Cinco

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—Entonces... —comienza Jen, ya sé a dónde se dirige ésta conversación—. ¿Desde cuándo, por qué y en qué lo estás "ayudando"?

Poso mi mirada en ella con cierto cansancio. Derek no sabe guardar secretos, es un chismoso, por lo que no me sorprende que cuando llegué a casa de Abbi todas me estaban esperando impacientemente para bombardearme con sus preguntas.

—Juro que voy a matar a Derek —digo entre dientes.

—Luego lo matas... —habla Abbi haciendo un gesto desinteresado—. Ahora estamos hablando de algo muy importante, cuéntanos todo sobre Kieran Kavinsky —exige.

—No hay mucho que contar: me pidió que lo ayudara a estudiar y le dije que sí —resumo vagamente.

Derek me observa de reojo, sigue sin tragarse una palabra y actúa como detective tratando de descifrar cada uno de mis movimientos.

—Tessa, queremos detalles. Detalles sucios, sabes de que hablo. —Me codea Mel juguetonamente.

—Melany, apenas y aguanto verle la cara a Kavinsky y tú piensas que ya lo hemos hecho cinco veces. —Blanqueo los ojos—. Les aseguro que no tengo ni el más remoto interés en él. Los chicos así me dan asco. Ya deberían saberlo.

Me levanto de mi lugar en el sillón y voy a la cocina. Sé perfectamente donde está todo, no es la primera vez que vengo a la casa de Abbi. Me sirvo un vaso de agua que tomo de un solo trago. Las chicas no tardan en entrar y reanudar nuestra conversación.

—Theresa, es imposible que no sientas nada por él. Es Kieran —dice Jen con obviedad—. Es perfecto e inalcanzable, y tú pasarás horas con él "ayudándolo", la convivencia hará que cambien las cosas. Tienes que admitir que es muy guapo.

Me apoyo en la mesada y trato de organizar mis pensamientos.

—Es guapo, ¿y qué? También es un idiota.

Jen echa hacia atrás su melena rubia y se cruza de brazos, me contempla como si no tuviera remedio, lo hace a menudo. Abbi me fulmina con sus ojos oscuros, parece ofendida de que haya llamado "idiota" a su amor platónico, los playboys son su debilidad. Para ella todos los musculosos y descerebrados de la escuela son como sus deidades.

—Yo solo quiero tener el placer de poder decirte "te lo dije" cuando termines rendida a sus pies —dice Melany.

Tomo un bol lleno de palomitas entre las manos y cuando estoy por salir de la cocina contesto con total convicción:

—Eso jamás pasará.

Nos sentamos junto con Derek y James quienes ya tienen un par de cervezas en la mano y vemos unas cuantas películas a las que no les doy mucha atención. Una maraña de pensamientos junto con mi ceño fruncido hacen que me ausente la mayoría del tiempo por mis divagues.

Comienza a ser muy molesto todo este asunto de Kavinsky.

☆•☆•☆

Mi lunes parecía relativamente normal: me desperté con mi mal humor habitual de los lunes, desayuné una taza de chocolate, Jen pasó por mí en su auto con la música a todo volumen. Luego, tuvimos clase de Economía con Banks; Derek durmió, Melany y James no dejaron de darse miraditas de enamorados, Abbi estaba demasiado ocupada "admirando la belleza" de un miembro del grupo de amigos de Kavinsky, y Jen y yo nos escribíamos por papelitos para no morir de aburrimiento. Lo normal. Hasta que, en el almuerzo, uno de los esclavos de primer año del Rey Kieran se acercó a nuestra mesa:

—¿Theresa Grier? —pregunta el pobre sin elevar mucho su tono, todos me señalan a mí mientras yo alzo la vista y trago la comida como puedo—. Esto es para ti.

Ayudando al PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora