Capítulo 13| Nina

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Nina, en multimedia.
Ya pueden ver por qué se derrite Alex. e.e

Me veo al espejo.
Cabello oscuro despeinado, ojos azules que proyectan seguridad, por el momento.
Noto que me he vestido de negro otra vez, decido cambiar a una camiseta azul, al menos me veré menos trágico.

Comprobar mi look no es algo que haga a menudo, pero me dirijo a casa de Nina Hinamori y debo admitir que me hacía sentir nervioso.

Tomo mi mochila y también los tulipanes que usaremos para los cruces de nuestro proyecto, bajo las escaleras y mamá ya me está esperando en el auto.
No quería que ella me llevara, pero es parte de mi castigo y debo acatarlo sin rechistar.

Conduce en silencio, comprobándome de vez en cuando, mientras yo sólo me limito a tener la vista al frente.

—¿Te sientes bien? Te noto nervioso—pregunta mamá, rompiendo el silencio.
—Claro que estoy bien, sólo haré tarea.
—Aún así me alegro que empieces a socializar más, ¿Es una chica?
—No ahora, mamá—aparto la mirada.

Parece que mamá lo ha notado.

—¿Estás interesado en ella?
—¡Sólo es un proyecto!
—Espero que me la presentes.

Ruedo los ojos y niego con la cabeza.

Mamá continúa conduciendo, pero con una sonrisa en su rostro.

Llegamos hasta un complejo de casas, las cuales eran todas iguales.
Es un barrio muy elegante, mamá se estaciona y comprueba la dirección.

—Llámame cuando termines, te vendré a recoger.
—Mamá, eso no es necesario, puedo irme yo sólo.
—No, no puedes. Te recuerdo que estás castigado jovencito.
—Claro, nos vemos después—evito la discusión y salgo del auto.

Camino hacia la puerta y toco el timbre.
De repente me invaden los nervios, empiezo a pensar que podría irme corriendo o excusarme y regresar a casa.
No hago nada de eso, Nina Hinamori abre la puerta, recibiéndome con una sonrisa.

—¡Alex, viniste! Pasa, veo que traes nuestros tulipanes—me abre la puerta invitándome a entrar.
—Hola Nina, claro que vine, tenemos un proyecto que hacer.
—Ven, empecemos a trabajar.

Camina hacia la sala, la sigo y no puedo evitar oler su fragancia, huele tan bien.
Toda su casa huele a ella, a Nina.
Eso me agrada.

Tomamos asiento, pongo los tulipanes en la mesa junto con el resto de materiales.
Ahora centra su atención en mí, poniéndome nervioso al instante.

—Bueno, explícame sobre los cruces—apoya la barbilla en su mano.

Creo que mi lengua se ha secado y no me permite hablar, tengo que dejar de ser tan patético y concentrarme en mi tarea.

—No es nada del otro mundo, básicamente sólo cruzaremos las flores y ver por nosotros mismos la genética.
Verás, el tulipán rojo posee dos genes para el color rojo, lo mismo con el tulipán blanco, pero éste los tiene para el color blanco. Ambos son de línea pura, que llamaremos generación paterna.
Si cruzamos una con otra tendremos unas híbridas las cuales serán todas de color rosa, sus descendientes poseen el cincuenta por ciento de los genes—hago una pausa.

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