64. Ataque del Shinju

580 70 9
                                    

Ato con cuidado el collar en mi cuello y lo aseguro con firmeza. Me pongo de pie por completo, con mis heridas sanadas y un chakra más estable. Después y por segunda vez en la guerra, me dedico a mover mis piernas hacia el exterior del bosque y centro de la batalla.

(...)

Quito las últimas ramas del enorme árbol y salgo por completo del bosque. Lo primero que veo es un árbol enorme, pero también me percato de que el Juubi ha desaparecido y el chakra rojo también. Aquel árbol lleva algo como una flor en la copa, pero de su tronco comienzan a salir ramas gruesas que atacan a todos los shinobi que se encuentran a su paso. Las ramas los envuelven y pareciera que absorbe su energía ya que terminan... muertos.

Sin más preámbulos comienzo a acercarme hacia las personas que necesitan más ayuda. Toco a los necesitados con mi sustancia blanca y los transporto fuera del alcance de las ramas; y cuando me atacan a mí solo me preocupo por transportarme lejos de las ramas.

—¡Takeshi!

—¡Corre, Hinata!

Corto una rama y me giro hacia aquellos gritos producidos por voces conocidas para mí. A lo lejos diviso dos cuerpos que están siendo atacados por las ramas. Son Hinata y Takeshi, quienes protegen el cuerpo de mi madre.

—Takeshi —balbuceo.

Corro hacia ellos, esquivando una que otra rama. Veo que Takeshi es atacado por dos, mientras que Hinata es atacada por tres. En este instante, Takeshi no puede protegerla y ella podría... morir. Así que, sin dudarlo, uso mi Seisujikan y llego hasta ella; lanzo sustancia a las tres ramas y retrocedo el tiempo en ellas hasta desaparecerlas. Takeshi llega a nuestro lado.

—¿Estás bien, Hinata? —inquiere él.

—S-Sí, gracias a ______.

Intento calmar mi agitada respiración, pero una rama que me ataca no me da el tiempo necesario y me defiendo, con un kunai blanco.

—Deberías sacar armamento ninja, no crearlo —me aconseja Takeshi—. Sólo gasta chakra.

—Puedo regenerar mi chakra —le digo.

—¡Cuidado! —grita un shinobi a nuestro lado.

El ninja me empuja y caigo al suelo, mientras que él es absorbido por la rama del árbol. Observo su cuerpo sin vida y me levanto de mi lugar con rapidez, tomo la mano de Takeshi y comienzo a arrastrarlo hasta donde está Hinata con el cuerpo de mi madre.

—Salgamos de aquí —balbuceo.

Takeshi carga a mi madre y comienza a caminar; Hinata cuida el frente y yo, la retaguardia. Sin embargo, una rama se me escapa y llega hasta Takeshi. Él suelta a mi madre y Hinata la atrapa con un poco de dificultad. Llego hasta Takeshi, pero una rama también me envuelve.

—¡Takeshi! —chillo.

—¡______!

Estira su mano y la tomo sin dudar. De repente, el tiempo se detiene y miro a mi alrededor. Todos dejaron de moverse y pareciera que esto es obra de...

—Sólo puedo hacerlo si toco a otro usuario del Seisujikan —explica Takeshi, con la voz agitada.

Poco a poco siento cómo mi chakra desaparece, pero intento regenerarlo con la sustancia blanca.

—¡No lo hagas! —me advierte.

—¿Qué? —inquiero y trago un poco de saliva—. No entiendo qué pasa, Takeshi.

—El único poder del Seisujikan que tengo es el de teletransportarme a mi libertad; pero, si toco a otro usuario del Seisujikan, puedo utilizar sus poderes. Lo descubrí el día en que te ascendieron a chuunin.

Un Gélido IncendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora