Dos

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¿Qué pasó? El muy infeliz si se atrevió. La escena fue algo así:

Kavinsky levantó su ceja derecha, desafiándome. Corrió por el pasillo, hacia las mesas de afuera, al aire libre. Cruzó el patio a toda velocidad, usándolo como atajo para llegar a la entrada de la institución, siguió y siguió hasta el convertible negro de Gale. Ellos se conocían y eran amigos. Ambos pertenecían a el equipo de lacrosse, hasta que mi hermano empezó la universidad, para mi mala suerte aquí en la ciudad. No es mal hermano, es molesto aunque nada fuera de lo común, solo que yo quería su habitación como una especie de sala de estar, donde poder acumular cosas; libros, un sillón, pensaba en una televisión y un minirefrigerador lleno de chocolates, caramelos y helado.

Hicieron el típico saludo de machos pecho peludo, juntando sus manos, dándose un medio abrazo y palmeándose la espalda. Mientras tanto, yo recuperé el aliento.

—Gale, tengo algo que puede interesart ... —Salté sobre Kavinsky, ya que es mucho más alto que yo, y le tapé la boca.

Gale nos miró confundido.

—¿Qué haces, Tessa?

—Na-nada. Kavinsky y yo somos así. Unidos. —Se mostró aún más confundido y me di cuenta de que no se lo tragaba ni un poquito. En su defensa, yo tampoco me lo tragaría.

—¿Desde cuándo? —Frunció el ceño.

—Desde hace meses, Gale, no estás enterado de todo lo que sucede en mi vida. —Rodé los ojos, sobreactuando demasiado. Soy una pésima mentirosa—. Ya sabes, somos buenos amigos.

—Sí, claro... espero que tú no te sobrepases con ella —le advirtió al sujeto que estaba justo debajo de mí.

Me espantó el horror de sus palabras y caí hacia atrás. Me levanté por mi cuenta y sacudí mi ropa. Mi hermano no es lo que se dice un caballero y Kavinsky ni se acerca, preferí pararme yo misma a esperar que me ofrezcan ayuda toda mi vida.

—¡¿Qué?! —exclamamos Kieran y yo, a la vez.

—Ni en sueños. Kavinsky no me gusta, ni nada parecido. Eso es casi imposible.

—Y tu hermana no es mi tipo —secundó—. Sin ofender.

Los científicos tratan de mandar hombres a la luna, viajar en el tiempo y muchas otras cosas inútiles en vez de crear un chocolate infinito, o averiguar el porqué de que los chicos de este siglo... perdón, me corrijo, los chicos en general son tan idiotas, o, y por esto hablo por el bien de la humanidad, buscar una cura para tal grado de estupidez en el sexo masculino.

—No te preocupes. Ese comentario equivale a diez cumplidos. Muchas gracias —le dediqué mi mejor cara de "me importas una mierda", él mostró su lindo dedo del medio. Yo le saqué la lengua.

—Hola, sigo aquí —nos dice mi hermano—. Digamos que les creo. ¿Qué querías Kavinsky?

—Oh... —Clava sus ojos en mí—. Yo quería... —Pisé fuertemente su pie, haciendo que se detenga y suelte un quejido. Kavinsky me observó como si planeara mi asesinato.

Gale observó su teléfono y dijo:

—Debo irme. Ya que son amigos, ¿puedes llevarla, Kieran? —Éste me dedicó una sonrisa siniestra.

—Claro. ¡Cuídate Grier! —¡Es tan odioso! Mi hermano se fue hacia su auto dejándome sola con el diablo. Kieran alzó una ceja—. ¿Qué dices ahora, Tessa?

Aplasté mis labios en una línea. Conté hasta diez para calmarme. Respiré hondo y me dije que debía mantener la calma.

—Bien. Pero quiero el video y todas las copias, y si me mientes, encontraré la forma de hacerte sufrir. ¿De acuerdo?

Ayudando al PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora