Uno

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Bueno... empecemos con lo interesante, eso que todos ustedes quieren saber. No mi nombre, ni mi edad, ni donde vivo. Ustedes están aquí para presenciar ese momento en el que mi vida sufre un cambio, donde las cosas nunca vuelven a ser como antes. El momento en que comienza la verdadera historia:

12:45
Martes 13 de octubre

Eso es lo que dice mi teléfono. Es la quinta vez que lo reviso; obviamente, esta escondido de mi profesora que no para de hablar sobre la importancia de un gobierno organizado eficientemente, leyes y más bla bla bla que ya sé de memoria. Suelo prestar más atención en clase, soy casi una prodigio según las autoridades del instituto, pero hoy hay una pequeña distracción.

Se preguntaran si esa pequeña distracción tiene nombre. Pues sí. Y también tiene apellido.

Se preguntaran si es un chico. Sí, otra vez. Y sí, es musculoso, guapo y el término mujeriego se queda corto para expresar la cantidad de veces que él ha visto a una chica sin bragas (no es que las haya contado, aunque los rumores corren rápido por los pasillos). No es rubio, sin embargo, eso no disminuye su atractivo, el castaño le queda muy bien.

Él es Kieran, Kieran Kavinsky. Y como cualquier playboy es temido por todos en la escuela. Él es el Rey del Instituto, el Rey de los Ligues. También es conocido como el Rey de los Orgasmos. Por supuesto nadie lo llama así en su cara, no obstante, entre los "plebeyos" le dicen de esa manera.

Al entrar al salón hace aproximadamente cuarenta y ocho minutos —han pasado tres más desde que miré la hora, y sí, estoy contándolos —había una nota.

Creo que ya adivinaron de quién era. No era muy extensa, y no, no era una carta de amor; tampoco me decepcioné al caer en cuenta de que no lo era. Yo solo esperaba una de las alocadas notas con una horripilante caligrafía y una pésima ortografía de Jen, mi amiga. En cambio, lo que obtuve fue por mucho inesperado.

Mi cara se había transformado en piedra al leerla:

Tessa, quiero que hables conmigo después de clases.

Kieran K.

No es un gran mensaje, ni tampoco me estaba amenazando o insultándome como para preocuparme, lo que me inquieta es el hecho de que me haya hablado (escrito), en primer lugar. En segundo lugar, luego de leerla, lo busqué con la mirada hasta encontrarlo justo detrás de mí. Me estaba viendo con sus penetrantes, espeluznantes, y para algunas encantadores ojos. No sirvió de mucho que todo en Kieran me pareciera siniestro, incluyendo sus iris grises. No fui capaz de decir, ni hacer nada y tampoco tuve tiempo de reaccionar dado que la señora Daniels entró. Solo pude  girar hacia el frente sintiendo sus ojos como láseres que me quemaban justo en la nuca, en tanto me decía a mí misma que pronto me dejaría en paz.

¿Y adivinen qué no pasó? No despego su mirada de mí ni un microsegundo.

Me puse nerviosa, estoy nerviosa, así que decidí martirizarme contando los segundos que faltan para que toque la campana y poder salir de aquí a toda velocidad. Mi mente "privilegiada" ha estado torturándome con diferentes escenarios en los que siempre termina mi nombre colocado en una lápida en el cementerio de la ciudad.

Porque, vamos, no soy tan estúpida e ingenua como para pensar que Kieran querrá tener un romance o algo así conmigo y que eso que tiene que decirme afectará en algo mi vida.

No soy la típica chica nerd, depresiva y marginada, aunque ni de lejos soy la más popular. No soy de las que creen que son feas, ni tampoco me creo una belleza. Y no tengo lentes. Sé perfectamente cual es mi lugar. Soy normal en cuanto a aspecto físico, unos ciento sesenta y nueve centímetros de altura, castaña, ojos café. Y no, no soy una antisocial, tengo un grupo de amigos, entre los cuales está la desorganizada de Jen. No soy tan popular, sin embargo, hay una brecha bastante larga que me separa de ser una inadaptada. Y sí, he tenido algunos novios, aunque no ahora.

Ayudando al PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora