No te vayas de mi... -Alcanzó ella a musitar mientras se mordía su labio, era casi una súplica, y la boca de Daryl fue a su encuentro. La tenue luz de la luna se filtraba a través de los altos ventanales, y allí, sobre ese lecho que se habría de convertir en un altar de deleites, él comenzó a recorrerla, el ansia de descubrirla y el encanto de querer disfrutar cada pequeño espacio de su piel luchaban en su interior. Sus encuentros con otras mujeres siempre habían resultado no sólo breves y meramente mecánicos, sino absolutamente despojados de todas aquellas emociones que ella despertaba por primera vez no sólo en su piel, sino muy dentro de su ser.

Daryl deslizó lentamente la punta de su nariz por su cuello, quería perderse en su perfume de jazmines, mientras escuchaba con creciente intensidad como la respiración de ella se agitaba ante su simple cercanía, expectante.

Java comenzó a recorrer los músculos de sus brazos, sentía bajo sus dedos la piel firme del arquero, y con sensual encanto deslizó con suavidad las uñas a través de ellos, era un instinto primitivo que sentía que la embriagaba, y con un creciente enardecimiento llegó hasta su firme pecho, entonces se incorporó para descorrer el negro chaleco por sus hombros, mientras cruzaban sus miradas, las cuales ardían como ascuas, consumiéndolos, y con honda sed comenzó a hundir sus dedos entre el cabello de Daryl, atrayéndolo hacia ella nuevamente, hacia su boca sedienta, y con un beso profundo que sabia a gloria desató su pasión.