Capítulo 41| Estación de Policía

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Después de varios capítulos, decidí poner a Pavel en multimedia. Hay muy pocas sobre él.

Pavel(POV)

Me fumo un cigarrillo de camino a la estación de policía, el humo se funde con la neblina siempre presente en esta decadente ciudad, me deprime tanto día nublado.
Se parece a mi estado de ánimo.

Aviento la colilla al pavimento, me aseguro de ponerle el pie para apagarlo, doy un profundo suspiro antes de entrar al edificio, será un día largo.

En cuanto doy mis primeros pasos adentro, Perkins ya está a mi lado, ya sea para sermonearme, mandarme, informarme o todas las anteriores.

—Hanford, ¿Dónde estabas? No has entregado tus reportes, creo que podrían darte otro caso. —me da una mirada paternal.
—Yo también me alegro de verte, Perkins. —utilizo un notorio sarcasmo—. Espera, ¿Cambiarme de caso? —le doy una mirada hostil.
—Este... Sí, el jefe mencionó algo sobre cambiarte de caso, quiere usar tu talento en un caso menos cerrado. En el que trabajas actualmente es un callejón sin salida...
—No me interesa, continuaré en el que estoy. —no lo dejo terminar.
—Hanford, no tomes esa actitud, será bueno para tu carrera policiaca.
—Hasta luego Perkins. —lo ignoro por completo, adentrándome en uno de los muchos pasillos.

Perkins se rasca la cabeza, suspira con resignación, gira sobre sus talones alejándose de mí.
Camino por este pasillo de memoria, me lo sé como la palma de mano. Los he recorrido tantas veces, desde que tengo uso de razón. Las personas acá ni se sorprenden de verme, están acostumbradas a que me pasee por aquí de vez en cuando.

Llego a una oficina, está identificada como:

Sargento Hanford

Sólo que no es mi oficina, es la oficina de mi padre, el Sargento William Hanford, que por ende compartimos el mismo apellido.
Siempre le pido consejos a mi viejo, él sabe qué hacer, aunque yo nunca lo admita. Toco porque al igual que él, odio que abran la puñetera puerta sin llamar primero, de tal palo, tal astilla.

Entro después de esperar unos segundos, mi padre está frente al computador, despega la vista del monitor cuando cierro la puerta y me dirijo hacia su escritorio.
—Pavel, hijo. ¿Qué haces aquí tan tarde? —clava sus ojos verdes, simulando ser fuego, como los míos.
—Trabajando, ¿Qué más? —me siento aunque él no me haya pedido que lo haga.
—Tan joven y trabajando tanto. —niega con la cabeza.
—Me recuerda a alguien. —sueno sarcástico.

Doy un vistazo a su oficina, papeles por doquier, bolsas de evidencia, casi ningún arte porque las oficinas de un policía no las necesitan, archiveros al fondo, un olor a cigarro, seguro ha fumado recientemente.
Siempre dice que trata de dejarlo pero, sabemos que eso eso jodidamente difícil.
Por último, en su escritorio, una fotografía familiar en la que me incluyo yo cuando era un enclenque de diez años aproximadamente.

—¿A qué se debe el honor de tenerte aquí, mi policía favorito? —sonríe, su bigote parece sonreír con él.
Desprendo los ojos de esa fotografía, me trae muchos recuerdos.
—Sólo quiero conversar contigo, Pa.
—¿Acerca de qué? —suena curioso.
—Gajes del oficio. A mamá no le gusta que hablemos en casa sobre el trabajo. —chasqueo la lengua.

Susurro FantasmalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora