13. Mi azabache

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—¡Oigan, tórtolos! —nos grita Suigetsu.

Sasuke se gira hacia él, con el Sharingan activado en forma de amenaza. Suigetsu levanta ambas manos como si pidiera disculpas. Después, me siento en la orilla de una de las dos camas de la habitación; en la otra se encuentra Juugo, quien no ha dejado de observarme desde que entré; a mi lado se sienta Sasuke, entrelazando sus dedos con los míos; Suigetsu se posiciona al lado de la ventana, admirando su gran espada; Karin se mantiene apoyada contra la puerta (ya cerrada).

—¿Quiénes son ustedes? —pregunta la pelirroja, refiriéndose al de cabello naranja y el chico-agua.

—El de dientes afilados es Suigetsu Hozuki —presenta Sasuke—, el otro es Juugo. Ella es Karin.

—¿Y la pelinegra? —pregunta Juugo.

—Soy ______ Hatake, descendiente del clan Umi.

Me apego un poco más a Sasuke, buscando protección. ¿Por qué? Por el simple hecho de la relación que Juugo tenía con Kimimaro.

—Tú eres —comienza a decir el cabeza de zanahoria—... la que contribuyó a la muerte de Kimimaro...

Sin que nadie lo espere, Juugo se lanza a atacarme con la marca de maldición activada. Sasuke se coloca en frente de mí, listo para defenderme. Por si las dudas, saco un kunai.

—¡Detente, Juugo! —le ordena mi azabache. Juugo atiende a su indicación—. Ella no lo mató, fueron otros.

—¡Ella le causó la enfermedad! —me escupe—. Tú —dirige su mirada hacia mí—... retrocediste el tiempo en su corazón... ¡Lo dañaste! Kimimaro quedó gravemente herido. ¡Por tu culpa fue vencido!

Vuelve a atacarme, pero Sasuke saca su katana y la coloca en el cuello de Juugo.

—Si te atreves a tocarle un pelo —le advierte mi Uchiha—, te mataré.

—Oigan, oigan —interviene Suigetsu, agitando las manos en el aire—... Mejor, calmémonos todos.

—¿Cuál es el plan? —pregunta Juugo, regresando a su asiento en la cama.

Guardo mi kunai y Sasuke su katana. Vuelvo a sentarme en la cama, un poco más lejos de donde estaba. Sasuke me sigue y se sienta a mi lado; pero esta vez, solo coloca su mano en mi espalda.

—El único objetivo es matar a Itachi Uchiha —responde Sasuke—. El equipo se llama Hebi. A partir de mañana comenzaremos con su búsqueda en este pueblo.

—Está bien —dicen casi todos al unísono.

Sasuke toma mi mano y tira de mí hasta salir de la habitación. No pregunto nada hasta que bajamos y él pide una llave más.

—¿Por qué dos habitaciones? —digo.

Volvemos a la habitación donde se encuentran los demás.

—Ustedes tres dormirán aquí —les ordena Sasuke.

Sin que puedan reclamar, me vuelve a sacar de la habitación, casi a rastras. Caminamos hasta el siguiente pasillo y Sasuke abre una puerta. Me deja entrar y me siento en la única cama de la habitación, con los brazos cruzados y esperando una explicación. Sasuke cierra la puerta y deja la llave en el escritorio; después, me mira.

—¿Qué?

—¿Por qué dos habitaciones? —cuestiono.

—No te iba dejar sin protección frente a Juugo.

Alzo una ceja.

—¿Crees que necesito protección cuando tengo mi Seisujikan? —pregunto con cierta incredulidad. Sasuke suspira.

Un Gélido IncendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora