10. Reencuentro

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Entro caminando por los pasillos. Oscureció horas atrás y seguramente está por amanecer. Había pasado fuera de la guarida todo el tiempo desde que me encontré con el nuevo Equipo 7. Necesitaba pensar y relajarme; volver a mi faceta de chica fría, pues eso tenía que ser si me encontraba en un lugar como éste.

Camino con dirección a mi dormitorio, pero al girar en la esquina, veo al mismo chico pálido en frente de la habitación de Sasuke.

—Oye, tú —lo llamo y se gira, sin expresión alguna en su rostro—. ¿Quién eres?

Aunque ya sé la respuesta, él responde:

—Mi nombre es Sai, y por tus ojos y similitud, deduzco que eres hija de Natsuki Umi.

Le devuelvo la misma mirada inexpresiva, incluso cuando habló de mi madre.

—Sí —respondo y cruzo mis brazos—. Soy ______ Hatake. ¿Qué haces aquí?

—Abandoné la Aldea Oculta entre las Hojas para unirme a Orochimaru.

—¿Cuántos desertores son en total? —digo al aire—... ¿Tres?

—La aldea no creía que vinieras aquí después de haber desaparecido.

—Sasuke me importa más.

Una especie de duda aparece en mí después de decir esas palabras.

—Debes irte de aquí —me advierte.

—Mi habitación está a tu lado —le digo.

—Vete, si no quieres que te lastime.

—¿Qué planeas hacer? —digo, después de un silencio.

—Lo lamento —dice.

Una explosión aparece en el pasillo. Las paredes se destruyen y salen volando hacia mí. Esquivo la mayoría (a excepción de las primeras) gracias a mi Seisujikan y salto entre el humo. Llego a una pendiente y resbalo en la orilla. Por suerte —creo—, alguien me sostiene. Me ayuda a subirme por completo y noto que la persona que me ayudó fue Sasuke. Me giro hacia los escombros del pasillo donde dormíamos y veo que entre ellos, sale Sai. Noto un dolor punzante en mi tobillo y miro en esa dirección. Está un poco inflamado y con un raspón. «Seguramente una roca me golpeó allí.»

—¿Estás bien? —me pregunta Sasuke al oído, para que Sai no nos escuche.

—Me lastimé el tobillo.

Sin preocuparle que nos vea, me toma de la cintura y pasa mi brazo por su hombro. Apoyo la mayoría de mi peso en él.

—¡Sai, no lo hagas! —escucho una voz familiar para mí.

De uno de los pasillos más intactos (donde no llegó la explosión) sale Sakura corriendo. Llega hasta su compañero sin vernos y, cuando está a punto de decirle algo más, su mirada nos nota. Se gira con lentitud hacia nosotros y queda atónita al instante.

—Sa-su-ke —balbucea—... ______ —dice con un tono más estable.

Escucho más pasos provenientes del pasillo y de éste sale una cabellera rubia. Al ver que sus compañeros no le prestan atención, se gira también hacia donde el resto mira. Sus ojos se posan primero en mi azabache, después llegan a mí. Se detiene en cuanto nuestras miradas se cruzan. Mi corazón comienza a latir con fuerza y rapidez, pero logro que mis músculos no se tensen ni que mi rostro cambie de aspecto.

—______ —dice mi nombre.

Siento una punzada.

Me sostengo con más fuerza a Sasuke, ya que mi tobillo comienza a dolerme más, y gracias a que utilicé mucho chakra últimamente con mi Seisujikan, no tengo energía suficiente para curarme con la sustancia púrpura.

Un Gélido IncendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora