16. Conexión

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El Kazekage juega con un lápiz; yo, con mis dedos; Temari mantiene su vista fija en la ventana. Después de que me dijeran mi estado visual, quedé algo afectada. Me dijeron que perdí la vista en el ojo izquierdo, por lo que ya no puedo utilizar mi Seisujikan en ese ojo; en específico, el Seijikan (control del tiempo). Después de eso, me obligaron a decirles mi objetivo principal desde que llegué aquí, hace meses atrás.

—¿En serio pensabas que no afectarías si solo te mantenías alejada? —me cuestiona Gaara.

Intento responder, pero la puerta se abre dejando ver al tercer hermano. La pintura en su rostro ha cambiado desde la última vez que lo vi, pero su estilo de cabello sigue intacto.

—La chica de sangre Umi —balbucea el castaño.

—Kankuro —saludo.

Él cierra la puerta tras de sí y se acerca. Se coloca al lado de Temari.

—Sabía que estabas en esta dimensión —me dice—, pero no creí que fueras a aparecer.

Le muestro una débil y falsa sonrisa que termina siendo una mueca. Mi situación actual es demasiado cruda como para sonreír.

—¿Responderás o no? —inquiere la rubia.

—Responder..., ¿qué? —dice el castaño.

—Lo repitiré solo para Kankuro —habla el Kazekage—: ¿en serio pensabas, ______, que no nos afectaría el hecho de que estuvieses aquí, pero lejos de nosotros?

Los tres pares de ojos me observan, esperando una respuesta. Suelto un frustrado suspiro.

—No quería afectar la historia que conocía —susurro.

—¿Conocías la historia? —me pregunta Temari, con un tono de enfado—. ¿Hasta qué punto?

—Sé todo lo que sucederá hasta dentro de un mes, más o menos.

No logro ver en qué momento me ataca y coloca un kunai en mi cuello. El Seijikan me ayudaba a ver todo con mayor lentitud, inconscientemente; pero ahora que no lo tengo, debo mejorar mis reflejos.

—¿Sabías que Gaara pudo morir? —me cuestiona la rubia, a solo centímetros de mi rostro.

—Sí, y créeme que me afectó —digo, hablando en serio.

Y es verdad. Necesitaba de mis pastillas para poder disminuir el dolor en mi pecho; pero al dejarlas, he vuelto a caer en una especie de depresión. Ahora que Sasuke me dejó, que perdí mi Seijikan y que no tengo hogar, realmente no creo poder mostrar una sonrisa.

La mirada de Temari se suaviza y comienza a soltarme. Finalmente se aleja y vuelve a su lugar. Kankuro parece haberse tensado con el ataque de su hermana mayor, pero se relaja al instante de verla alejarse. Por su parte, Gaara mantiene su postura de sujeto pensativo.

—¿Qué piensas hacer ahora, ______? —cuestiona Gaara.

—Sasuke me alejó de él y parece que no quiere volver a verme —les digo—; en la Hoja no creo que quieran verme...

—Eso no es verdad —me interrumpe el de rango más alto. Lo miro con incredulidad—. Todos en la Aldea de la Hoja te aprecian, mucho más que nosotros. No sólo por el Seisujikan, sino porque eres parte de la aldea; siempre lo serás.

Sus palabras me afectan, o tal vez solo es mi sensibilidad del momento.

Lo último que hago, es pedir que me dejen quedarme en la Arena unos días. Ellos, aceptan.

(...)

Unos pocos días después, decido darme el día libre y no entrenar; mas no significa que no haré nada. Este día es diferente a los demás; en este día, habrá una persona que se sienta tan desdichada como yo. Aquella persona es alguien cercano a mí, por lo que quiero estar cerca de él cuando esté en el filo del dolor.

Un Gélido IncendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora