-Sheriff, tú tienes una deuda conmigo...-
-Y como quieres cobrarte?-
-Lo que quiero es... una hora de tu arquero-
Rick la miró y sacudió la cabeza tratando de darle sentido a lo que le pedía.
-Para qué lo quieres? Le preguntó, extrañado.
-Para follá...
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Cuando la penumbra del amanecer comenzaba a abrirse paso a través de la ventana de la habitación, Java despertó.
Daryl aun dormía a sus espaldas, estaban ambos de costado, y él estaba abrazándola, sus cuerpos estaban amoldados a la perfección el uno del otro, y ella podía sentir como la tibia y relajada respiración de su amante le acariciaba el cuello. Cerró los párpados unos instantes, disfrutando ese momento mágico... todo era perfecto... sólo llegaba hasta la habitación el suave murmullo del viento escurriéndose entre los árboles, y los lejanos primeros gorgojos matutinos de los pájaros...
La mano del arquero reposaba sobre su vientre, y aunque estaba dormido, la mantenía firmemente sujeta a su cuerpo. Java deslizó sus dedos por sobre el dorso de la mano de aquel, y aquella caricia causó que él se aferrara más aún... Ella levantó levemente su rostro en dirección a él, y sintió cómo la boca del arquero comenzaba a besar y lamer con exquisita suavidad el lóbulo de su oreja, su traviesa lengua recorría los bordes de la misma, con pequeñas incursiones que buscaban despertar cada punto placentero que ella tuviese.
El otro brazo del arquero pasaba por debajo del cuello de Java, y cuando Daryl notó que ella comenzaba a contornearse como respuesta a sus besos, la mantuvo con suave firmeza contra su cuerpo. Con un dejo de resquemor, pero con profundo deseo, deslizó su mano por debajo de la remera de ella, sus dedos recordaban con profunda ansiedad su perfecta piel, y con delicada paciencia recorrió el contorno de sus pechos, mientras podía escuchar como la respiración de ella comenzaba a incrementarse paulatinamente. Tomó su turgente y cálido seno, y mientras que con enloquecedor ritmo lo masajeaba, empezó a besar su cuello, lamiéndolo, y dándole pequeños mordiscos sobre su clavícula y su hombro. Comenzó a descender la mano que tenía sobre el vientre de ella, mientras escuchaba como Java reaccionaba con suaves gemidos a sus caricias. Con delicadeza deslizó la mano por la cara interna de sus muslos, estaban tibios, y eso lo hizo gruñir de deseo, y con gentileza pasó la pierna de ella por sobre su propia cadera, dejándola con su intimidad expuesta y a meced de su lujuria.
Con la mano que acariciaba su pecho comenzó a juguetear alternativamente con los deliciosos pezones, era increíble sentir como se endurecían bajo sus caricias, Daryl sentía que se embriagaba de deseo con cada nueva muestra de placer del cuerpo de ella, y su cuerpo reaccionó con una dura erección que reclamaba la dulce satisfacción que sólo podría brindarle el cuerpo de su chica.
Comenzó a acariciar con tortuosa lentitud la húmeda intimidad de ella, mientras podía ver con deleite como se contorsionaba anhelante entre sus brazos, gimiendo y suplicando por él....
Daryl recorrió cada uno de los pliegues, acariciándolos en círculo, acercándose a su clítoris con movimientos sutiles que hacían temblar de impaciencia a la joven. Cuando el deseo se había incrementado hasta los niveles de la desesperación, Daryl liberó su miembro absolutamente excitado de la ropa que lo contenía, y levantando un poco más la pierna de ella, la penetró desde atrás, con un movimiento intenso, de absoluta posesión, mientras seguía besando su cuello y el tierno lóbulo de su oído.
Mientras el arquero marcaba el ritmo de las embestidas, con su mano comenzó a acariciarle con suavidad el clítoris, y con gozosa satisfacción pudo escuchar como los gemidos de ella se incrementaban cada vez más, mientras él podía sentir como su miembro se regodeaba en el cálido y húmedo interior de su cuerpo, exigiéndole alcanzar la dulce liberación. Y fue que cuando los ritmos de ambos cuerpos encontraron la armonía perfecta, los dos hallaron el placer al unísono... perdiéndose juntos en el increíble paraíso al que habían ascendido una vez más...
Ya la luz del sol iluminaba todos los rincones de la habitación, y el arquero continuaba acariciando la espalda de ella, extasiado, perdido en la suavidad de su piel y en la dulzura de aquel momento, mientras ella estaba acurrucada junto a él, disfrutando aún de la paz y los remesones de placer que perduraban en su cuerpo... y pudieron escuchar como los demás miembros de la casa comenzaban a levantarse para iniciar su rutina diaria, mas ellos querían olvidarse del mundo, y permanecer unidos en ese instante para siempre.
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Pero cuando los primeros aromas de café se colaron intrusamente en la habitación, el estómago de ella gruñó, cosa que le valió una ronda de risas, besos y pequeños mordiscos juguetones por parte de él.
-Vamos... que necesitaras alimentarte para mantener el ritmo si quieres más encuentros como el de recién...- advirtió Daryl con franca picardía...
Y juntos, con una felicidad imborrable en sus rostros, bajaron al encuentro de los demás.