La casa de Kieran.
Un lugar demasiado colorido y luminoso como para ser su hogar. Una casa pintada de un blanco tiza se cernía frente a mis ojos, detrás del cristal del auto. Ese lugar era muy hermoso y cálido, demasiado cálido para ser la casa de alguien como Kavinsky.
Habíamos llegado hace más de quince minutos y todavía no me atrevía a bajar. Kavinsky había tratado de bajarme y, a pesar de sus músculos, no lo había logrado, por lo que había decidido esperar no tan pacientemente fuera del vehículo.
En mi defensa, yo no esperaba algo así. Creía que tal vez vivía en una cueva o una especie de guarida para sus planes malévolos... bueno, hablando en serio creí que vivía en una lujosa casa de mafioso, pero esto definitivamente no pasó por mi mente. Esta también es una casa lujosa, sin embargo, con un aspecto hogareño. Desde aquí puedo ver juguetes desparramados por todo el jardín delantero, entre los arbustos y las flores, por lo que me atrevo a suponer que el Rey Kieran tiene un hermano.
No puedo dejar de pensar que estoy yendo directamente a la boca del lobo, piénselo, si Kieran me asesina aquí nadie lo sabría.
Unos golpes incesantes en el vidrio de la ventana seguidos de reclamos me distraen de mi observación.
—¡¿Ya piensas bajar?! —dijo Kavinsky demandante.
—¡Ya voy! ¡Ya voy! —Lentamente mi mano derecha abre la puerta y finalmente bajo del coche de Kieran—. Ya baje. ¿Contento?
—¡Ya era hora! —Hago una mueca ante su trato tan... odioso—. Ahora camina —ordena.
—Sí, mi general —digo sarcásticamente.
Atravieso el jardín con mi nerviosismo acrecentándose a cada segundo. Kieran saca las llaves de su bolsillo. Tengo que reprimir un grito ahogado que quiere escaparse de mi garganta cuando abre la puerta.
Me quedo más del tiempo necesario parada en el umbral viendo el interior.
—¡Entra de una vez!, ¿quieres? —Kavinsky toma mi brazo y tira de mí hacia adentro.
Casi me estrello contra su pecho, no obstante, logro recuperar el equilibrio a tiempo. Contemplo lo que hay a mi alrededor y me quedo maravillada con lo que veo: candelabros cuelgan del techo, jarrones llenos de flores que lucen muy costosos están ubicados como centros de mesa, algunos cuadros cuelgan de las paredes y puedo ver un par de fotos en una mesa cerca de unos sillones.
—¿Kieran? —pregunta una voz de mujer, la cual no tarda en aparecer con un delantal de cocina puesto sobre su ropa. Tiene cierto parecido a Kieran, principalmente por sus ojos. Claro que los de ella son más alegres.
—¡Genial! —dice Kieran por lo bajo, supongo que no esperaba que estuviera en casa—. Mamá, creí que volverías más tarde.
—Salí antes del trabajo —explica brevemente. Sus ojos reparan en mí y me dedica una sonrisa—. Kieran, ¿dónde están tus modales? ¿No nos vas a presentar?
—Mamá, ella es Theresa. Theresa, mi madre —dice sin mucho entusiasmo.
—Tessa— corrijo—. Por favor, dígame Tessa, señora Kavinsky.
—Y tú dime Natalie. —desplaza sus ojos entre su hijo y yo, con esa típica mirada de madre casamentera haciendo que esto se ponga más incómodo.
—Mamá, estaremos arriba, haciendo tarea —dice Kavinsky y va a las escaleras.
—Fue un gusto conocerte, Tessa —me dice.
—Gracias, igualmente.
Voy detrás de Kieran, que parece haberse olvidado de mí en su desesperado intento por huir de su madre. Subo las escaleras unos pasos más atrás de él. Se detiene en una de las tantas puertas del extenso pasillo y abre dejando al descubierto una habitación un poco desordenada.
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Ayudando al Playboy
Teen FictionTessa (Theresa) Greir, tiene un alto coeficiente intelectual, pero no es la típica nerd. Es sociable, tiene un grupo de amigos y no es una marginada. Kieran Kavinsky, popular, PLAYBOY con mayúscula porque hace lo que sea para llevarse a una chica a...