-Sheriff, tú tienes una deuda conmigo...-
-Y como quieres cobrarte?-
-Lo que quiero es... una hora de tu arquero-
Rick la miró y sacudió la cabeza tratando de darle sentido a lo que le pedía.
-Para qué lo quieres? Le preguntó, extrañado.
-Para follá...
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Volutas de polvo entraban y salían de los rayos del sol, bailando unas alrededor de la otra, atrayéndose y alejándose en hipnótica visión.
Allí, en el lecho, Daryl yacía boca abajo, con gran paz y satisfacción en su rostro y su cuerpo, mientras Java se dedicaba a mirarlo y aprenderlo. Tenía los músculos bien definidos, verlo era una invitación a recorrerlo una y otra vez, con la seguridad que jamás se saciaría de él. Tenía en su espalda grandes y pequeñas cicatrices, algunas cubiertas en parte por tatuajes de un par de demonios, la exacta representación de sus viajes al mismo centro del averno.
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Casi por impulso deslizó su mano por sobre ellos, lo que provocó que él despertase sobresaltado. Java vio que instintivamente se cubría, Daryl sentía una secreta vergüenza por la historia que escondían esas marcas. -Nunca te avergüences de tu historia Daryl. Lo que has pasado es lo que hizo de ti quien eres hoy. Nuestras cicatrices son el testimonio de que luchamos y sobrevivimos."
La miró meditando sus palabras, había en ella un bálsamo que lo hacía sentir de alguna manera esperanzado. Ya no sólo su vida sería una constante lucha con el fin de sobrevivir, ella se había vuelto el horizonte al cual llegar. Le sonrió de manera provocativa, y estirando su brazo la atrajo hacia su cuerpo. Unas ansias de beber nuevamente hasta saciarse de ella comenzaban a despertarse de manera abrasadora.
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El tiempo comenzó a medirse de una manera nueva para ambos, ya no eran horas, eran momentos. Momentos de risas, de confesiones, de estar uno en brazos del otro, de explorarse, descubrirse, de disfrutarse.
Java conoció así su dura vida, desde la tan absurda como predecible muerte de su alcohólica madre, que lo había dejado a manos de un padre al que le importaban un bledo sus hijos, la relación caótica con su hermano, su pérdida, y su constante esfuerzo por llegar al siguiente amanecer.
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Se maravilló sobretodo de que él no hubiese perdido su humanidad, y que su ternura y su capacidad de amar estaban allí, expectantes, escondidas bajo capas de rudeza y antipatía.
Daryl descubrió en ella una mujer que habiéndolo tenido todo: un esposo devoto, hijos, y una vida confortable, y aun habiendo presenciado como el maldito apocalipsis le arrancaba frente a sus mismos ojos una a una a las personas que más había amado, no se rendía, y era capaz de luchar por lo que deseaba, de reír, y de pasar de una emoción a otra sin tapujos, no ocultaba lo que pensaba ni lo que sentía.
Sus momentos íntimos eran tan intensos como extenuantes, pero nunca parecían ser suficiente. Lejos de saciarlos por completo, cada encuentro abría un nuevo abanico de fantasías que ambos no estaban dispuestos a dejar de explorar. La boca de ella era su cruel tortura, saboreaba cada beso, desde los tiernos y llenos de dulzura, hasta aquellos que lo hacían perder la razón. Ella también disfrutaba de recorrerlo con su lengua, atormentándolo y llenándolo de nuevos deleites. Las manos de Daryl recorrían su suave piel una y otra vez, memorizando cada detalle, cada forma de moverse...
Una tarde estaban ambos en la suite, y mientras Java estaba sentada en el sofá, él había optado por ubicarse en el suelo, a sus pies, con su cabeza apoyada en sus rodillas, ella le leía en voz alta algunas historias de un libro, acariciaba el cabello de Daryl con suavidad. Luego de estar un rato así, bajó el libro para mirarlo curiosa.
-No te aburres? - le preguntó preocupada. -No- le contestó - podría pasar el resto de mi vida aquí, sintiendo el aroma de tu piel y tus caricias, y estaría en el paraíso...
Ella sonrió muy sonrojada ante semenjante declaración, pero de inmediato una idea se abrió paso en su mente en aquel instante. Sus minutos juntos estaban contados. Daryl estaba allí escondiéndose de Negan y los Saviors, pero en cualquier momento vendría Rick y su grupo a buscarlo, y ella lo perdería... quizás para siempre. Algo en el fondo de su mente le recordó que desde un principio había sido así, ella sabía que no había posibilidad alguna de detenerlo, y después de conocer su historia y los motivos que lo impulsaban, sabía que no tenía derecho a pedirle que renunciase a su destino. Pero comprender esta verdad era muy distinto de aceptarla en su corazón, en su piel, que se negaban a separarse de él. Java comprendió en ese momento que si a él le pasaba algo, ella simplemente moriría también. Ya no concebía imaginar un mundo, su mundo, una existencia en donde él no estuviese.
-Yo te protegeré... le dijo Java al cabo de un rato. Daryl la miró divertido, no entendía cual había sido el derrotero en los pensamientos de ella, pero la sola idea de que ella lo protegiese a él le resultaba tan tierna como inquietante. En la nueva configuración del mundo en la que vivían, aquellas palabras eran el equivalente exacto a un "te amo", pero mucho más profundas y reales.
-Y yo a ti- fue lo último que Daryl le dijo antes de perderse nuevamente en boca.
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