Siete

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—Jen —hago una pausa—, creo que acabo de hacer algo muy tonto.

—¿Qué hiciste?, espero que sea algo realmente interesante. A mis uñas recién pintadas se les ha corrido el esmalte cuando contesté el teléfono —dice con frustración—. Es la quinta vez que sucede, haz que valga la pena.

Acerco el teléfono a mi boca y susurro lo más bajo que puedo.

—Bese a Kavinsky. —La linea se queda en completo silencio—. ¡Jen!, ¿me oíste...?

—¡Lo sabía! —grita aturdiéndome—. Ésto de la nerd y el playboy es tan... —suspira exageradamente— cliché.

—Shh... no grites. ¿No quieres publicarlo en Internet también? —digo irónicamente.

—¿Puedo?

—No, claro que no. Además no sucedió como tú crees.

—Tessa —casi puedo verla parada junto a mí poniendo sus ojos en blanco—, tú pusiste tus labios en los de él y tal vez también tu lengua. —Hago una mueca de asco aunque no pueda verme—. No puede haber sucedido de otra manera. Lo besaste. —Su voz cargada de exasperación me es tan familiar.

—Solo fue práctica. —Eso, solo eso. Nada más.

—¿Cómo que práctica?

—Eso. Práctica.

—Explícate.

Me acomodo mejor en mi lugar sobre la tapa del váter. Ésta charla va para rato.

—Bien. Pero debes jurar que no dirás nada.

—Lo juro. Ahora dime.

Suspiro antes de contestar.

—Kieran me pidió ayuda para conquistar a Lindy, yo lo besé para enseñarle como besar a una chica sin hacerle sentir que es un pedazo de carne.

—Entonces, ¿por qué llamas si eso fue solo por una lección? —me acusa.

—Porque me siento rara —admito—. Acabo de besar al Rey, el playboy de la escuela, necesito que me digas que no estoy enloqueciendo. Esa es la única razón por la que estoy encerrada en su baño hablando contigo.

—¿Estás encerrada en su baño? —exclama.

—Sí, Jen. ¿Qué esperabas que hiciera? Acabo de besarlo y ahora su hermano quiere conmigo.— Estrujo mi cabello entre mis manos nerviosamente.

—Espera. ¡¿Hermano?! ¿Kieran tiene un hermano?

—Sí, es lo que dije —digo con obviedad.

—¿Es igual de guapo que Kieran?

—Dios, Jen. El niño no tiene ni diez años.

—Oh, es una lástima —dice lamentándolo en verdad. Conociéndola, sería capaz de esperar hasta que el niño fuera mayor, lo llevaría a Las Vegas y lo obligaría a casarse con ella.

—¿Podemos volver a mi problema?

—Solo sal de ese baño, Tessa —dice resuelta.

—Pero...

—¡S-A-L D-E-L M-A-L-D-I-T-O B-A-Ñ-O! —a continuación escucho los estúpidos pitidos que indican que ya cortó la llamada y veo la foto sonriente de Jen en mi pantalla con odio.

¡Gracias, Jen! ¡Fuiste de gran ayuda! —notese el sarcasmo—.

Ahora estoy sola en esto.

No se ni porqué me preocupo. Seguro Kieran ni noto mi ausencia.

Ayudando al PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora