Capitulo 18

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Llegamos al famoso muelle y caminamos por la playa. John sostenía mi mano con fuerza y hablaba de cosas a las que no podía ponerle atención, sus ojos me distraían, como me miraba, pestañeaba, brillaban, sonreían, sus ojos me volvían loca. 

 - Creo que te debo una vuelta en esas ruedas, ya que la última vez no pudimos disfrutar el paseo.- Rio irónicamente. 

 - Tienes razón, deberíamos dar una vuelta.- Le sonreí. 

 - ¡Hay una montaña rusa!- Grito Amber caminando junto a Anton. 

 - ¡Y un carrusel!- Grite dando un brinco. 

 - ¡Y lo mejor, no hay casitas del terror!- Dijo Anton abrazando a Amber, pero ella no sonreía, ella miraba sus cicatrices, sus brazos estaban cubiertos de ellas.- Lo siento.- Dijo Anton notando su dolor.

 - Estoy bien.- Fingió una sonrisa, cosa que no le salió nada bien. 

 - ¿Que les parece si vamos primero a la montaña rusa?- Dijo John cambiando el tema.- Posiblemente vomite, pero no importara.- Dijo quitándole importancia. 

 - Suena fantástico.-Dijo Amber un poco más alegre.

El encargado del juego nos ayudo a acomodar las barras de seguridad sobre nosotros y el juego comenzó, primero lento en línea recta luego en subida, y luego en caída, rápido, dando vueltas. John gritaba como desquiciado y apretaba mi mano con mucha fuerza, igual que la vez anterior. Anton y Amber que iban delante de nosotros llevaban sus manos enlazadas y levantadas en el cielo mientras reían y gritaban.

Fuimos juego por juego, corriendo como locos y riendo como niños, subimos al Sea Dragon, Inkie's Scrambler, Sea Planes y muchos más. Luego nos dirigimos al Pacific Wheel, una rueda gigante alimentada de energía solar, que ofrecía vistas panorámicas de la costa.

Una vez arriba de las cabinas del juego, este comenzó a moverse y tambalearse, pero se detenía todo el tiempo para que las personas que ya habían dado una vuelta bajaran y las que no subieran. Cuando todas las cabinas estuvieron completas se puso en marcha pero de todas formas se detenía para que las parejas pudieran observar el paisaje desde la altura. Cuando fue nuestro turno John se acerco a mi rodeándome con su brazo, acabando con la distancia que nos dividía. 

 - Es tan hermoso.- Dije observando el atardecer en el mar. John me miraba detalladamente.- Cómo puedes ver lugares así y no sonreír, no ser feliz... No vivir.- Me pregunte iluminada. 

 - Sin sentir. Volviéndote una roca, de esa forma dejas de vivir aunque lo estés.- Dijo seguro, pestañeando y besando mi frente. 

 - Nunca dejes que eso me pase.- Dije aun mirando el atardecer que iluminaba el mundo y mi alma.

Al bajar del juego nos tomamos algunas fotos y compramos algodón de azúcar. Saque una gran cantidad de este con mi mano y me lo lleve a la boca, era muy dulce pero delicioso.

-¿Me permites probarlo?- Pregunto John levantando sus cejas. Asenti con fuerza y este me beso sorpresivamente.- Dulce, como tu.- Me guiño un ojo y se alejo caminando junto a Anton. Amber me miraba con perversión. 

 - Veo que esto va realmente en serio amiga.- Amber se aferro a mi rodeando mis hombros con su brazos. 

 - Es tan extraño, todo lo que siento por John, nunca lo había sentido antes.- Dije negando de un lado al otro. 

 - Linda te está pasando lo mejor que le puede pasar a una persona en la vida y también lo peor.- Abrí la boca para decir algo pero no supe que decir.- Te estás enamorando.- Dijo casi en un lamento. 

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