Un Gélido Incendio

7. El refuerzo al lazo

«Romper tus lazos, incluso si se trata de tu lazo con la humanidad.»

El hombre que tengo en frente de mí está paralizado. Tengo un kunai en su cuello, listo para desgarrar su piel y terminar con esta fastidiosa misión que me ordenó Orochimaru. El pergamino que pidió sobre medicinas está en mi bolso, muy bien protegido gracias a mis habilidades. Solo hace falta mover el kunai y terminar con la vida del hombre que tiembla contra la pared.

Pero no lo hago. No porque no pueda, sino porque no quiero. El lazo con mi humanidad se ha mantenido intacto desde tiempo atrás, y lo seguirá haciendo. Suelto al hombre y tomo su cabeza entre mis dos manos. Junto sustancia púrpura y me concentro en retroceder su memoria, lo suficiente para que no recuerde nada de lo sucedido. «Sé que debo tener cuidado», me repito al aplicar mi Seisujikan. Cuando termino, cae al piso, inconsciente. Guardo el kunai que iba a utilizar para terminar con la vida del hombre y me alejo de la choza. Camino unos metros por el bosque, solo para asegurarme de que nadie vea lo que haré. Cierro mis ojos y pienso en la guarida de Orochimaru donde nos hospedamos últimamente. Cuando los abro, estoy en ella. Obligo a mis pies a moverse hasta que llego a la cueva que utiliza como oficina. Entro sin permiso y lanzo el pergamino a su escritorio. Jamás podría tenerle respeto. La única razón por la que cumplo con sus misiones es Sasuke.

—Bien hecho, ______ —me dice. Lo miro con indiferencia y me dispongo a salir, pero su voz me detiene—. Kabuto, ya trajo tu pergamino.

«¿El pergamino era para Kabuto?»

—Gracias, querida ______ —dice Kabuto a mis espaldas.

Cierro los ojos y siento un escalofrío recorrer mi espalda; luego, un dolor punzante en mi cuello. Salgo de su oficina casi corriendo, y me dirijo hacia la otra cueva que me sirve de dormitorio. Llego en pocos segundos y me encierro dando un portazo. Me hinco al lado de la mochila de mis pertenencias y saco el botecillo blanco. Casi con desesperación, saco unas pastillas y me las trago. No sé qué cantidad de antidepresivos he tomado, hasta que siento dos pequeños bultos en mi garganta. Una bofetada de miedo me llega cuando recuerdo que solo debo de tomar una, pero se calma al sentir cómo la marca de maldición vuelve a su lugar, al igual que todos los sentimientos negativos desaparecen.

Unos golpes suaves se escuchan en la puerta. Giro mi cabeza en aquella dirección y veo unas cuantas luces. Mi vista comienza a nublarse conforme a cada paso que doy hacia la puerta. Termino tambaleándome a su lado, pero logro colocar mi mano en la perilla de madera que mis compañeros crearon. La giro y veo una figura grisácea con punta negra.

—Me enteré que regresaste de tu misión —dice la fría voz de Sasuke.

Mi cordura desaparece cuando mi vista se enfoca momentáneamente en sus oscuros ojos. Sonrío de manera arrogante y me apoyo de lado en el marco de la puerta; cruzo mis brazos y alzo el mentón de manera autoritaria.

—Fue un éxito —balbuceo.

—Eso esperaba.

Noto que sus labios se tuercen, formando una sonrisa. Él también cruza sus brazos sobre su pecho. «Su, aparentemente, fuerte y duro pecho». Entreabro los labios, recordando lo sucedido la primera noche que pasamos juntos en la guarida de Orochimaru.

«Abro los ojos, asustada. No sé en qué momento me dormí, pero sé que no fue hace mucho. Me giro sobre la cama, encontrándome con un azabache sonrojado. Lo miro a los ojos esperando una explicación; pero más que una explicación, me da una acción. Se tira sobre mí y me acorrala contra la cama. Me observa unos minutos y, gracias a los efectos secundarios del antidepresivo, tomo su nuca. Tiro de él hacia mí y estrello mis labios con los suyos, fundiendo mi pasión en un beso que estuve esperando durante varios años. Él apoya su peso en un codo y me toma de la cintura con su mano restante. Juega con la comisura de la blusa que tengo puesta y la sube hasta dejar mi abdomen al aire. Juego con su cabello unos segundos; luego, paso mi mano por su cuello hasta su abdomen y lo acaricio con lentitud. Bajo un poco más mi mano y él gruñe, haciendo que una sonrisa mía escape de mis labios.

