Capítulo 44|El mensaje descubierto

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Pavel(POV)

El camino hacia abajo del edificio fue eterno, no tenía nada más que decir, nunca admito que me siento devastado cada vez que ocurre un crimen de estos casi en mis narices.
Me agobia no poder resolver este caso.
Sólo pienso en la promesa que me he hecho.
Me lo prometí...
Me lo prometí...
Me lo prometí...
Prometí atraparlo y así poder vengarme.

Ahora tenía que enfrentarme a un nuevo asesinato allá afuera, no quería ni imaginarme lo grotesco de la escena del crimen, la chica se dio directamente contra el pavimento, además de los puñeteros curiosos que se asoman para ver, no digamos de la prensa.
Joder, el jefe va a estar sobre mí y Perkins, nos va a presionar aún más.

—¿Pavel? ¿Pavel, me escuchas? —Grayson me trae de vuelta a la realidad.
—¿Qué? —refunfuño de muy mala gana.
—¿Qué era lo que has descubierto del mensaje? Necesito saberlo.

El mensaje, había pasado en segundo plano después de la noticia.
Había descubierto el mensaje de la correspondencia que fue enviada a la estación el otro día.
Se trataba de una paquete de rosas negras, un llavero del edificio Yorkshire y un breve mensaje: "Aléjense".
Al principio creí que se trataba de mí, o que se dirigía a la estación de policía pero no.
Lo he descubierto porque a veces es sorprendente la similitud de pensamientos que tenemos, lo deduje por accidente, ahora debo dejar mi vulnerabilidad a un lado, poniéndome la máscara de la rudeza que uso todos los días.

—Vaya, y creía que el Einstein aquí eras tú. —uso mi mejor tono de sarcasmo—. ¿Acaso no lo has descifrado?
—No... —Grayson aparta la mirada—. No tiene sentido para mí.
—Es tan obvio pero no lo quieres ver. — suspiro profundamente.
—¿Entonces? —suena impaciente.
—Se refiere a... La Interpol.

Grayson y la chica Interpol se estremecen.
—¿A qué te refieres? —demanda la chica Inglaterra.
—El mensaje iba fuerte y claro para ustedes, de alguna manera supo que la Interpol interferiría... —me acaricio la barbilla pensativo—. De hecho, fue el mismo día que nos vimos en la estación, ¿Acaso ese día te transfirieron de Inglaterra?
—Sí, ese día regresé al país. —se oye impresionada.
—¿Ves? Nada es coincidencia en este trabajo. —se me chasquea la lengua.
—¿Pero cómo es posible? Se supone que manejábamos una estricta confidencialidad.
—Infiltrados. —murmulla Grayson.

Asiento para indicar que estoy de acuerdo.
—Tenemos infiltrados entre nosotros, ahora va a por ustedes, es una advertencia.
—¿Sugieres que quiere que nos vayamos? —la chica Interpol suena escéptica.
—Sí. —respondo simplemente.
—¿Cuál es el punto de este asunto tan bizarro y retorcido? —su voz se eleva unas octavas.

Paso de hacerle una broma porque no estoy de humor para puñeteras bromas.
—¿Qué no es obvio? Como todo criminal, quiere que le dejen tranquilo para asesinar gente en paz. —mi tono es brusco.
—Ni siquiera sé por qué sigo escuchándote, pelmazo. —se recrimina.
—Sabes que sé de lo que hablo. —le guiño un ojo.

Se abre la puerta del elevador, estamos en el lobby del edificio, veo un caos, gente por aquí y por allá, sobre todo una aglomeración afuera.
Consigo distinguir algunos uniformados, incluyendo a más oficiales que estaban en este operativo.

—Esperen aquí. —les ordeno, camino hacia afuera sin voltear sobre mi hombro para comprobar si me habían obedecido. Porque esperaban que lo hubiesen hecho.

Como era de esperarse, Perkins me ubicó al instante.
—Hanford, no creo que quieras ver esto, es una víctima de unos diecinueve años, muerte por múltiples contusiones, heridas graves y desangramiento...
—¿Para qué todos los detalles?—le interrumpo—. De todas formas ya está muerta.

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