Moneda de cambio [COMPLETA]

43 - El sonido más hermoso

Era casi medianoche, y el silencio era quebrado únicamente por algunos insectos que zumbaban a la distancia, la primavera ya había llegado al condado de Washington, y la luz de la luna iluminaba las vacías calles de Alexandria mientras en el porche de la casa podía verse la brasa de un cigarro consumirse lentamente, que el arquero sostenía de manera distraída aquellos momentos.

La puerta de la casa protestó con un chirrido bajo cuando el sheriff la abrió, y sonriéndole a su amigo, a su hermano, se sentó junto a él, a disfrutar de la cálida noche, pero percibió que el arquero estaba intranquilo.

-Está todo bien, Daryl?

- Si...sólo estoy un poco... nervioso-

-Por el viaje?-

-No... no por el viaje, sé que nos quedaremos en El Reino sólo hasta que el bebé nazca, y que desde que organizamos el sistema de postas de seguridad, todo está mucho más tranquilo... pero me pone nervioso cómo resultará todo...-

- ¡Todo saldrá bien! ¿Cuándo viajasteis por última vez a ver el médico? ¿Hace un mes? Y todo estaba perfecto, no tienes que preocuparte... y aquí todo está en orden... ha sido un invierno tranquilo, ya se iniciaron las siembras y las cosechas, y las tres comunidades están trabajando muy bien juntas... y hasta ahora el pacto de no agresión con El Santuario se ha mantenido en pie, a pesar que no tenemos tratos directos con ellos, me he reunido con Dwight, quien me ha dicho que están logrando muchos avances... Sé que ha sido duro, pero al fin estamos construyendo un buen lugar para vivir...-

- Es...es otra cosa, Rick-

Daryl se refregaba angustiado las manos. Rick lo miraba preocupado, hacía mucho tiempo que no lo veía tan afectado.

-Tengo... miedo-

-....-

Dixon resopló. Le costaba verbalizar aquello que sentía, pero si había alguien en quien confiar, aquel era Rick.

-No sé cómo va a ser... cómo ser un buen padre... mis padres fueron una mierda, ¿y si yo soy así también? ¿Y si lo tengo grabado en la sangre?... ¿y si...?

- Alto. Deja de torturarte. Tú no eres como tus padres. Sé que jamás les harías pasar ni a ella ni a la criatura por el infierno que tú pasaste en tu niñez. Y también sé que amas a esa mujer con locura, y que harías cualquier cosa por ellos...

-Pero...-

-Ahora no lo entenderás, pero ya verás que en el preciso instante en que tengas a tu bebé en brazos todo será más claro... -

Los dos quedaron allí en silencio, sumidos en sus propias reflexiones, sus propios recuerdos...

-DARYLLLLL!!!- El grito de Java los sorprendió entonces a ambos, que corrieron adentrándose en la casa, el arquero subió de dos en dos los peldaños de la escalera, con el corazón latiendo desbocado.