Nos separamos por falta de aire y después de una bocanada, vuelve a besarme. Este beso es más corto, solo para volver a sentir mis labios sobre los suyos. Abandona mi rostro y continúa su camino de besos por mi cuello. Ignora mi poco desarrollado busto (no tanto como el de Sakura) y llega a mi vientre. Deposita varios besos en aquel lugar, haciendo que mis hormonas se alteren y pidan por más.»

Inconscientemente he llevado las puntas de mis dedos hacia mis labios, acariciándolos con cada beso recordado. Sasuke sigue en frente de mí, mirándome con su semblante de chico malo. Miro sus ojos; después, sus labios; al final, su pecho descubierto por el tipo de ropa que lleva puesta. Mis manos actúan por sí solas y se lanzan hacia el Uchiha, lo toman por su ropa y lo acercan de golpe a mí, culminando la acción en un profundo beso el cual yo lidero.

Dejo de sostener su ropa y llevo mis manos a su nuca, atrayéndolo más a mí. Por inercia, comienzo a caminar hacia atrás hasta chocar con mi cama. En todo el camino, Sasuke descruzó sus brazos y me tomó por la cintura, justo después de cerrar la puerta de la habitación. Tropezamos con el borde de la superficie blanda y ambos caemos; por suerte, mi chico azabache coloca sus brazos y nos sostiene a ambos, mientras que yo me cuelgo de su cuello. Me recuesto completamente en la cama y dejo que Sasuke continúe con la dirección del beso; sin embargo, no lo hace por la falta de aire.

Cuando se separa, sus ojos oscuros llevan la pupila dilatada, aunque no se nota mucho por el color y la oscuridad. Lleva sus dedos hasta mis hinchados labios y los acaricia con delicadeza. Con su mirada recorre cada centímetro de mi rostro.

—¿Qué es lo que quieres? —me pregunta con un tono de voz ronco.

Analizo su pregunta unos segundos, con la poca coherencia que me queda. Extiendo mis manos hacia la mesita de noche a mi lado y prendo una vela, sin salir de la prisión que Sasuke ha hecho al colocar sus manos a cada lado de mi cuerpo. Luego, vuelvo a mi posición. Acaricio el pecho desnudo de Sasuke. Mis manos suben y las posiciono en su nuca, acariciando con lentitud su cabello.

—Ser tuya —respondo.

Me toma de la nuca y me atrae a él para darme un beso apasionado y lleno de electricidad. Llevo mis manos a mi camisa para poder quitármela con rapidez, terminando con el beso. Al quitármela, veo un pequeño destello blanco que vuela por los aires y mi cuerpo se detiene; pero no soy yo la que ha parado la situación, sino Sasuke que me ha tomado de las muñecas.

—Sasuke —jadeo.

Él traga saliva y me mira a los ojos.

—No te quitaré eso —murmura—. No aquí...

—¡Vayamos a otro lado! —vuelvo a jadear, tomándolo por el cuello para atraerlo nuevamente a mí.

—Tampoco ahora —dice.

Me congelo al instante. La otra noche no parecía que quisiera parar, ¿por qué hoy sí?

—Podemos hacer otras cosas —se apresura a decir al ver mi rostro—, pero no eso.

Doy un profundo suspiro y cierro los ojos, aturdida por lo que acaba de pasar. Siento unos labios en mi cuello y una mano en mi zona íntima. Mi pulso se acelera al instante del tacto de Sasuke.

—Pe-pensé q-que no querías...

—No te quitaré la virginidad —suelta sin pudor alguno—; jamás dije que no te daría placer.

Mis mejillas arden, pero sus manos comienzan a tomar el control de la situación. Sin saber muy bien qué hacer, me dejo llevar por lo que me hace sentir Sasuke y llevo mi mano a su zona íntima, donde la muevo con lentitud y logro hacerlo gemir.

El resto de la noche, él y yo ignoramos el hecho de que no estamos solos, llenando mi habitación de caricias y jadeos.

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7u7

Aclaración (porque a mí no me quedó claro con mi mala narración :v): ______ y Sasuke no hicieron «eso» (if you know what I mean 7u7)...

Díganme si quieren que edite alguna imagen de otro personaje inventado por mí :) así como lo hice con Bugendai, Moitse e Issei.

Están: Takeshi, Natsumi, ______... No sé si me falte alguien más xd

No olviden comentar y dejar su voto si les gustó el capítulo ^^