Susurro Fantasmal

Capítulo 40|Flores misteriosas

Alex(POV)

Al día siguiente, pasé por un estado mecánico. Pavel y yo habíamos quedado de ir a las afueras de la ciudad para visitar las floristerías, Nina logró conseguir un nombre: Kirt.
Así, a secas, no estoy seguro que incluso sea su verdadero nombre pero podemos empezar por algo. Me ha costado tanto conseguir que Nina se quede en casa, ya no quería exponerla a más.

Traté de prestar atención en clase o de seguir el curso de la conversación con Neil pero, sólo parecía un zombie en la escuela.
Con el mismo estado automático acompañé a Nina a casa, no quería preocuparla pero creo que lo ha notado.
—Oh Alex, prométeme que tendrás cuidado y serás muy prudente. —me envuelve con sus finos brazos.
—Claro, no te preocupes. Pavel sabe lo que hace, iremos nosotros dos. Confía en mí. —le devuelvo el abrazo.
—Confío en ti, sin embargo, me preocupas mucho. —susurra como para sí.

Ha tocado mi fibra sensible.
—Lo sé, lo sé Nina, prometo estar sano y salvo. —beso delicadamente su cabeza.
—No olvides que te amo. — susurra con mucha honestidad.
—Nina... —la abrazo con fuerza—. También te amo, no lo olvides. —tomo su barbilla para depositar un delicado beso en sus labios.

Debo separarme de ella antes que me arrepienta de irme.
—Adiós —murmuro entre besos.
—Cuídate —dice en un hilo de voz.
—Lo haré por ti. —la beso de nuevo.

Antes que me sea imposible dejarla aquí, me separo de ella, le acaricio la mejilla en un dulce gesto, sus hermosos ojos verdes me ven como una súplica para que no vaya, pero debo hacerlo, me doy media vuelta alejándome con lentitud.
Podía sentir su mirada clavada en mí, mientras me observaba irme.

Caminé hasta mi casa en un intento de despejarme, en el mismo árbol que hace unos días, estaba Pavel recostado contra el tronco, silencioso como una sombra, inmóvil como una estatua.
El único indicio de vida, era el humo del cigarrillo, irónicamente.
Dios, este chico fuma demasiado, a penas y salimos de la escuela para estar ya fumando, las adicciones son un desesperado intento de esconder una verdad que no nos gusta.
—Vaya, no pierdes el tiempo. —exhala el humo del cigarrillo, tiene una expresión de estar meditando.
—Digo lo mismo, ¿No crees que son demasiados cigarrillos? —lo reto.
—¿No crees que son demasiados besos? —sus chispeantes ojos verdes tratan de intimidarme.
—Al menos no me matarán de cáncer. —respondo con sarcasmo.
—Al menos no moriré de amor. —contraataca.

Me río de su respuesta.
—No creo que algo tan poético como eso te mate.
—Sí, como sea. Mueve tu trasero, hay que irnos. —me ordena con su habitual tono militar.
—Eso significa, ¿Iremos a las afueras de la ciudad?
—Exacto, menos preguntas y más acción. —me espeta echándose a andar.

Sigo a Capitán Mandón, que va dando largas zancadas. Parece que disfruta de guiar a los demás, ni siquiera se toma la molestia de ver hacia atrás, asumiendo que lo voy siguiendo.
Llegamos a la parada del metro, Pavel espera en silencio el siguiente metro.

A penas me da un vistazo cuando me paro junto a él, continúa viendo al frente, hasta que se detiene el metro.
Sale bastante gente, esperamos hasta que ya podemos entrar.

Pavel camina hasta los asientos del fondo, incluso toma una postura encorvada, como si quisiese pasar desapercibido, fija su vista en la ventana, no trato de sacar conversión, así que me quedo en silencio junto a él, observando que parada tras parada, nos alejamos del centro de la ciudad.

Varias paradas después, en un lugar ya poco conocido para mí, Pavel rompe su voto de silencio.
—Esta vez, tendremos que utilizarte a ti Grayson, de Kirt me encargo yo. Nos ahorraremos tiempo si nos dividimos, supongo que ya no eres tan mocoso como para necesitar que te cuide.
—No es necesario tu negro sentido del humor, sólo indícame a dónde debo ir.
—Recuerda no llamar la atención —me da una mirada despectiva de pies a cabeza—, cosa que dudo. Eres demasiado alto y trágico para que no te noten.
—Trata de no atacar a nadie, no estaré para cubrirte la espalda. —enarco una ceja.