Capítulo 24| Confesiones

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La imagen adjunta arriba, es un dibujo hecho por , 100% de mi autoría.
, aunque no lo crean también dibujo. Pueden echarle un vistazo a mi arte.
Ah, lo siento por el spam dentro de mi propia historia, sólo quería darme algo de promoción (?)  Sin más preámbulos, sigamos con la historia.

No dormí en toda la noche, ni siquiera porque me haya desvelado toda la noche, no.
Sino porque estar nervioso era poco, estaba al borde de un ataque de ansiedad cada minuto que transcurría mientras pasaba el tiempo de forma lenta.
Justo cuando estaba a punto de dormir, se me venía el pensamiento de Nina aquí en mi casa buscando respuestas.

Enhorabuena Alex, haciendo más estupideces de lo normal, ahora le tendré que contar a Nina sobre mi secreto.
Vale, al menos yo lo considero un secreto.

Cuando el reloj marcaba las seis de la mañana, supe que cualquier intento por dormir sería inútil. Ya los primeros y débiles rayos del sol se colaban por el pesado nubarrón gris que se pintaba en el cielo; aunque conseguían alumbrar lo suficiente como para recordarte que ya amaneció.

Suspiré frustrado, olí el inconfundible aroma del café, mi estómago acostumbrado a desayunar temprano, arruinó cualquier esperanza que tuviese por volver a dormir.
Me pongo de pie, camino perezosamente al baño.
Cuando me veo en el espejo, confirma mis sospechas: me veo terrible, producto de una noche en vela.

Después de lavarme, bajo las escaleras. El aroma del desayuno se hace más fuerte.
Me encuentro con papá bebiendo café.

Me mira extrañado, arruga la nariz.
—¿Alex? ¿Qué haces despierto tan temprano en vacaciones? Pensé que dormirías hasta medio día como tu hermano. —sonríe burlón.
—Yo también me alegro de verte, Pa. —replico con ironía—. Simplemente me ha dado hambre.
Papá ríe de nuevo.
—Juventud —despliega su periódico —, nunca se levantan temprano cuando se los pides y cuando se pueden levantar tarde, lo hacen más temprano que de costumbre.

Ruedo los ojos.
—Lo siento, viejo. —papá me da una mirada asesina por encima del periódico —. Los jóvenes tenemos hambre.

Me sirvo café, tomo unas tostadas cuando papá no responde por su orgullo juvenil herido.

—Hijo, no molestes a tu padre. —me advierte mamá entrando a la cocina—. Harás que se le suba la presión.

Susurro FantasmalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora