28. Él y yo. Yo y él

1K 98 25
                                    

El camino de regreso a casa fue más silencioso de lo que esperaba. El único que podía alegrar el momento era Naruto, pero incluso él estaba absorto en sus pensamientos. ¿Y yo? Ni hablar. No podía pensar en otra cosa que no fuesen los dos hechos que acababan de suceder: uno, enterarme de la verdad de mi madre; dos, Madara sentenció el inicio de la Cuarta Guerra Mundial Shinobi. ¿Entre quiénes? No lo tengo muy seguro.

Al llegar a la Hoja, pudimos ver un gran avance en su reconstrucción. Habían algunas casas ya hechas y alguno que otro puesto, por aquí y por allá.

—Kakashi Hatake, el Concejo te necesita —dice un ANBU apareciendo.

El ANBU desaparece y mi padre suelta un pesado suspiro.

—Te veo después, hija. Necesitamos hablar —me dice.

Asiento con la cabeza y veo cómo se aleja. Todos los que nos acompañaban (Sakura, Karin —que la trajimos a petición de mi padre—, Kiba, Lee, Sai y Yamato) se fueron por sus caminos, dejándonos solos a Naruto y a mí.

—______ —me llama Naruto—, ¿podemos hablar?

Su timidez y sus mejillas sonrojadas hacen que olvide todo lo sucedido por unos segundos.

Suelto un pesado suspiro.

—Lo siento, Naruto —le digo—, pero necesito descansar. Han sido muchas cosas últimamente.

Él asiente con la cabeza y le muestro una sonrisa en manera de agradecimiento. Me giro para comenzar a caminar, pero siento unos brazos rodearme la cintura desde atrás.

—Si necesitas de alguien, solo dime —susurra en mi oído.

Los colores suben a mis mejillas y me giro, para quedar de frente a él. Entonces, lo envuelvo en mis brazos y él hace lo mismo. Apoyo mi oreja en su pecho, logrando escuchar sus latidos. Aquel simple acto hace que todo a mi alrededor desaparezca. Solo estamos él y yo. Yo y él.

—Te he extrañado mucho —suelta, de repente.

—¿Sabes? —Me separo un poco hasta poder ver sus ojos—. Me vendría bien un tiempo a solas, contigo.

A él se le colorean más las mejillas y me doy cuenta que he usado mal mis palabras. Me separo y le doy un golpe en la cabeza, mientras mi cara se torna cual tomate.

—¡No de esa manera, tonto!

—T-tú fuiste la que insinuó que... —dice masajeándose la cabeza.

—¡Pero, no! ¡Lo entendiste mal!

Ya con mi cara a punto de encenderse en llamas, comienzo a dar zancadas hacia el bosque. Escucho a Naruto seguirme. Llegamos a un pequeño río rodeado de arbustos y árboles. Este es uno de los lugares que no fue destruido por Pain, por suerte.

Me recuesto en el césped, mirando el azulado cielo y Naruto imita mi acción. Quedamos uno al lado del otro, sin tocarnos, pero sintiendo una conexión que nadie podría.

—¿Cómo pasó? —me pregunta y lo miro—. Lo de tu cicatriz.

Respiro profundamente y me acerco más a él, rozando nuestros brazos.

—Le guardé un secreto a Sasuke —susurro—. Era uno que podría haber cambiado la historia completamente. Pero fue cuando pensé que no debía cambiar la historia.

—¿Y se enojó?

—Me dijo que no me mataría —recuerdo—, pero que me quitaría algo preciado para mí.

—Parte de tu Seisujikan.

—Ajá...

Siento mi voz quebrarse y mi respiración acelerarse. Aunque haya pasado más de un mes desde eso, me sigue doliendo.

Un Gélido IncendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora