3- The man who sold the world

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La oleada de dolor la despertó, pero ni siquiera aspiró a moverse. Trató de hacer una especie de control de daños, intentado de alguna manera comprender qué demonios había pasado, como se había descontrolado todo. Estaba en su suave cama, y podía comprobar cómo ya la tarde estaba muriendo, mientras sentía como un trapo húmedo estaba sobre su frente escurriéndose tozudamente, y aquellas gotas iban deslizándose como si fuesen sobre un tobogán, sobre su cuello. Agudizó su oído, pero no pudo escuchar nada fuera del normal silencio de aquel lugar.

Busco hilvanar en su memoria los hechos que habían sucedido desde esta mañana, y si no hubiese sido que tenía infinitas ganas de llorar o maldecir, simplemente se hubiese reído de ella misma. Evocó ese momento, cuando hacia pocas horas se le había antojado "tentadora" la idea de salir de su encierro.

Y luego recordó el pequeño grupo.

Y los walkers.

Y como cediendo a instintos que traíamos estúpidamente grabados en nuestro mismísimo ADN, los ayudó.

-Esto no será gratis, Rick- le dijo con una sonrisa que no subió hasta los ojos.

Rick le miró entonces relajado, como respuesta, cuando vio a Michonne y a Daryl asentir después de haber revisado todo el piso y no haber encontrado nada que pudiese entrañar un peligro para su grupo.

-Tú misma dijiste que, salvo una mochila llena de juguetes infantiles, no teníamos nada que ofrecerte- añadió, mientras Michonne se paraba cruzada de brazos a sus espaldas, sin quitarle la vista de encima a ella.

"Joder, pestañéa, morena!" pensó, pero decidió que, con los ánimos tan susceptibles, sería un grave error encender una mecha en un polvorín.

Java recorrió con la mirada al muchacho por un momento, pero de manera casi instintiva luego decidió centrar su atención sobre el arquero, que había resuelto quedarse unos metros por detrás de todo su grupo. Aquel hombre era tanto una delicia como aterrador verlo. Sin duda, la mano derecha y ejecutora de Rick. Estaba aún con su ballesta al hombro, visiblemente incómodo, como si sólo esperase un gesto de su líder para salir pitando de allí. Era un lobo solitario enjaulado. "Interesante", pensó.

-Mmm... no dije exactamente eso. Mis palabras textuales fueron: "No me interesa quitarles una mochila llena de juguetes". Y en ESE punto, mantengo mi postura. Sin embargo hay cosas un tanto diferentes que podrías ofrecerme, que clasificarían como... como se decía? Servicios. Porque te soy muy sincera, me repatea de sobremanera sentir que no obtengo nada a cambio cuando le salvo el pellejo a cuatro... digamos "descuidados", que liberaron un montón de bichos, que los atrajeron a mi callejón, y los cuales me miran como si fuese a convertirme en el mismísimo Satanás en cualquier momento!"

Rick se hizo hacia atrás, apoyando la totalidad de la espalda en el sillón que se encontraba. Miró a Java y sopesó aquello que había escuchado. Eran cuatro, y ella una sola mujer que nada podría hacer contra ellos, él mismo podría haberse reído de su osadía pero extrañamente, le gustó ver que era una mujer que no estaba dispuesta a ceder ni un ápice, ni aún rodeada y superada en número.

-Qué quieres? - Le contestó al fin. Michonne lo miró incrédula, y el arquero cambió el peso del cuerpo de una pierna a la otra, un gesto de recelo que tampoco pasó por alto cuando Java analizó las respuestas corporales del grupo.

Ella sonrió en su interior. Sabía que no tenía posibilidades de obtener nada en realidad, pero después de tantos meses de soledad trataría de sacar alguna ventaja a todo esto. "Algo es mejor que nada." Era su frase de cabecera.

-Podríamos hablar en privado? No me gusta el público cuando negocio.- Añadió.

Rick hizo un leve gesto afirmativo con la cabeza, y ambos se levantaron y se dirigieron hacia el otro extremo de la extensa habitación, donde había infinidad de pilas de libros por derredor, y encima de cada mueble.

Cuando ambos llegaron hasta allí, ella se giró y, cruzada de brazos lo miró muy seria. Hablar antes que él era su manera de mantener el control sobre la charla, así que inicio su primer movimiento, y en un tono de voz que sólo ellos escuchasen, arremetió:

-Es obvio que tú y la mujer comparten un lazo íntimo, ya en la calle cuando los vi pude darme cuenta de eso. Ella se mantiene cerca de ti como una sombra, y hay miradas posesivas que sólo una mujer es capaz de echar. Así que, lo que quiero es una hora de tu arquero, para que esté .... a mi disposición, digamos.-

Rick la miró y sacudió la cabeza tratando de darle sentido a lo que le pedía.

-Para qué lo quieres? Le preguntó, extrañado.

-Para follármelo- contestó ella.

Moneda de cambio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora