Capítulo 12| ¿Las mieles de la normalidad?

70 6 19
                                    

Alex, en multimedia. (Otra vez, porque puedo...)
Sorry, not sorry(?)

Fue una semana bastante tranquila, claro, con algunas excepciones pero no había estado en peligro de muerte desde que había decido ser lo más normal posible.
Además, como sugerencia de mi nuevo terapeuta, ahora escribo mi semana y describo cómo me siento.
Me pareció estúpido al principio, pero papá me obligó a poner todo el esfuerzo de mi parte, además,  si me mostraba reacio a seguir el ejercicio; el terapeuta lo notificaría, así que que ahora lo revisaremos semanalmente.

Aquí el resumen de mi primera semana probando las mieles de la normalidad.
(Verán unos Posdatas que posteriormente guardaré sólo para mí):

Lunes (por la mañana):

—Oye viejo, ¿hiciste la tarea de química? No entendí nada, además aún tengo tarea atrasada—se quejaba un Neil que se miraba bastante cansado.
—De hecho sí, tuve bastante tiempo.
—Necesitaré de tu ayuda luego, no quiero reprobar la clase.
Asiento y le doy una palmada en su espalda mostrándole mi aprobación.

Es una semana bastante estresante, las tareas abundan al igual que los proyectos.
Esta vez presto atención al maestro de matemáticas, historia, lenguaje y... me pongo nervioso a la hora de biología.

Aún no creo que Nina Hinamori sea mi compañera de proyecto.

—Creo que nuestro proyecto debería ser sobre los lípidos, ¿Tú qué opinas?—sondea Nina y sigue observando el libro.
Aún no soy capaz de responder inmediatamente a sus preguntas, seguramente ya debe de pensar que sufro algún tipo de retraso porque la observo por algunos segundos.
Me pierdo siguiendo cómo enrolla su cabello alrededor de su dedo.

—¿Alex?—levanta la vista hacia mí.
—Y-yo, no lo sé... Me p-parece que es un poco simple—me sonrojo.
—¿Ah, sí? ¿Tienes alguna idea mejor?
—Yo...—carraspeo. —No lo sé, podríamos hacerlo sobre el proceso fotosintético, glúcidos, representación celular, herencia o genética, incluso cruces de Mendel, ADN—le explico tratando de no distaerme y que mi mente se ponga en blanco.
Nina me observa con una expresión atónita.

—¿Nina?—le pregunto ruborizándome.
—Eres un genio, ¡Nunca pensé que sabrías tanto!—exclama y me da un abrazo.

Justo allí estoy a punto de desmayarme y más aún cuando alcanzo a oler su perfume, Dios, huele tan bien.

—E-eso creo... No tengo algo en concreto.
—No seas modesto, eres un genio. Lo haremos sobre herencia celular.
—Estoy de acuerdo.

Ambos nos sonreímos.

(Por la tarde)

Estoy esperando a que el psicólogo me llame.
El área de espera es bastante austera y blanca, demasiada blanca para mi gusto.

—¿Alexander Grayson?—me llama la secretaria. —El Doctor Haworth te está esperando.
—Claro, gracias.

Camino a su oficina y entro lentamente, me siento con ademán aburrido.
El terapeuta lo capta enseguida.

Susurro FantasmalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora