46. Escoria

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Habrá algunas canciones aquí, ya verán por qué. Les recomiendo ponerlas mientras leen, pero no es obligatorio. Gracias por leer ^^

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Me quedo mirando a Natsuki unos segundos, horrorizada por lo que me acaba de hacer: me quitó el sello maldito. No es que lo utilizara tanto, pero me proporcionaba bastante poder y podía controlarlo a mi gusto, ya que le coloqué sustancia en el lugar, retrocediendo su efecto cuando quisiera. Y, aunque fuera un problema, me gustaban los espirales en mi cuerpo.

—De nada —dice ella, con una risa.

«Deberé de esforzarme, pero tendré que hacerlo... Tendré que crear por mi cuenta lo que necesito para desarrollar mis jutsus. ¿Con qué? Mi chakra.»

Hago unas posiciones de manos y digo:

—Jutsu: creación de agua. —Hago más posiciones de manos—. ¡Estilo de agua, jutsu: torbellino acuático!

Varios torbellinos salen del suelo creados por mi propio chakra. Al parecer, eso no se lo esperaba ella, ya que no los evita con facilidad; finalmente, se transporta varios metros alejada de los torbellinos, obligándome a deshacerlos. Hago el ademán de hacer más posiciones de manos, pero antes de que los complete, ella grita:

—¡Estilo de fuego, jutsu: misil dragón de fuego!

Cambio las posiciones y grito:

—¡Estilo de agua, jutsu: misil dragón de agua!

Ambos dragones se estrellan y comienzan una batalla de gigantes. Hay vapor todos lados a causa del choque de elementos, lo que provoca que no vea con claridad los movimientos de Natsuki.

Finalmente, los dragones se deshacen y Natsuki y yo nos miramos varios segundos. Levanto mis manos, como si quisiera rendirme; pero no es así. Creo varios shuriken de la sustancia púrpura y se los lanzo a la mujer que tengo en frente. Ella los esquiva; seguramente, después de haberla atacado con la misma técnica hace rato, ya sabrá qué sucede si llego a tocarla.

Decido arriesgarme y corro hacia ella. En el camino, creo una espada parecida a la que Sasuke usa normalmente; pero la mía es de la sustancia púrpura a la que estoy familiarizada desde años atrás. Corro hasta Natsuki y comienzo a atacarla con mi espada recién hecha, pero no logro darle ningún golpe. Aunque... parece ser que ella dejó de utilizar el Seisujikan y sólo usa su velocidad.

Entonces, me detengo y dejo que retroceda unos segundos.

—¿Ya dejaste de jugar? —me pregunta y una sonrisa socarrona aparece en su rostro—. Ah, es cierto. Eres amiga del Uzumaki... Ese chico es un idiota que no para de bromear.

Abro más los ojos ante la ira que me causa su comentario y me transporto detrás de ella, atacándola. Logro cortarle un poco el brazo, pero esquiva mis demás golpes. Sigo furiosa, por lo que deshago la katana y hago unos sellos de manos. Estiro mi brazo derecho y el sonido característico de un millar de aves comienza a escucharse. Entonces, se crean los rayos en mi mano. Ella me mira con cierta sorpresa.

—¿Chidori? —inquiere, señalando con su mentón la técnica de rayo que tengo en mi mano—. Así que... ¿tu padre te lo enseñó?

Sin contestarle, estiro mi otra mano y formo el rasengan. Ella me mira con una gran sonrisa, como si se tratase de un juego. Por mi parte, junto un poco de sustancia en mis manos para que, cuando ambas técnicas se estrellen contra el enemigo, no me hagan daño.

Un Gélido IncendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora