Kavinsky sigue siendo uno de mis problemas, pero ha pasado a un segundo plano ya que en unos días será el cumpleaños de mi abuela, lo que significaba que toda la familia Grier estará aquí para el fin de semana, preparados para disparar sus cañones y hacer que todos ardamos en fuego.
Se estarán preguntando por qué esto sería un problema, es solo el cumpleaños de una dulce abuelita... bueno, pues las cosas no son así. La abuela podía ser algo tierna aveces pero el resto del clan Grier no lo es ni un poco.
Esa mujer dio a luz a cinco bebes (entre ellos mi padre): su primogénito e hijo favorito del abuelo, aunque lo niegue rotundamente, es el tío Dave. Luego le sigue papá, después las gemelas, mis tías Ellen y Karen. La más pequeña y lamentablemente la más quisquillosa, la tía Dina es la que generalmente ocasiona problemas. Tal vez uno de los motivos por el cual es así es que de niña fue excesivamente malcriada por mi abuela. Ellos, sumados a sus respectivas parejas —exceptuando a la tía Karen, quien es la única que no ha formado su propia familia, ya saben, hijos, esposo y toda la cosa— son frentes enemigos independientes que no dudan en atacarse el uno al otro. Más de una vez han demostrado lo capaces que son de herirse sin el más mínimo remordimiento.
Las interminables guerras entre los adultos no solo los afecta a ellos. Aunque la mesa de niños —donde todo miembro de la familia menor de dieciocho se sienta— está alejada de la de los mayores, las discordias también se presentan allí. Los más pequeños naturalmente son unos bocazas, siempre dicen más de lo que deben. Son como loritos que repiten las afiladas palabras de sus padres —yo los llamo informantes, porque aunque metan la pata, siempre escuchan atentamente para luego repetirles a sus progenitores lo que oyeron—. Los adolescentes son una mezcla entre los que pelean a muerte y los que no quieren involucrarse en discusiones sin sentido. Yo pertenezco al segundo grupo.
No entiendo la razón de tanto odio entre personas que de niños jugaban juntos a la pelota, ¡hasta crecieron juntos!
Dicen que cada familia es un mundo y el nuestro es uno bastante ruidoso.
—¿Por qué tienen que invadir nuestra casa? Es el cumpleaños de la abuela, ¿por qué no puede festejarlo en la suya?
Mamá arrastra el carrito del supermercado mientras que va colocando dentro las cosas de su larga lista de compras.
—Tessa, ¡yo no lo sé! —dice viéndome por el rabillo de su ojo ya comenzado a irritarse—. Tu padre se ha ofrecido. Sabes como son las cosas con esta familia, tu abuela no es precisamente mi persona favorita en el mundo pero ya no nos podemos retractar.
—Pero, mamá la tía Dina no puede hacerlo por nosotros...
—Dime Tessa, ¿recuerdas la última vez que tu tía Dina haya hecho algo más que reavivar viejos rencores? —Revisa su lista y luego vuelve a mí—. Cariño, pásame ese paquete de harina. —Señala un estante lleno de mercadería cambiando drásticamente su tono.
Pongo el paquete de harina en el carro y tomo una nueva bolsa de caramelos cuando doblamos hacia otro pasillo. Si voy a aguantar este fin de semana tendré que conseguir provisiones.
—Solo no quiero que nuestra casa sea el lugar donde los Grier decidan lanzarse proyectiles.
—Bueno, pues lo será. Y no exageres, no es como si esto fuera una guerra. —Le dedico una mueca de incredulidad. Ella se encoje de hombros —. Tal vez lo es, pero nosotras no tenemos que ser parte de esta locura.
—Me sorprende que digas eso mientras compras los ingredientes para el pastel de la abuela. Está claro que estamos metidos hasta el cuello en esto.
Mis ojos recorren el lugar buscando más dulces para llevar. Encuentro un par de chocolates y los meto dentro del carro disimuladamente.
—Si vamos a pelear es mejor tener aliados, ¿no crees? —Tacha unas cosas más y llena completamente el carro.

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Ayudando al Playboy
Teen FictionTessa (Theresa) Greir, tiene un alto coeficiente intelectual, pero no es la típica nerd. Es sociable, tiene un grupo de amigos y no es una marginada. Kieran Kavinsky, popular, PLAYBOY con mayúscula porque hace lo que sea para llevarse a una chica a...