Capítulo 11| Ya no más

41 4 5
                                    

Alex, en multimedia. e.e


Caigo lentamente, puedo sentir la adrenalina corriendo por mi cuerpo, cómo esa horrible sensación de estar cayendo hace estragos en mi estómago.
Es peor que cualquier vez que fui obligado por Matt a subirme a algún juego mecánico.

Pero esta vez, es diferente, en los juegos mecánicos sabía que no iba a caer, que se detendría alguna vez.
Ahora salté temerariamente de la azotea.

Todo parece moverse en cámara lenta, podría jurar que incluso puedo ver mi vida pasar por delante de mis ojos o simplemente estoy exagerando.
Mientras me acerco, intento, como puedo calcular caer lo más céntrico posible en la piscina.

Sí, por eso salté, o mejor dicho saltamos, el sujeto de la capucha negra saltó antes que yo.
No se podía tomar a la ligera, la piscina se encontraba a una altura considerable desde la azotea.
Aún sabiendo que podría ser un salto suicida, me lancé al igual que él.

Cierro los ojos antes de zambullirme violentamente en la piscina, fue horrible porque ya no tenía aire en mis pulmones para cuando impacté en el agua.

Ahora me hundo estrepitosamente, la presión del agua me abraza fuertemente, creo que hasta toco el fondo de la piscina.
Consigo abrir los ojos y sólo veo todo el rastro del agua que voy dejando, las burbujas no me dejan ver nada.

Por un segundo, todo se siente en paz, escucho un pitido, pero no le pongo atención.
El agua me estruja, ya no consigo respirar, de alguna forma me siento incapaz de moverme, como si estuviera roto en mil pedazos.

Necesito oxígeno, quiero respirar.

No estoy seguro si es real que escucho:
¡Alex! ¡Nada!

Ordeno a mi cuerpo que nade, que se mueva o algo, pero parece rechazar todas mis órdenes.
Empiezo a pensar en rendirme y quedarme así, pero aparto en seguida esa línea de pensamientos.

De algún modo o instinto de supervivencia, me obligo a flotar, a patalear a cualquier opción que saque de aquí.
Comienzo a subir a la superficie, sin embargo noto como todo se empieza a poner borroso y más lento.
Me empiezo a sentir pesado.

Justo cuando mis pulmones están a punto de estallar y hacerme volver al fondo, consigo salir.
Tomo una sonora bocanada de aire, apreciando como el oxígeno comienza a abrirse paso a través de mis pulmones.

Me siento confundido y veo a mi alrededor, una horrorizada Haley aparece frente a mí.

—¡Alex! ¡Eres un estúpido!—chilla pero también intenta hacer que nade a la orilla.

Como puedo, consigo a salir de allí y me aferro al metal temblorosamente, ahora recuerdo por qué salté.
Me giro violentamente buscándolo.

—El sujeto...—mascullo en voz ronca.
—Ahora no, Alex.

Me incorporo y veo algo que saca de asombro.
¡La seguridad tiene al sujeto!
Sí, dos oficiales le detuvieron.

Me aproximo a ellos rápidamente, ya le han quitado su estúpida capucha negra y lo están esposando.
Veo su mojada cabellera que ya se está tornando blanca.

"¿Siempre fue un anciano?"

—¡Oficial!—exclamo.
—Jovencito, eso que hiciste fue valiente, tonto pero valiente.
—No puedo creer que lo atraparan—es lo único que consigo decir, tengo tantas ganas de golpearlo, aún me está dando la espalda.

—Bueno, sí—responde el oficial. —Gracias a ti capturamos al que hacía fraudes con los cheques.
—¡¿Qué?!—exclamo cuando todo mi cuerpo vuelve a tensarse.

Susurro FantasmalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora