10 - El oasis

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-Me rindo!- dijo Java, levantando las manos con franca resignación. Daryl la miró con una mueca divertida, cada gesto nuevo que descubría en ella era en sí mismo un pequeño tesoro.

-Y al fin!!! Llevas toda la mañana de un lado al otro tratando de hacer cosas, cuando lo que deberías hacer es reposo!- La regañó con dulzura.
-Ya reposaré cuando muera... - replicó casi por inercia. Daryl se tensó al oírla decir aquello, y cerrando con un par de zancadas el espacio que los separaba, la tomó con suavidad del rostro, y con una firmeza en su voz que la dejó sin aliento, como si lo que dijese no tuviera lugar a discusión le advirtió:
-Y eso será cuando seas muy muy viejita, porque yo no dejaré que te pase nada. Y ahora te sientas, y descansas, joder! –

Ella, sonrojada ante la intensidad de aquella declaración sonrió, y antes de que la soltase depositó un beso casto en la palma de la mano del arquero. Daryl hubiese jurado que ese simple acto se había tatuado en su piel, y sin dejar de mirar esos dulces ojos de chocolate, cerró su mano, quería capturar cada cosa de ella en su interior.
Ella se sentó en un sofá, e intento leer, pero le era imposible dejar de mirarlo, y cuando se dio cuenta que había releído cinco veces el mismo párrafo sin comprender ni una palabra, se dio por vencida, y optó por contemplarlo.

Él estaba preparando el almuerzo, mientras Java se dedicó entonces a aprender y aprehender cada movimiento, cada línea de su piel. Luego de un rato, Daryl le preguntó si tenía lienzos para curarla, y después de buscar un rato y encontrar lo necesario, él comenzó a retirarle el viejo vendaje, y pudo observar cómo la piel comenzaba a curarse rápidamente, era una suerte que no fuese más profundo. Con delicadeza le reemplazaba por gasas limpias, y no fue poca su sorpresa cuando, de repente ella lo abordó:

-Daryl, aunque suene como una niña tonta, tengo que confesarte que estoy feliz que estés aquí...-

El arquero sonrió levemente mientras se mordía sutilmente el labio inferior al escuchar esas dulces palabras... jamás nadie le había dicho de manera tan directa que era feliz con su presencia.

-Pero no deja de extrañarme que te quedaras...Por qué no te fuiste con tus amigos? Y necesito saberlo: qué estaban buscando cuando entraron a la escuela?-
Aunque estaba de espaldas a él, notó que el clima había cambiado, flotaba la tensión en el aire. Daryl terminó de curarla en silencio, y deslizó con gentileza la bata desde su cadera hasta que la subió a sus hombros. Ella se giró para verlo, y le apretó con suavidad la mano, y mientras él entrecruzaba sus dedos con los de ella, apoyaba su espalda en respaldo.
-Daryl.... Contéstame. –

No era una exigencia, era un pedido. Había tristeza y miedo en su voz. Él se mordió nervioso su labio, no la conocía, pero por extraño que pareciese, sintió que quería compartir con ella su mundo. En ese momento se hizo evidente para ambos el peso enorme que había llevado durante todo ese tiempo. Y casi sin darse cuenta le describió Alexandría, habló de los enfrentamientos con los Saviors, sobre Gleen y Abraham. Cuando llegó a esta parte su voz se estranguló.
-Fue..mi culpa. Gleen estaría vivo si no hubiese golpeado a ese hijoputa de Negan-
Java lo observó, sin poder creer que ese hombre hubiese pasado por tanto. Había bajado al mismísimo infierno una y otra vez, y a pesar de ello continuaba luchando. Lo admiraba.

Luego le contó sobre su encierro en El Santuario, como había logrado escapar con ayuda de una de las esposas de Negan, hablo sobre Hilltop y El Reino. Java no podía creer que hubiese comunidades que se hubiesen conformado, había pasado tanto tiempo sólo tratando de sobrevivir un día más, y los encuentros con otras personas no sólo habían sido escasos, sino además habían resultado brutales.

-Cuando nos viste estábamos buscando armas, las necesitamos, todas las que podamos encontrar. Vamos a derrotar a Negan. Vamos a hacerle pagar por todo!- dijo con fiereza, había un odio y un deseo visceral de venganza imposible de apagar dentro de él.
Ella lo miró sin poder creer que, a pesar de todo, aún estaba dispuesto a iniciar una guerra para la destrucción a todo aquel sistema diabólico. Y tuvo miedo. Por lo que él le contaba, los Saviors no sólo eran un ejército, eran despiadados, y contaban con una fuente de recursos muy elevada.

Un escalofrío la recorrió, la aterrorizaba pensar que él sufriese algún daño, la sola idea de imaginarlo muerto la paralizó. No podía perder a nadie más. No podía perderlo. Daryl advirtió que su mirada se había ensombrecido, llenándose de dolor y desasosiego. No conseguía creer que alguien se preocupase por él de esa manera tan intensa y genuina. Nunca había sentido que alguien se interesase por él, y verla a ella allí, temblando ante todo lo que le había revelado, fue el regalo más hermoso que pudo imaginar.
Le importaba a alguien.
Le importaba a ella.

-Eyy! No tengas miedo... - dijo mientras la atraía hacia su pecho. Sintió sus suaves brazos alrededor de él, parecía que no quisiese dejarlo partir nunca. Y él hubiese sido el más feliz de los hombres sólo con eso.
Le pasó los dedos por el filo del rostro, y lo levantó con suavidad para nadar en sus ojos de caramelo, húmedos ahora por las lágrimas que ella no quería dejar derramar.
-No por favor, no quiero que llores nunca más por mí.... - le dijo en un murmullo. -Nosotros sabemos lo que hay que hacer... -
-Tengo miedo de perderte... siento que te he esperado demasiado....

El la acercó a sus labios, y comenzó a besarla sin prisa, saboreando cada instante, como si fuese su regalo, después de haber pasado tanto tiempo a la deriva.
No podía asegurarle que no tendrían más muertes, ni siquiera que él mismo sobreviviría a los tiempos oscuros que se avecinaban. Pero hasta que el tiempo de la batalla llegase, se prometió a si mismo que en ese pequeño oasis en el cual se había transformado ella, hallaría la paz que jamás había conocido.

Moneda de cambio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora