Susurro Fantasmal

Capítulo 32| P...

P..., en multimedia. Sí, al fin sabrán quién es. Sólo lean un poco más abajo para saber de quién les estoy hablando, si lo puse con puntos suspensivos fue para mantener el misterio.

Trata con todas sus fuerzas de quitarme de encima, yo de alguna manera consigo mantener mi equilibrio para someterlo e inmovilizarlo. Logré tomar con una mano el antifaz.
¿Pero qué rayos?

Logro ver a través de la abertura del antifaz, unos ojos brillantes, chispeantes, fúricos que me abrasan como carbón encendido.
Trata de empujarme hacia atrás, pero aún no me rindo, empiezo a jalar el antifaz lo más fuerte que puedo.

—¡Grandulón ten cuidado! —me grita Haley.

Debido a toda la conmoción, no le pude responder, me comenzaba a sentir agitado de tanto esfuerzo, el sujeto seguía intentando lastimarme o abofetearme para poder huir.

En algún momento, él también perdió fuerza, la que aproveché para quitarle ese estúpido antifaz de una vez por todas, el tiempo casi se detuvo cuando tenía el antifaz en mi mano.

Fue entonces, cuando lo vi: cabello negro pegado a la cara por el sudor, piel pálida, ojos verdes que se veían sorprendidos pero que rápidamente me asesinaban con la mirada.

Yo conozco a este chico, ya había sentido esta mirada antes, el chico de la capucha negra era ningún otro más que Pavel Hanford.
Muy en el fondo, sabía que algo no estaba bien con este chico, pero nunca me imaginé que de hecho, iba a ser el sujeto que tanto perseguía.

—¿Pavel? ¿Pavel Hanford? —pregunto con voz ahogada debido al esfuerzo.
Abre los ojos como platos, pero en un santiamén, tensa la mandíbula, haciendo una mueca muy intimidante.

—¿Cómo coño sabes mi nombre? —escupe las palabras.
—¿Pavel? —pregunto estúpidamente, me siento como en una especie de shock, no puedo creer que este chico sea el causante de todo este problema. Consigo distinguir matices de odio en mi interior.

—¡Te he preguntado que cómo sabes mi nombre! —espeta Pavel, aprovechando mi momento de debilidad, me empuja con todas las fuerzas que guardó en alguna parte.

Esta vez soy yo quien cae de espaldas, él me toma del cuello de la camisa.
—¿Cómo rayos sabes mi nombre? —pregunta con furia—. ¿No responderás?

Pavel me arrebata el antifaz de la cara, casi consigue aruñarme con la brusquedad de su movimiento.
Cuando lanza el antifaz a un lado, me ve directamente a los ojos, esta vez se ve genuinamente sorprendido, abre los ojos, me estudia con detenimiento.

—¿Grayson? —pregunta casi escupiendo mi apellido.
—Con que al fin me reconoces. —digo con ironía.
—¿Eras tú todo el tiempo? —escupe a un lado—. No era lo que me esperaba, pero puedo acabar contigo.
—¡¿Así como lo hiciste con las demás?! —fue casi un grito.