Cuando la campana suena y la última hora termina tomo mis cosas y soy la primera en lanzarme a la puerta con pasos rápidos y torpes que más de una vez casi me hacen caer. Parece que a Lindy aún no le han contado el chisme, pero no quiero quedarme sola en la escuela y arriesgarme a que aparezcan sus amigas y me metan en un casillero o algo así.
Así que prácticamente corro al auto de Kieran, donde el está recargando su peso tranquilamente mientras revisa su celular.
Puedo escuchar fuerte y claro mis pisadas aminorando su paso hasta detenerme no muy lejos de Kavinsky.
—¿Qué te sucede? —Alza la vista hacia mí con un atisbo de curiosidad en su tono. ¿Cómo puede haber llegado en tan poco tiempo?, él es rápido pero no, no es Barrie Allen, ni tampoco un vampiro brillante como Edward Cullem. ¿Quién sabe? Aunque es algo molesto verlo siempre tan perfecto mientras yo apenas puedo lucir medianamente bien, y eso es con suerte cuando no se me da por correr como una loca.
—Nada... —Respiro pesadamente. Sí, definitivamente no tengo estado físico—. Solo... vámonos, ¿quieres?
Asiente y sube a su coche negro y lujoso que va como anillo al dedo con su personalidad. Tomo mi lugar de copiloto y salimos del estacionamiento con más de una mirada encima.
Me congelo viendo a estudiantes y maestros con caras de asombro y la mandíbula hasta el suelo mientras avanzamos.
¿Alguna vez han sentido la sensación de que TODO el mundo está observando? Se siente como si estuvieras desnudo, completamente al descubierto frente TODOS, sin manera de esconderte. Tal vez solo sean un par de personas las que nos están viendo, sin embargo, con lo paranoica que soy se sienten como miles.
Mi rostro se vuelve completamente rojo y siento el impulso de deslizarme hacia abajo y esconderme.
—¿Tus mejillas están coloradas? —Detesto ese tipo de preguntas (que son más una afirmación que otra cosa). ¡Sí, estoy totalmente sonrojada!, y gracias a ti, Kieran Kavinsky, ahora lo estoy todavía más.
—Todos nos observan —digo no muy fuerte como si desde el exterior del vehículo nos pudieran oír.
—Claro que sí. Soy Kieran, ¿Quién no querría verme? —Eso me tranquiliza y esbozo una sonrisa parecida a las que mamá me dedicaba cuando era niña.
—Tienes razón, nadie querría perderse la oportunidad —hablo con sarcasmo.
☆•☆•☆
La tarde fue ajetreada. Muy movida para mi gusto. Empezando desde el momento en que pisamos la joyería hasta el instante en que "me caí" en la fuente del centro comercial, pero ya llegaremos a esa parte de mi día, primero pasaron otros sucesos no tan interesantes, que igualmente van a tener que escuchar (leer). ¿Por qué? Porque yo lo digo... Hablando en serio, creo que sería lindo que alguien más sepa de estos acontecimientos desastrosos y a veces vergonzosos de los que se compone mi vida diaria.
Bueno, el primero de los hechos de esta tarde ocurrió luego de que el señor de la joyería y su esposa compartieran una larga serie de miradas cómplices hasta que decidieron hacer la típica pregunta: "¿Cuanto llevan de novios?", como si siquiera tuviéramos química.
Porque claro que no la hay. ¿Quién podría creer eso? Es tan imposible como que Scott y Nora terminen juntos.
Pero, la rara plática no se detuvo allí.
Ya que ninguno de nosotros contestó, la señora con unas cuantas canas visibles pero de facciones amigables tomo nuevamente la palabra:
—Es tan alegre ver tantas parejas jóvenes felices. —Si por "parejas jóvenes felices" se refería a pubertos sudorosos, con acné, excesos hormonales y mucha bipolaridad, estoy totalmente de acuerdo.

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Ayudando al Playboy
Teen FictionTessa (Theresa) Greir, tiene un alto coeficiente intelectual, pero no es la típica nerd. Es sociable, tiene un grupo de amigos y no es una marginada. Kieran Kavinsky, popular, PLAYBOY con mayúscula porque hace lo que sea para llevarse a una chica a...